Bichos inteligentes

Dec¨ªa Monterroso que hay que ser m¨¢s inteligente que el lector para que el lector se sienta m¨¢s inteligente que el escritor. Algo parecido se pregunta Frans de Waal en su?Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales? (Tusquets). Ameno y riguroso, este primat¨®logo avanza un paso m¨¢s. Gracias a ¨¦l sab¨ªamos que la compasi¨®n, nacida de la empat¨ªa, nos ven¨ªa impresa en el cerebro y nosotros la desarroll¨¢bamos igual que los chimpanc¨¦s. Ahora nos muestra que, adem¨¢s de ¡°hola¡±, los animales saben decir ¡°adi¨®s¡±, que ¡°no est¨¢n atrapados en el presente¡±. Por cierto, a su pregunta del t¨ªtulo, ¡°la respuesta corta es s¨ª, pero nadie lo dir¨ªa¡±. Esa capacidad para entender, o no, es imprescindible si queremos observar El mundo como obra de arte, (Cr¨ªtica) del Nobel de F¨ªsica Frank Wilczek. En esta obra trata de responder a una pregunta aparentemente sencilla: ¡°?Encarna el mundo ideas bellas?¡±. Se trata de una pregunta pertinente para un f¨ªsico y para un matem¨¢tico acostumbrados a juzgar la belleza ¡ªy la certeza¡ª de las teor¨ªas por la elegancia de las f¨®rmulas que las sostienen. Y lo elegante aqu¨ª es sin¨®nimo de bello. Y volvemos a la inteligencia, esta vez aplicada al d¨ªa a d¨ªa. Vamos a comprar mentiras. Alimentos y cosm¨¦ticos desmontados por la ciencia (C¨¢lamo) es una rigurosa y divertida excursi¨®n al supermercado, un establecimiento en el que lo natural y lo que tiene ciencia compiten en bondad. Con humor, Jos¨¦ M. L¨®pez Nicol¨¢s denuncia el uso de la ciencia como publicidad, aunque no haya nada de ciencia en esos productos. L¨¦ase antes de ir a la compra. Y as¨ª como estos productos sin ciencia gozan de buena fama, las pobres bacterias, bichitos imprescindibles para la vida, tienen mala repu?taci¨®n. Para salvar su honor, David G. Jara ha escrito Bacterias, bichos y otros amigos (Ariel). Frente al uso de ¡°qu¨ªmico¡± como ep¨ªtome de lo negativo, Jara muestra que pocas cosas hay tan naturales como los procesos bioqu¨ªmicos en los que intervienen las bacterias. Que lo desmientan el queso y el vino.