El Bosco, mucho m¨¢s que demonios
El Prado desmonta las dudas sobre el artista, del que se cumple el quinto centenario de su muerte con una exposici¨®n irrepetible
En el extraordinario montaje esc¨¦nico de una muestra a buen seguro irrepetible ¡ªEl Bosco. La exposici¨®n del V Centenario¡ª estallan las bestias temibles, los demonios voladores, las ninfas desnudas y el correlato interminable de una taxonom¨ªa procedente del pa¨ªs de qui¨¦n sabe d¨®nde. Cinco siglos tienen los reto?os de Jheronimus van Aken, El Bosco (¡®s-Hertogenbosch, ducado de Brabante, actual Holanda, nacido en torno a 1450, muerto en 1516). Pero seguimos dando palos de ciego. Sigue el profano y siguen los expertos ¡ªdue?os de mil datos e hip¨®tesis pero igualmente abrumados por la fascinaci¨®n y la duda¡ª buscando entre la niebla la piedra filosofal que d¨¦ acceso a los porqu¨¦s.
Los porqu¨¦s de estas paradas de monstruos, de estas preciosas v¨ªrgenes que vienen del g¨®tico tard¨ªo y viven en el Renacimiento, del cruce de caminos entre el bestiario medieval y el mensaje b¨ªblico, de esta absoluta falta de jerarqu¨ªa y fascinante totum revolutum en la propuesta pict¨®rica. No se enga?e nadie: el misterio permanece. No se enga?a Miguel Zugaza, director del Museo del Prado, que no duda en colocar el siguiente titular a esta muestra que cuenta con el mecenazgo de la Fundaci¨®n BBVA: ¡°Una exposici¨®n para empezar a entender algo de El Bosco¡±. A su lado, el historiador e hispanista sir John Elliott, invitado fugaz en medio de los ¨²ltimos retoques a la exposici¨®n, asent¨ªa cuatro d¨ªas antes de la inauguraci¨®n con rictus de desconcierto ante el Tr¨ªptico de la adoraci¨®n de los Magos: ¡°Misterio puro¡±.
Misterio s¨ª, dudas no. Tanto hay de lo primero en la pintura de Van Acken que algunos creyeron oportuno sembrar semillas de lo segundo. En febrero, los responsables holandeses del llamado Bosch Research Project, un proyecto de investigaci¨®n que emple¨® seis a?os en estudiar la autor¨ªa de las obras del artista por todo el mundo, desatribuy¨® tres de las obras que alberga El Prado: Las tentaciones de San Antonio Abad, La extracci¨®n de la piedra de la locura y la Mesa de los pecados capitales. Hasta hoy mismo, la reacci¨®n del equipo directivo de la pinacoteca fue de perfil bajo, digamos de una callada indignaci¨®n. Con motivo de la multitudinaria presentaci¨®n de la muestra, se ha convertido en una respuesta tan profesional como demoledora.
Tanto Miguel Falomir, director adjunto de Conservaci¨®n del museo, como Pilar Silva, comisaria de la exposici¨®n y conservadora jefa de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte, han reivindicado la autor¨ªa de esas tres obras, autor¨ªa que El Prado mantiene de manera oficial en sus cartelas. ¡°Cuando alguien atribuye o desatribuye obras de arte son necesarios argumentos de ¨ªndole cient¨ªfica, documental o de conocimiento de la historia del arte, y aqu¨ª no se dan esos argumentos¡±, asegura Falomir, quien a?ade: ¡°No rechazamos esas desatribuciones por inmovilismo nuestro¡ ya hemos cambiado atribuciones cuando nos han convencido con argumentos¡±. Ejemplo de ello fueron en su d¨ªa el Retrato de la Infanta Margarita, que dej¨® de ser un vel¨¢zquez, y El coloso, que dej¨® de ser un goya.
