Juan Tall¨®n: ¡°Hasta en el peor bar te puedes encontrar a Paul Auster¡±
El escritor gallego publica 'Mientras haya bares", una recopilaci¨®n de sus mejores columnas
La entrevista tiene lugar a escasos metros del Bernab¨¦u. Aun as¨ª, Juan Tall¨®n (Vilardev¨®s, 1975) finge que no pasa nada. Al escritor todav¨ªa le escuece el recuerdo de la final de Champions entre el Real Madrid y su equipo en 2014. Por eso, para la final de Mil¨¢n, confiesa resoplando que solo tiene un ruego: ¡°Nada de ¡®minuto 93¡¯. Que, pase lo que pase, pase sin ninguna crueldad¡±. Del f¨²tbol, de la vida, de bares y resacas, de literatura, de todo eso hablan ¨¦l y sus columnas, que publica ahora reunidas en ¡®Mientras haya bares¡¯ (C¨ªrculo de tiza).
PREGUNTA. ?Ha conocido m¨¢s bares que libros ha le¨ªdo?
RESPUESTA. No, no, he estado en m¨¢s libros que bares¡ aunque no s¨¦ qu¨¦ es lo que m¨¢s marca. Los bares, adem¨¢s de resacas, dejan otras cosas. Son refugio y son nuestra otra casa. El bar es un personaje, es un libro, y ese es el tratamiento que le he dado en mis columnas. Todos nos hemos dejado la piel en alg¨²n bar.
"Creo que el boom actual del columnismo es una burbuja. Y que estallar¨¢"
P. Y lo de la literatura y los bares, ?es una aventura, o un matrimonio consolidado?
R. Es una historia que viene de muy lejos. El bar favorece el relato, porque todos hacemos ¨¦pico su anecdotario. Por no hablar de algo como la bebida, el alcohol, que es tambi¨¦n muy literario. Yo puedo reconstruir muchos de mis d¨ªas (tambi¨¦n algunos de los peores) a trav¨¦s de las barras de los bares y los camareros. El mejor bar es, adem¨¢s, siempre el inesperado, ese bar mugriento que deja una huella profunda. Como ese de Santiago que parece congelado a finales de los 80 en el que, de repente, te encuentras con Paul Auster, como me pas¨® a m¨ª.
P. ?Es cierto que ha llegado a escribir el programa electoral de un partido pol¨ªtico?
R. ?S¨ª!, A veces para ser escritor te tienes que dedicar a muchas cosas que no son exactamente literatura. Al final has hecho cosas que nunca est¨¢s dispuesto a admitir del todo. Pero al final comprendes que son cosas que te van forjando, que te convierten en el escritor que eres.
"El mejor bar es siempre el inesperado, ese bar mugriento que deja una huella profunda"
P. Usted escribe novelas y escribe columnas. ?Hay un ¨¢nimo diferente para encarar esos dos g¨¦neros?
R. S¨ª lo hay. La diferencia es que una columna es como una cerilla. Puede iluminar por un breve tiempo una sala peque?a. La novela, al margen de que usa otras herramientas, no puede funcionar as¨ª. No puedes estar encendiendo continuamente cerillas. Pero yo ante todo me considero novelista. Vamos, si tuviera que matar a uno de los dos, columnista o novelista, estrangular¨ªa con mis propias manos al columnista.
P. Pero es consciente de que vivimos un boom del columnismo. Y de que usted pertenece a ¨¦l.
R. S¨ª, pero yo creo que es una burbuja. Y que estallar¨¢, y moriremos todos (r¨ªe). No, Yo creo que el auge de ese columnismo no llega tanto porque haya muchos columnistas, sino porque hay mucho nuevo columnista. Hab¨ªa una serie de columnistas muy establecidos, y ahora hemos aparecido otros. No s¨¦ hasta qu¨¦ punto eso es artificial o es un relevo generacional l¨®gico, que se va dando con el tiempo. Espero que no sea artificial.
"Si tuviera que matar a uno de los dos, el yo columnista o el yo novelista, estrangular¨ªa con mis propias manos al columnista"
P. Sobrevuelan todo el libro las deudas no pagadas de un escritor con otros. De que Faulkner nunca le dijo a Dickens lo que le deb¨ªa, ni Onetti a Faulkner, y as¨ª sucesivamente. ?Con qui¨¦n tiene usted una deuda impagable?
R. Bueno, todo es leer. Y el orden en que uno lee. Es imposible calcular qu¨¦ parte de la voz narrativa es deudora de qu¨¦ escritor, pero sospecho que le debemos algo a todos los que leemos. Se trata de un bello caos, decenas y decenas de capas que se van superponiendo, formando un estrato desde el que escribes. No se puede decir que le debes un dos por ciento de lo que escribes a Proust o un tres por ciento a Onetti, pero la recompensa es, quiz¨¢, pensar que uno tendr¨¢ influencia en alg¨²n escritor futuro. Que alguien tambi¨¦n contraer¨¢ una deuda contigo. Es un consuelo hermoso.
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