Tint¨ªn anarquista
Las obras de Herg¨¦ baten r¨¦cords en las subastas. Su personaje se ha convertido en un s¨ªmbolo del descubrimiento del mundo
No sabemos qui¨¦n habr¨¢ soltado ese pastizal, pero ha sido Renaud, el cantante anarco de aquella Francia que llev¨® a Mitterrand a la presidencia de la Rep¨²blica, quien vendi¨® el pasado abril el original de Tint¨ªn por un mill¨®n de euros. Eran las dos p¨¢ginas finales de El cetro de Ottokar, el ¨¢lbum donde Tint¨ªn es definido, primero por la aristocracia de Syldavia y luego por la polic¨ªa de ese reino, como ¡°un joven anarquista¡±. Renaud se ha pulido esos dibujos y un mont¨®n m¨¢s de la colecci¨®n de originales de c¨®mic que empez¨® a atesorar en los a?os ochenta. Le va bastante mal en muchos aspectos y, con la peque?a ayuda de sus amigos, lucha como puede por salir adelante.
El exjoven anarquista de la canci¨®n francesa, que el a?o pasado, al volver de la mani contra la matanza de Charlie Hebdo, se rasg¨® las vestiduras escribiendo la melanc¨®lica y apasionada balada (muy a lo Aznavour), J¡¯ai embrass¨¦ un flic (yo bes¨¦ a un poli). El cantautor que a continuaci¨®n hab¨ªa dejado caer que estar¨ªa dispuesto a votar al conservador Fran?ois Fillon. El rebelde sin br¨²jula, cuya primera canci¨®n (la compuso con 16 a?os), Cr¨¨ve, salope (revienta, guarra; se refer¨ªa a la autoridad), era entonada a coro en la Sorbona ocupada del 68. Un mill¨®n de euros es lo que un desconocido ha apoquinado en la subasta de los dibujos de Tint¨ªn.
Tint¨ªn es belga, como Jacques Brel, como Audrey Hepburn, gente de esqueleto delicado y drama profundo. Est¨¢ m¨¢s cerca Tint¨ªn del Manneken Pis que de la torre Eiffel. Es un chaval¨ªn que va por el mundo con gabardina de periodista. Entonces era el tiempo en que las gabardinas se llamaban trincheras porque a¨²n llevaban pegado el fango de la guerra mundial (la primera, pero los primeros nunca saben que est¨¢n siendo s¨®lo el principio). La diferencia entre ser belga y franc¨¦s. Ah¨ª surge un precipicio donde cabe algo m¨¢s grande que el mundo, que es una concepci¨®n del mundo. Tint¨ªn, el gran personaje del c¨®mic belga, es urbano, capitalino, con una profesi¨®n moderna y militantemente cosmopolita. Los grandes personajes del c¨®mic franc¨¦s son dos aldeanos de la Breta?a, Ast¨¦rix y Ob¨¦lix, acaso un par de chuanes. Dos paletos que han dado la vuelta al mundo del Imperio Romano para volver convencidos de que todo lo que va a importar en el universo llevar¨¢ la huella gala. Es la diferencia entre la urbe y el orbe.
?A d¨®nde va Tint¨ªn con tanto viaje? La URSS, el Congo, Estados Unidos de los g¨¢nsteres, el Egipto de los faraones, la China de los fumaderos, la Escocia del whisky, Syldavia, las arenas del desierto, el ?rtico, el Per¨² de los incas, el golfo P¨¦rsico, el ascenso a la Luna en persona y las inmersiones submarinas, solitarias carreteras en las monta?as suizas, vuelta a Borduria, Petra, La Meca, el T¨ªbet y su yeti, volcanes en las islas del ?ndico, la Centroam¨¦rica guerrillera¡ Pero es que Tint¨ªn no va, huye. Tint¨ªn es el fugitivo permanente, por eso siempre le dibujan corriendo. Lleva la evasi¨®n en su sangre, en la tinta. Herg¨¦, su creador, empieza a publicar series en el mismo a?o en que muere el rey del escapismo, el gran Houdini. Desde el primer momento, Herg¨¦ y Tint¨ªn tienen que huir porque est¨¢n abocados al linchamiento. A Herg¨¦ le persigue la fama de reaccionario y colonial. Ha ridiculizado a los s¨®viets de Mosc¨², ha ridiculizado a los negros del Congo, tras la invasi¨®n nazi de B¨¦lgica le acusar¨¢n, cuando menos, de haberse mostrado tibio si no de colaboracionista.
