Puerta grande para Sergio Gal¨¢n

El caballero Sergio Gal¨¢n sali¨® por la puerta grande de Las Ventas tras cortar una oreja en cada uno de sus toros despu¨¦s de sendas actuaciones acad¨¦micas en las que hubo efectividad con rejones y banderillas, pero poco lucimiento. Mat¨® bien y se llev¨® un premio a todas luces excesivo, pero justo porque as¨ª lo solicit¨® el p¨²blico presente.

Hizo fr¨ªo, mucho fr¨ªo, despejado estaba el cielo cuando comenz¨® el festejo, pero comenz¨® a oscurecerse hasta que cay¨® una tromba de agua que perjudic¨® especialmente a Joao Moura cuando lidiaba al sexto de la tarde.

Los toros de Ben¨ªtez Cubero ofrecieron un juego m¨¢s que aceptable, pues persiguieron con codicia a las monturas y derrocharon templaza y buen estilo, que es lo que se le pide a estos animales para los que tan pocos premios se reservan en las ferias. Como salen con los pitones despuntados¡­ Como si a los dem¨¢s, a sus hermanos de la lidia a pie, no les tocaran las puntan de sus defensas.

En fin, que la corrida ofreci¨® posibilidad de espect¨¢culo que la terna no aprovech¨® como deb¨ªa. Y no por falta de entrega, sino porque los tres caballeros ejecutan un rejoneo que suena a ¨¦pocas ya pasadas; como si no hubieran entrado a¨²n en la modernidad de las nuevas tecnolog¨ªas de un toreo a caballo que exprime las suertes y lleva la emoci¨®n y el entusiasmo arrebatador a los tendidos.

Ninguno de los tres lo consigue. Poseen buenas cuadras, bien entrenadas, pero se empe?an en clavar no ya a la grupa del caballo, sino all¨¢ donde le llega el largo del brazo. Y eso est¨¢ muy feo; repiten y repiten pasadas en falso; ejecutan las suertes despegadas y tienen una concepci¨®n del temple tan aceptable como superada por quienes figuran en la primera divisi¨®n especial del rejoneo.

Dicho lo cual, quede constancia de que el portugu¨¦s Rui Fernandes protagoniz¨® una actuaci¨®n muy decorosa; ventajista, eso s¨ª, pero valiente y decidida. Su momento culminante lo protagoniz¨® al acudir al encuentro del cuarto en el momento en que sal¨ªa de chiqueros y clav¨® un rej¨®n de castigo tan espectacular como atolondrado.

Fr¨ªo y acad¨¦mico, como siempre, Sergio Gal¨¢n todo lo hace f¨¢cil, pero le cuesta un mundo conectar con los tendidos. Sus faenas estuvieron presididas por la efectividad -ventajista tambi¨¦n-, pero le falt¨® el entusiasmo necesario para que su triunfo fuera apote¨®sico. No se equivoc¨® el presidente cuando le concedi¨® una sola oreja del quinto a pesar de la reiterada petici¨®n del respetable.

Moura templ¨® bien, se dej¨® tocar los caballos en demas¨ªa y quebr¨® muy lejos del toro. Aguant¨® el tipo con el chaparr¨®n y el suelo embarrado, y mat¨® mal. Cuando termin¨®, la gente hab¨ªa huido de la lluvia y el caballero se march¨® en silencio. Tampoco es eso, porque estuvo a la altura de sus compa?eros.