Velitas para Jo?o Gilberto
El genial creador de la bossa nova cumple este viernes 85 a?os
Hace unos meses Bebel Gilberto colg¨® unas fotos con ¨¦l en Instagram. Fue la ¨²ltima vez que se le ha visto. Jo?o Gilberto vive recluido en un piso de alquiler ¨Cya pas¨® m¨¢s de diez a?os en un aparthotel- en el barrio de Leblon, en R¨ªo de Janeiro. La comida la encarga a un restaurante vecino. Duerme de d¨ªa y, de noche, siempre hay luz en su ventana. Llama a amigos ¨Ccon algunos nunca ha quedado cara a cara- y puede pasar horas hablando con ellos por tel¨¦fono. Con un hilo de voz que atrapa a su interlocutor. Si sale sale de casa, de madrugada, es para conducir. Y no es raro que regrese horas m¨¢s tarde sin haberse bajado del coche.
El personaje ha dado pie a un todo un rosario de an¨¦cdotas: una de sus ex asegura que la realidad es a¨²n m¨¢s divertida. Jo?o Gilberto se cas¨® con Astrud, con la que tuvo a Jo?o Marcelo, y luego con Mi¨²cha, la madre de Bebel. Y hace doce a?os fue padre de Luisa, de su relaci¨®n con una mujer casada de la alta sociedad carioca.
Naci¨® en Juazeiro, peque?a ciudad del sert?o de Bah¨ªa, lejos del mar. A la sombra del tamarindo de la plaza de la iglesia, tocaba la guitarra y cantaba aquel muchacho al que el p¨²blico de Tokio ha aplaudido durante media hora al final de un concierto. En 1958 grab¨® un 78 rpm con Chega de saudade, de Jobim y Vinicius de Moraes. En la etiqueta -sello Odeon n? 14360-, la canci¨®n figura como ¡®samba can??o¡¯. Todav¨ªa no se hablaba de bossa nova. Pero su voz susurrante y su guitarra iban a marcar la historia de la m¨²sica. Aunque en Brasil se alzaran entonces voces en contra: al gerente de una cadena de grandes almacenes le atribuyeron el comentario "?por qu¨¦ graban ahora a cantantes resfriados?".
Elige alguna canci¨®n de su memoria ¨Cprobablemente la escuch¨® de chico en Juazeiro- y la toca una y otra vez, deconstruy¨¦ndola hasta encontrar la esencia. En una b¨²squeda obsesiva de la perfecci¨®n. Ya sea de Ary Barroso, Dorival Caymmi, Cole Porter, Consuelo Vel¨¢zquez o Charles Trenet, nadie supera su interpretaci¨®n. Con ¨¦l lo complejo parece sencillo. Pill¨® la batida del tamborim con tres dedos de la mano derecha y la del bombo con el pulgar, y ralentiz¨® la samba. La misma cadencia, casi como un mantra, y una divisi¨®n r¨ªtmica matem¨¢tica: puede cantar adelant¨¢ndose o retras¨¢ndose en relaci¨®n a la guitarra. En 1964, al publicarse el disco Getz/Gilberto, la revista Down Beat asegur¨® que hac¨ªa cuarenta a?os que nadie influenciaba la m¨²sica norteamericana como lo estaba haciendo Jo?o Gilberto.
Son ya m¨¢s de tres lustros sin grabar y casi el doble sin dar entrevistas. Se habl¨® de una gira y, por dos veces, pareci¨® que s¨ª, que se concretaban ciudades y fechas, pero termin¨® por cancelarse. Quiz¨¢ ya no vuelva. Dice el periodista Luis Nassif que Jo?o Gilberto se escondi¨® en un pliegue del tiempo donde espera el momento de partir definitivamente. Este viernes cumplir¨¢ 85 a?os. Y Caetano Veloso seguir¨¢ cantando que ¡°mejor que el silencio solo Jo?o¡±.
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