Los ni?os lo leen con pasi¨®n, los padres lo miran de reojo, los intelectuales lo desprecian. Herg¨¦ y Tint¨ªn van aprendiendo juntos a fuerza de frustraciones, de depresiones, de amores mal llevados. Porque Tint¨ªn no es un solo ¨¢lbum de Tint¨ªn, as¨ª no hay manera de leerlo. Tint¨ªn constituye una obra integral donde cada ¨¢lbum corresponde a un cap¨ªtulo. Todo Tint¨ªn completo e inconcluso (pues al igual que El hombre sin atributos es una obra que qued¨® sin acabar) configura una sola historia de formaci¨®n. Y porque los ni?os lo saben, son los primeros que quieren leer todos los ¨¢lbumes juntos, seguidos. A la biblioteca, los ni?os no ¨ªbamos los s¨¢bados a leer Tint¨ªn, sino a leer tintines.
No le da tiempo a Herg¨¦ de escapar del linchamiento, de salvarse, porque tampoco le va a dar tiempo de terminar su obra. Muere en 1983, y en la Barcelona de 1984 la Fundaci¨®n Joan Mir¨® le monta una exposici¨®n por todo lo alto. Herg¨¦ hab¨ªa homenajeado antes al pintor catal¨¢n en un ¨¢lbum de t¨ªtulo complicado y enigm¨¢tico: Stock de coque. El villano Rastapopoulos tiene colgado un mir¨® en la cabina de su yate Scheherazade.
Pero entonces, en el orwelliano a?o de 1984, lo m¨¢s emblem¨¢tico de nuestra progres¨ªa creativa e intelectual le saldr¨¢ al encuentro al nombre de Herg¨¦ (pues el hombre de Herg¨¦ ya no est¨¢) y contestar¨¢ con el Manifiesto contra la exposici¨®n Tint¨ªn y Herg¨¦. Les ofende a los firmantes que se le haga caso a un tipo tan pol¨ªticamente sospechoso, pero no quieren decirlo as¨ª. Esto otro es lo que argumentan: ¡°En nuestras latitudes, donde los c¨®mics a¨²n no han conseguido el merecido prestigio oficial y popular que han alcanzado en otros pa¨ªses cultos, resulta sumamente peligroso para el reconocimiento adulto del noveno arte que la Fundaci¨®n Mir¨® elija, para su primera exposici¨®n monogr¨¢fica de c¨®mics, una obra con destinatarios infantiles y sin el rango est¨¦tico suficiente para ser hu¨¦sped de una entidad con un nombre tan ilustre¡±. Siempre traicionando a los ni?os. La cita, la noticia entera est¨¢n disponibles en la hemeroteca online de EL PA?S con fecha del 14 de septiembre de 1984.
Los alucinantes viajes de Tint¨ªn no son los viajes extraordinarios de Julio Verne, otro franc¨¦s, otro satisfecho de s¨ª mismo. Verne quiere explicar el mundo y Herg¨¦ quiere descubrirlo. Tint¨ªn es el descubrimiento del mundo, y por eso, en la que va a ser su ¨²ltima aventura terminada, Tint¨ªn y los p¨ªcaros, ocurre el hecho m¨¢s trascendental en la biograf¨ªa del muchacho. Ha dejado de llevar sus eternos bombachos, ya le da verg¨¹enza llevar pantalones cortos, y aparece con vaqueros. El cuerpo cubierto y el mundo descubierto. Esto es lo que nos ha contado Herg¨¦ con su joven anarquista.
Javier P¨¦rez And¨²jar es escritor, autor entre otras obras de Todo lo que se llev¨® el diablo y Paseos con mi madre.
Una exposici¨®n en Barcelona provoc¨® una protesta porque se le hac¨ªa caso a un tipo pol¨ªticamente sospechoso
Babelia
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