Impostores
'The Americans' es valiosa por varios motivos, y uno de ellos es la capacidad de sus esp¨ªas protagonistas para mimetizarse en otros personajes y la culpabilidad que sienten cuando empatizan con los enga?ados
La impostura como material de ficci¨®n es sabrosa y su secreto est¨¢ en el punto justo de cocci¨®n de la dicotom¨ªa moral que amenaza a sus protagonistas, atrapados entre la adicci¨®n al personaje que interpretan y la escasa o nula mala conciencia.
La serie The Americans es valiosa por varios motivos, y ahora vamos con ellos, pero uno de ellos es la capacidad de sus esp¨ªas protagonistas para mimetizarse en otros personajes y la culpabilidad que sienten cuando empatizan con los enga?ados.
La mujer de Martin Guerre, una preciosa novela de Janet Lewis que ha recuperado Reino de Redonda, puede consolidarse como uno de los iconos de la impostura al tratar el regreso de un marido dudoso, pero mejorado, tras ocho a?os de ausencia a su hogar en la Francia campesina del siglo XVI. Lo mejor no es el enga?o, sino el conflicto de la mujer entre acomodarse al hombre perfecto, pero falso, o luchar por la verdad. Javier Cercas dibuj¨® el caso de Enric Marco, falsa v¨ªctima del nazismo, en El impostor (Literatura Random House, 2014). Y Angelina Jolie luch¨® por el regreso de su verdadero hijo tras acoger durante un tiempo a un peque?o farsante en El intercambio (Clint Eastwood, 2008).
En The Americans, lo que liga la salsa no es tanto el disgusto de los enga?ados como la propia mala conciencia de los impostores, una atractiva pareja de esp¨ªas rusos arraigados en EE UU que logran conquistar la confianza de quien se proponen para conseguir informaci¨®n. Es una serie de ¨¦poca en el mejor sentido, porque nos retrotrae a una que reconocemos muchos: los ochenta, tiempos de gran autoridad del televisor, de terror al hongo nuclear y unos sof¨¢s de escai que est¨¢n m¨¢s cerca de lo que desear¨ªamos.
La cuarta temporada, adem¨¢s, ha multiplicado el desaf¨ªo al trasladar el enga?o a un lugar prohibido: la hija. Ya que los hijos suelen creer que son ellos los que nos enga?an, el truco genial es que aqu¨ª todo puede ser al rev¨¦s. Otra aciaga y suculenta dicotom¨ªa moral.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.