Cervantes en Argel, cautivo del olvido
La ciudad donde el escritor pas¨® cinco a?os preso apenas mantiene su memoria con una cueva cerrada que casi nadie visita
El autor del Quijote desembarc¨® preso en Argel con 28 a?os y regres¨® cinco a?os despu¨¦s, en 1580, libre y rescatado. En ese periodo, Miguel de Cervantes intent¨® fugarse hasta en cuatro ocasiones de una ciudad que ya era el mayor nido de piratas en el Mediterr¨¢neo, con m¨¢s de 25.000 cristianos presos. En la segunda intentona (1577) acord¨® con su hermano Rodrigo que una fragata lo viniera a buscar. Cervantes esperar¨ªa el barco junto a otros cautivos en una gruta situada en las afueras de Argel desde donde se divisaba el mar. A la sombra de esa cueva hoy en d¨ªa juegan al domin¨® varios vecinos. El guardi¨¢n no viene por las tardes y tampoco acudir¨¢ el lunes 6 de junio por la ma?ana, primer d¨ªa de Ramad¨¢n.
La cancela tiene telara?as. Si el guardi¨¢n apareciese podr¨ªamos pisar una cueva con forma de ele, de nueve metros de profundidad y tres metros en su punto m¨¢s ancho. Al lado de la puerta hay dos placas rotas. Y m¨¢s all¨¢, otra placa de azulejos escritos en ¨¢rabe y en espa?ol, con el famoso texto de la Historia del Cautivo inserto en el Quijote, donde Cervantes describe el mestizaje ling¨¹¨ªstico de aquel Argel: ¡°Me dijo en lengua que en toda la Berber¨ªa y aun en Constantinopla, se habla entre cautivos y moros, que ni es morisca, ni castellana, ni de otra naci¨®n alguna, sino una mezcla de todas las lenguas, en la cual todos nos entend¨ªamos¡±. Un atento lector ha tenido a bien enmendar a Cervantes golpeando la placa hasta tachar la palabra moro. Tal vez ese gesto sea el m¨¢s apasionado que haya despertado Cervantes en la Argel de hoy.
La embajada espa?ola en la capital argelina pretende levanta ah¨ª un espacio para divulgar la obra de Cervantes. Pero las buenas intenciones han topado con la realidad. Y la realidad es que el terreno pertenece al distrito de Belouizdad, es decir, al Estado argelino. Y encima de la gruta, situada en el bulevar Cervantes, hay varias familias que viven en chabolas. En Argelia la vivienda para los m¨¢s pobres est¨¢ garantizada por un Estado de origen socialista. Y si no consigue garantizarla, el Gobierno har¨¢ lo imposible por no expulsar a esas familias que llegaron del campo en la d¨¦cada de los noventa huyendo de la guerra entre militares y yihadistas. El centro de divulgaci¨®n, por tanto, deber¨¢ esperar.
La embajada espa?ola procura organizar de vez en cuando alg¨²n acto en la gruta. ¡°As¨ª nos aseguramos de que al menos se mantiene cuidado el lugar¡±, indica la directora del Instituto Cervantes en Argel, Raquel Romero. ¡°Lo dif¨ªcil no es crear un espacio. Yo podr¨ªa hablar ahora mismo con Repsol y ellos estar¨ªan encantados de hacerlo. Lo dif¨ªcil ser¨ªa mantenerlo, conseguir que haya un personal que cuide el centro¡±.
Hace dos a?os, Al Huffington Post Argelia public¨® un reportaje sobre la cueva que comenzaba as¨ª: ¡°Haga la prueba. Pregunte a cualquier vecino de Argel si conoce la gruta de Cervantes. Ver¨¢n que todo el mundo ha o¨ªdo hablar de ella, pero nadie ha puesto los pies all¨ª¡±. (¡). Dos a?os despu¨¦s, y con la llegada del IV aniversario de su muerte, nada ha cambiado. ¡°Mucha gente en la ciudad piensa que Cervantes era un h¨¦roe argelino de la guerra de la independencia contra los franceses (1954-1962)¡±, explica Romero. ¡°El problema es que no hay inter¨¦s en fomentar su obra. En Argelia existen dos mundos paralelos: uno arab¨®fono y nacionalista, que se centra en la lucha por la independencia; y otro franc¨®fono, para el que todo lo bueno del pa¨ªs proviene de Francia. Ambos se ignoran. Y en medio de ellos queda la figura de Cervantes, sin nadie que la reivindique¡±.
Sin embargo, la vida de Cervantes en Argel sigue alimentando las librer¨ªas. La autora Isabel Soler acaba de publicar en la editorial Acantilado Miguel de Cervantes: los a?os de Argel (128 p¨¢ginas, 11 euros). ¡°Y aqu¨ª, en Argel, cada vez que llega un espa?ol pregunta por la cueva y quiere visitarla¡±, indica Romero. La cueva es el lugar mejor conservado. Pero el Instituto Cervantes organiza a veces paseos por los lugares que en su d¨ªa pudo haber pisado el escritor en Argel.
En el centro de la capital hay palacios rehabilitados que dan una idea de lo que eran las casas de los grandes mercaderes. Existe tambi¨¦n la sospecha de que el Mercado de Esclavos, donde desnudaban y vend¨ªan a los cautivos, se encontraba en las inmediaciones del actual edificio del Tesoro P¨²blico, polvoriento y de aspecto desvencijado.
El historiador argelino Benafri Chakib, especialista en los tres siglos (desde 1516 a 1830) en los que el Imperio otomano domin¨® Argelia, aclara que en realidad esclavos solo eran los subsaharianos. ¡°El resto eran cautivos, gente que pod¨ªa comprar su libertad y que pod¨ªa incluso ir a la taberna al terminar su trabajo¡±.
En cualquier caso, quien quiera ahondar en el conocimiento de Cervantes y su ¨¦poca argelina deber¨¢ esquivar la basura de las calles en el centro antiguo de la capital y, sobre todo, echarle un poco de imaginaci¨®n al asunto. Lo cual no deja de ser un buen homenaje a Cervantes.
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