El Guggenheim de hace 30 a?os
El pabell¨®n Mies van der Rohe de Barcelona cumple tres d¨¦cadas de su segunda vida
Hace tres d¨¦cadas, un edificio sobrio, en las ant¨ªpodas de la gestualidad del Guggenheim de Frank Gehry, abri¨® la puerta a la arquitectura de vanguardia en Espa?a. Como el Guggenheim de Bilbao, no fue el motor sino la guinda que coron¨® la transformaci¨®n urban¨ªstica y arquitect¨®nica de un pa¨ªs que consolidaba su democracia. Ese icono moderno que anunciaba un cambio radical no era sin embargo nuevo. Lo hab¨ªa querido recuperar el arquitecto Oriol Bohigas convertido en visionario. Desde sus cargos como director de la Escuela de Arquitectura o como concejal de urbanismo del Ayuntamiento barcelon¨¦s, Bohigas quiso que la modernidad espa?ola fuera algo m¨¢s que Sert, Coderch y De la Sota. Busc¨® que la vanguardia arquitect¨®nica europea tendiera un puente hacia Espa?a, que alterara el plano de las ciudades y la fisonom¨ªa de los edificios. Por eso se adelant¨®: en los a?os cincuenta escribi¨® a Mies van der Rohe para pedirle permiso para reconstruir fielmente el pabell¨®n que el alem¨¢n hab¨ªa levantado en Montjuich durante la Exposici¨®n Universal de 1929. El autor de la casa Farnsworth se lo dio. Cuando, en 1980, el Ayuntamiento de Barcelona impuls¨® finalmente la reconstrucci¨®n del pabell¨®n alem¨¢n, Mies van der Rohe llevaba ya 11 a?os muerto.
Se cumplen treinta a?os de esa recuperaci¨®n. Corr¨ªa junio de 1986 cuando los arquitectos Ignasi de Sol¨¤-Morales, Cristian Cirici y Fernando Ramos recuperaron para Barcelona uno de los iconos m¨¢s elegantes de la vanguardia arquitect¨®nica del siglo XX. El pabell¨®n dar¨ªa lugar al premio m¨¢s importante que concede la Uni¨®n Europea, abrir¨ªa de par en par la puerta a la circulaci¨®n de los profesionales y servir¨ªa de sede para el debate arquitect¨®nico. Asociar¨ªa, en suma, la modernidad a la nueva arquitectura espa?ola, como quer¨ªa Bohigas.
As¨ª, un inmueble que naci¨® como construcci¨®n temporal, permanece ¨Creconstruido- con la solidez de un edificio eterno. Y con el calado de un dise?o que ha hecho evolucionar la arquitectura. Tal vez por eso, los primeros galardonados con el premio bienal que lleva su nombre (el aeropuerto de Stanstead de Norman Foster o la Estaci¨®n de Waterloo de Nicholas Grimshaw, a donde deb¨ªa llegar el tren que unir¨ªa el Reino Unido con la Europa continental) destacaron m¨¢s lo sobresaliente que lo necesario, la grandiosidad de las nuevas infraestructuras por encima del valor social. En ese ¨¢mbito, el galard¨®n tiene territorio para crecer durante este nuevo siglo. Premios como el de 2011 a la restauraci¨®n del Neues Museum de Berl¨ªn, realizada por David Chipperfield, invitan a pensar en ese camino. Un camino que, hasta ahora, se ha hecho eco de otros cambios habidos en la profesi¨®n consagrando proyectos realizados fuera de los pa¨ªses de origen de los arquitectos y que ha discrepado de otros galardones, como el Pritzker, reconociendo la arquitectura espa?ola y la brit¨¢nica ¨Ccon el premio a cuatro proyectos- por encima de cualquier otra nacionalidad.
Hijo de un comerciante de m¨¢rmoles de Aquisgr¨¢n, Ludwig Mies van der Rohe (1886-1969) fue cantero antes que arquitecto. Y eso puede verse en su pabell¨®n, una composici¨®n de vidrio, acero, travertino y m¨¢rmoles capaz de comunicar el credo miesiano de menos es m¨¢s.
Si Barcelona bautiz¨® el pabell¨®n con el nombre de su arquitecto, ¨¦ste hab¨ªa empleado el top¨®nimo de la ciudad para nombrar la silla y la mesa que amueblan la sala noble del pabell¨®n. Fueron estas butacas vanguardistas de acero y cuero las que autoridades alemanas emplearon para recibir al rey Alfonso XIII y a la reina Victoria Eugenia.
Por su parte, la combinaci¨®n de la transparencia y la solidez, la composici¨®n de los planos y la perfecci¨®n en los acabados coronaron a Van der Rohe como el modelo de arquitecto moderno. Uno no pod¨ªa reinventarse como Le Corbusier, pero pod¨ªa exigirse tanto como Mies van der Rohe. Como los mejores edificios de la historia, el pabell¨®n es hoy una construcci¨®n fuera del tiempo. M¨¢s vers¨¢til y elegante que monumental. A eso como m¨ªnimo deber¨ªan aspirar los futuros premios que llevan su nombre.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.