Pilar Silva sostiene sin asomo de duda que ¡°estas son obras de El Bosco¡± y lamenta que las propuestas de desatribuci¨®n de los expertos holandeses fueron hechas ¡°sin ning¨²n pudor¡±. Los conservadores y t¨¦cnicos de El Prado han llevado a cabo una exhaustiva labor de an¨¢lisis cient¨ªfico previo a la exposici¨®n, con nuevas radiograf¨ªas, dendrocronolog¨ªas y an¨¢lisis de pigmentos practicadas a las pinturas de El Bosco. Todas esas pruebas, los textos del cat¨¢logo y la exposici¨®n en s¨ª misma constituyen todo un pu?etazo en la mesa por arte de los responsables de El Prado, aunque no les guste demasiado esa expresi¨®n.
Volvamos al ¨¢mbito del misterio. El misterio es, en efecto, un valor a?adido y la gente se vuelve loca con El Bosco, un pintor parad¨®jico: hipn¨®tico en el fondo y en la forma, en los temas y su factura, pero a la vez tan dif¨ªcil de mirar. Por eso, ¨²nicamente Goya y Vel¨¢zquez compiten con ¨¦l en el fervor popular, cada d¨ªa en El Prado, no hay m¨¢s que ver el colapso perenne en la sala donde conviven El jard¨ªn de las delicias, Adoraci¨®n de los Magos, Las tentaciones de San Antonio Abad, Mesa de los pecados capitales y La extracci¨®n de la piedra de la locura.
Todas estas obras maestras, junto a otro medio centenar de pinturas del artista y de su taller, integran el corpus de esta exposici¨®n, con la que el museo conmemora cinco siglos de la muerte de uno de los creadores m¨¢s indescifrables de la historia. Permanecer¨¢ abierta hasta el 11 de septiembre.
Los tr¨ªpticos como principio y fin de viaje
Esta exposici¨®n es un viaje circular en torno a los tr¨ªpticos de El Bosco, principio y fin de la muestra. El plus a?adido es que esta vez el visitante puede contemplar no solo el anverso de este magisterio de imaginaci¨®n y t¨¦cnica, sino tambi¨¦n su reverso. La parte trasera de los tr¨ªpticos, las puertas, conforma una aut¨¦ntica cara B de esta cita con los santos y con los monstruos. Algunas de esas puertas ¡ªcomo en el caso del Tr¨ªptico de la adoraci¨®n de los Magos¡ª conservan sus bisagras originales¡ bisagras de hace m¨¢s de 500 a?os.
Algunos de ellos no han tenido que hacer muchos kil¨®metros: son inquilinos permanentes de El Prado. El jard¨ªn de las delicias, El carro de heno, Adoraci¨®n de los Magos, este ¨²ltimo en su primera exhibici¨®n p¨²blica tras la minuciosa restauraci¨®n en los talleres de la pinacoteca a cargo de Herlinda Cabrero. A otros los introdujeron con toda la delicadeza del mundo en camiones o en aviones y han viajado desde sus lugares de residencia: Las tentaciones de San Antonio viene del Museo de Arte Antiga de Lisboa. Es una de las obras clave en la escasa producci¨®n del artista y su pr¨¦stamo ha sido todo un asunto de estado. Solo un acuerdo entre los gobiernos espa?ol y portugu¨¦s y la contrapartida de la cesi¨®n al museo lisboeta del Autorretrato de Durero ha hecho posible el aterrizaje en El Prado de esta pintura. El tr¨ªptico del camino de la vida, en cuyas cartelas pone claramente la palabra "desmontado", viene en efecto de tres ciudades distintas. Uno de los paneles, La nave de los necios, procede del Louvre de Par¨ªs. Otro, Alegor¨ªa de la intemperancia, ha viajado desde su casa de la Universidad de Yale; y el tercero, La muerte y el avaro, tambi¨¦n ha cruzado el Atl¨¢ntico desde la National Gallery of Art de Washington. El conjunto se completa con obras de El Bosco y de su entorno cedidas por museos de Rotterdam, Londres, Viena, Venecia, Berl¨ªn, Fr¨¢ncfort, Brujas, Gante, Valencia, Nueva York, Kansas, Boston, Los ?ngeles¡
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