Robert Forster: aroma de gran reserva
El m¨²sico, todo un 'gentleman', ofrece un concierto elegante rescatando canciones de The Go-Betweens
Los buenos vinos siempre saben mejor con el paso del tiempo. Es una m¨¢xima popular tan cierta como recurrente para constatar que el envejecimiento no tiene por qu¨¦ ser un obst¨¢culo por mucho que los dictados comerciales de esta sociedad trepidante, sobre estimulada y rendida al marketing se empe?e en hacer de menos a todo lo que parece a?ejo, a aquello que no forma parte de la corriente principal del negocio, del escaparate lucrativo. En la m¨²sica de nuestros d¨ªas, hay pocos vinos que desprendan un aroma tan exquisito como Robert Forster, de siempre admirado y reconocido por su pertenencia a The Go-Betweens.
Con su intachable traje y camisa blanca, Forster ha ofrecido una sobresaliente actuaci¨®n en el Primavera Sound, present¨¢ndose en el escenario del Auditorio como un caballero, todo un gentleman, de los medios tiempos. Sus canciones tienen una raza propia, sin llegar a ser baladas de corte cl¨¢sico pero tampoco celebraciones radiantes ni alegatos pop. Son composiciones que suelen transitar en la confesi¨®n folk-rock pero, debido a su regusto mel¨®dico y su henchida voz, adquieren un barniz pop. Se hacen extra?amente luminosas, magn¨¦ticas, de categor¨ªa.
Su virtud mel¨®dica viene de lejos, de su celebrad¨ªsima banda con Grant MacLennan, esa peque?a joya del pop independiente llamada The Go-Betweens, formaci¨®n salida a finales de los setenta de la lejana Australia, tierra a estudiar por su cantidad de grandes compositores mel¨®dicos. Si su condici¨®n de pura sangre del pop ven¨ªa garantizada, lo que maravilla ahora es esta etapa de madurez de Forster, que ya no podr¨¢ reunir nunca m¨¢s a The Go-Betweens, como en otras ocasiones, tras la muerte de MacLennan hace 10 a?os.
Recuper¨® muchas de las mejores composiciones del grupo durante el concierto, pero conviene destacar al Forster actual. El m¨²sico ha adaptado su gran talento compositivo a un cancionero propio de su edad, como si fuera ese tipo con car¨¢cter y estilo, que sabe llevar la edad con esmero y autoconfianza, sin rendirle cuentas a nadie m¨¢s que a s¨ª mismo. En el disco The Evangelist, publicado en 2008, lo demostr¨®, pero nada comparable a esa maravilla que no debi¨® pasar tan oculta el a?o pasado como Songs to Play, del que toc¨® un pu?ado de temas, que sonaron contundentes con su deje chulesco en la voz, como si fuera un Lou Reed sin chupa de cuero, m¨¢s bien vestido de etiqueta. A Forster se le puede ver dentro de ese grupo de gentlemen de los medios tiempos que han sabido envejecer con una dignidad art¨ªstica admirable, como Nick Lowe, Elvis Costello o Leonard Cohen. La edad es un grado, y, como los buenos reservas, Robert Forster desprende un aroma embriagador.
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