Los Chichos revientan el Primavera Sound, entre raperos y olor a comida
La ¨²ltima jornada del festival recompens¨® a quienes evitaron a unos dubitativos cabezas de cartel y decidieron honrar la verdadera naturaleza del evento
La vida es una cuesti¨®n de decisiones. Y la ¨²ltima jornada del Primavera Sound, con un cartel tan repleto de artistas apetecibles pero absolutamente dispares en su idiosincrasia, obligaba al espectador a tener que decidir qu¨¦ iba a ver y con ello concretar qui¨¦n era y en qui¨¦n se hab¨ªa convertido. As¨ª, a las siete y media de la tarde, Cat¡¯s Eyes, el grupo paralelo del l¨ªder de The Horrors, tomaban el Heineken Hidden Stage, esa suerte de club semiprivado sito en un parquin y que, m¨¢s all¨¢ del atractivo de lo peque?o o secreto, ha funcionado durante estas jornadas como refugio al que acudir cuando se quiere estar rodeado de gente que verdaderamente quiere ver ese concierto. Acceder requiere un nivel de producci¨®n que el transe¨²nte del festival ni se plantea. Estuvieron gloriosos, casi imperiales. Acompa?ados de un coro formado por cuatro muchachas que eran como un coro de voces v¨ªrgenes, pero suicidas, recordaron parte de su primero disco, pero sobre todo, se centraron en avanzar un segundo largo que promete ser algo realmente serio. Fue m¨¢gico. A medio concierto y a muchas lunas de all¨ª, empezaba Brian Wilson a desgranar otra vez su eterno Pet Sounds. Era el momento de elegir. Y como era pronto y la cabeza a¨²n discurr¨ªa con cierta fluidez, uno record¨® que lo de Wilson es algo que, en 2016, est¨¢ destinado a gente de 15 a?os que no lo ha escuchado ni visto antes o a gente de 45 que desde los 15 no ha sido capaz de encontrar algo nuevo que le interese. As¨ª, la decisi¨®n fue ir a ver a Pxxr Gvng, porque solo somos viejos una vez, y hay pocas veces en las que se pueda ver en un festival como este a un grupo cuya audiencia potencial es la gente que no puede permitirse la entrada a un evento de estas caracter¨ªsticas. En el escenario Adidas, la sorpresa al ver a los granadinos fue notable. Se han convertido en una banda de salsa, una especie de Calle 13 pero jocosos, con m¨¢s ganas de mojar el churro que de que mantener los manglares del mundo mojados. Con traje y acompa?ados por una banda con vientos, bongos y mucho tumbao, certificaron su pase de combo de malotes que hacen canciones blandengues a banda de tipos relajados que hacen canciones estupendas. Tu co?o es mi droga, ese hit de parking y after, es mucho mejor cuando deja de ser obra de un cani que se baja de su postureo para ver si le baja las bragas a alguna muchacha y se convierte en algo que tu madre o un fan de Brian Wilson dir¨ªa que es sabros¨®n.
Un rato m¨¢s tarde, en ese mismo escenario, resultaba imposible ver a Los Chichos. La aglomeraci¨®n era tal que lograr un espacio en el que su sonido Ca?o Roto no se mezclara con los formidables ritmos rotos de Pusha T ¨Cy el olor a comida, que ha logrado este a?o que uno, sin probar bocado, crea haber salido del evento con varios kilos de m¨¢s-, quien coincid¨ªa en el adyacente escenario Pitchfork, era imposible. La organizaci¨®n subestim¨®, sin duda, el alcance de su ¨®rdago. Los madrile?os han sido uno de los grandes temas de conversaci¨®n sobre el festival desde que se anunci¨® su inclusi¨®n en cartel. Que si era muy genial que se les reconociera. Que si les tra¨ªan como a monos de feria. Al final, lo ¨²nico que uno pudo concluir en aquel momento en el que el hiphopero y los rumberos compartieron brisa marina fue que hace falta que vengan m¨¢s bandas como Los Chichos y hace falta que llegue m¨¢s gente como Pusha T.
Tras la catarsis carcelaria que signific¨® el mix entre el rapero y los rumberos llegaba la inevitable hora de decidir con qu¨¦ actitud se iba a ver a Pj Harvey. La predisposici¨®n era buena, pero ella pronto demostr¨® estar m¨¢s preocupada por ser que por estar. Es un ser maravilloso ¨Ceso es casi una verdad universal-, pero estuvo poco y a ratos hasta mal. Y ah¨ª, esperando que algo pasara mientras la inglesa desgranaba su m¨¢s reciente cancionero, tocaba decidir entre esperar que la diva se humanizara o cruzar el recinto e ir a ver a Action Bronson, un rapero que en su tercera canci¨®n ense?¨® orgulloso que hab¨ªa saltado al escenario con zapatillas de ir por casa. Tras un arranque dubitativo en el que todas sus carencias se hicieron m¨¢s que palpables, el orondo pelirrojo remont¨® el vuelo y termin¨® gan¨¢ndose a toda esa audiencia que lleg¨® al escenario Primavera tras ver a Pj Harvey y antes de que arrancaran Sigur Ros con sus letan¨ªas insostenibles. Finalmente, y antes de que el evento entrara en los minutos en los que las parejas se pierden, los amigos se pelean, la gente se arrodilla para pedir un cigarrillo y todo huele a final que jam¨¢s quieres que llegue pero ma?ana despiertas pensando que lleg¨® tarde, Parquet Courts saltaron al escenario Pirchfork y dieron un concierto memorable. Desde Borrowed time a Dear Ramona, pasando por esos cl¨¢sicos que son ya Dust o Stone and Starving, la banda nos ense?¨® lo que hubieran podido ser The Strokes si aquella cosa del talento no hubiese sido para ellos lo que las gafas de sol para los dem¨¢s: algo que pierdes cada a?o. Son grandes y cuando los escuchas la ¨²nica decisi¨®n que barajas tomar es ir o no al ba?o, no vaya a ser que te pierdas alg¨²n tema como Sunbathing Animal.
Y luego la noche sigui¨®, pero lo que pas¨® mejor se lo cuentan los que se quedaron y, sobre todo, los que recuerden lo que hicieron.
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