Y el mundo entero compraba discos
El actor Colin Hanks dirige un documental sobre la ascensi¨®n y ca¨ªda de Tower Records
En 2006, Colin Hanks (s¨ª, el hijo de Tom Hanks) se enter¨® que cerraba la cadena Tower Records, que lleg¨® a tener casi 200 tiendas en todo el planeta. Le asombr¨® enterarse de que el due?o, Russell Solomon, hab¨ªa comenzado vendiendo discos de pizarra en el drugstore familiar, en Sacramento (California), donde precisamente hab¨ªa nacido el actor: ¡°Siempre hab¨ªa sido motivo de orgullo c¨ªvico que Tower mantuviera su central en Sacramento¡±.
Decidi¨® que all¨ª hab¨ªa una historia. Y se reafirm¨® en su voluntad de dirigir un documental al tratar a Solomon: ¡°A primera vista, parece una biograf¨ªa muy estadounidense: el emprendedor que triunfa y luego se arruina. Al mismo tiempo, se escapaba de los t¨®picos: Russell era un bon vivant que dejaba mucho margen de actuaci¨®n a sus empleados, que ascendieron a su lado¡±.
"Terminaron liquidando los bienes de la empresa. No se dieron cuenta de que lo que realmente val¨ªa era el concepto¡±
Su concepto parece simple pero no hab¨ªa nada similar: funcionales almacenes de discos con un stock ampl¨ªsimo, que abr¨ªan 365 d¨ªas al a?o hasta las doce de la noche. Atendidos por unos dependientes que se parec¨ªan bastante a sus clientes. Colin menciona el entusiasmo con que le recibi¨® Dave Grohl: ¡°Hab¨ªa trabajado all¨ª, antes de Nirvana. Y me dijo que Tower era el ¨²nico sitio donde no le plantearon que se cortara el pelo o se vistiera de una forma determinada¡±.
No es la ¨²nica estrella que desfila ante la c¨¢mara en All Things Must Pass. Est¨¢ Bruce Springsteen, elocuente como siempre: ¡°Springsteen dice algo muy agudo: ¡®Durante los 20 minutos que pasabas en la Tower, todo el mundo parec¨ªa ser tu amigo¡¯. Era un lugar informal y amistoso¡±. Hanks tambi¨¦n ha localizado im¨¢genes de las visitas de Elton John: ¡°A Elton le abr¨ªan Tower cuando no hab¨ªa p¨²blico, para que comprara sin que nadie le molestara. Era un buen cliente¡±.
Recuerda Colin que Tower tambi¨¦n vend¨ªa v¨ªdeos, revistas y libros de culto. ¡°En Estados Unidos, las cadenas tienden a la homogeneizaci¨®n: se considera una virtud que todos sus establecimientos sean iguales. Tower era todo lo contrario. En Nueva Orleans encontrabas discos locales que no se vend¨ªan en San Francisco, e imagino que tambi¨¦n ocurr¨ªa al rev¨¦s¡±. Tower daba cancha a m¨²sicas minoritarias: generalmente, las secciones de jazz o m¨²sica cl¨¢sica apenas ten¨ªan clientes, pero se manten¨ªan como parte del compromiso de la tienda con los mel¨®manos.
En sus 46 a?os de vida, Tower vivi¨® dos fiebres del oro. La primera, a mediados de los sesenta, cuando los compradores juveniles pasaron del disco sencillo al elep¨¦. Y la m¨¢s intoxicante, a mediados de los a?os ochenta, cuando el LP fue reemplazado por el CD. ¡°Eso fue un boom tremendo, supuso doblar el precio de la misma cosa, aunque en realidad el CD era a¨²n m¨¢s barato de fabricar que el disco de vinilo. Un abuso que generar¨ªa una reacci¨®n en contra que, a la larga, resultar¨ªa fatal para Tower y para toda la industria del disco. Siempre se echa la culpa a la industria, pero se tiende a olvidar que el del disco era un negocio comparativamente joven¡±.
Colin cree que las descargas ilegales no acabaron directamente con Tower: ¡°Fueron de los primeros en crear una tienda online y me parece que ten¨ªan recursos para haberse mantenido. Su problema fue financiero: se expandieron de forma temeraria por todo el mundo; al no poder devolver los pr¨¦stamos, los acreedores quitaron el poder a Solomon y terminaron liquidando los bienes de la empresa. No se dieron cuenta de que lo que realmente val¨ªa era el concepto¡±.
Se demostr¨® en Jap¨®n. All¨ª, compraron el nombre y hoy siguen funcionando las tiendas Tower. El documental termina con una visita de Russell Solomon a su reto?o oriental, un edificio de nueve pisos en el distrito de Shibuya, en Tokio. La pregunta final a Colin Hanks es obvia: ?Sigue acudiendo a tiendas f¨ªsicas? ¡°Tengo mis tiendas favoritas, claro. All¨ª consegu¨ª mi disco preferido de ahora mismo, Post Pop Depression, de Iggy Pop. Pero me he descargado lo nuevo de Radiohead, ten¨ªa mucha curiosidad. Tambi¨¦n me he preguntado c¨®mo es que ellos, que se lo podr¨ªan permitir, no dan prioridad a las tiendas que defienden la m¨²sica¡±.
La excepci¨®n japonesa
No es casualidad que Tower Records sobreviva en Jap¨®n. El peque?o pa¨ªs asi¨¢tico mantiene una fort¨ªsima industria musical, respaldada por una legislaci¨®n extremadamente proteccionista. As¨ª, los discos made in Japan tienen un precio fijo. Para competir con las ediciones importadas, los lanzamientos japoneses suelen contener extras atractivos: temas in¨¦ditos, las letras en dos idiomas, tal vez un DVD.
Debido al alto coste de los discos, funciona un activo mercado de segunda mano, aparte de bibliotecas que prestan m¨²sica gratuitamente. Con todo, el consumidor local tiende al coleccionismo y no se contenta con copias caseras. Un alto porcentaje del mercado corresponde a m¨²sicas para adolescentes, desde el J-pop local al K-pop coreano; sus discos pueden incluir entradas para actos exclusivos o papeletas para participar en votaciones.
Ya saben, la zanahoria y el palo. Aparte de que las descargas ilegales sean contrarias a la ¨¦tica nacional, se castigan severamente, incluyendo penas de c¨¢rcel.
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