Otros bochornos
Muhammad Al¨ª no era un pensador, pero supo entender su papel, algo que queda patente en su autobiograf¨ªa
Bochornosa, pegajosa, estupefaciente tarde de s¨¢bado. La primera cadena de la televisi¨®n p¨²blica emite urbi et orbi el cada vez m¨¢s inaceptable, incivilizado y sanguinario espect¨¢culo de la matanza de seis toros, seis, a cargo de un tipo resplandeciente de lentejuelas y alamares que se pavoneaba en un albero te?ido de jalde frente a una multitud ansiosa de presenciar una faena rebosante de ¡°arte¡±. En un libro que conservo como oro en pa?o (Ritos y juegos del toro, Taurus, 1962), el historiador de las religiones ?ngel ?lvarez de Miranda (1915-1957) afirma que ¡°desde sus primeras manifestaciones (...) la corrida moderna considera la muerte del toro no como un elemento esencial, sino como la culminaci¨®n de la fiesta¡±. Claro que, fiesta, a su modo, tambi¨¦n lo fue la de la guillotina, con sus ritual, sus ¡°suertes¡±, y sus tricoteuses que no perd¨ªan ripio del espect¨¢culo de la decapitaci¨®n y, luego, regresaban con su silla a casa. Hay fiestas que pudieron tener sentido y que hoy repugnan a la sensibilidad de la mayor¨ªa. ?Que se pierden tradiciones?: tambi¨¦n se ganan otras; ¡°no debemos pensar ni actuar como hijos de nuestros padres¡±, dec¨ªa Her¨¢clito en fragmento que Marco Aurelio comentaba as¨ª: ¡°Es decir, aceptar simplemente las cosas heredadas¡±. Apago el aparato de las im¨¢genes bochornosas y me viene a la cabeza, sin (aparente) relaci¨®n, unas palabras recientemente le¨ªdas del fallecido Muhammad Al¨ª, antes conocido por su ¡°nombre de esclavo¡± Cassius Clay, acerca de otro espect¨¢culo de sangre del que fue protagonista indiscutible hace ya m¨¢s de medio siglo: ¡°Los boxeadores son animales que vienen a entretener a la gente rica blanca¡±(...), ¡°los amos [del boxeo] toman a dos de nosotros, grandes esclavos negros, y los ponen a luchar mientras apuestan a que su esclavo machacar¨¢ al del otro¡±. Muhammad Al¨ª no era un pensador, pero supo entender su papel, algo que queda patente en su autobiograf¨ªa El m¨¢s grande (T& B editores), en la que, por cierto, trabaj¨® Toni Morrison durante sus a?os como editora en Random House. Y cuando se enfrent¨®, a cuenta de su negativa a ser enviado a Vietnam, al establishment blanco que le hab¨ªa ensalzado hasta el delirio, se convirti¨® en un icono de los derechos civiles y del orgullo racial negro. Medio siglo despu¨¦s de la eclosi¨®n p¨²blica de aquel orgullo malherido y de la fundaci¨®n de los Black Panthers, dos editoriales recuperan sendos libros de Angela Davis, una de las figuras m¨¢s ic¨®nicas e interesantes de aquella d¨¦cada tambi¨¦n prodigiosa para la igualdad de las razas: su Autobiograf¨ªa (Capit¨¢n Swing) y Una historia de la conciencia, que re¨²ne ensayos (incluyendo el c¨¦lebre Harta y cansada de estar harta y cansada) escogidos y prologados por Mireia Sent¨ªs (Ediciones del oriente y del mediterr¨¢neo).
Feria
Mejoraron las ventas en la Feria en su segundo fin de semana. Tampoco para echar cohetes, sin embargo; casi todo el mundo est¨¢ de acuerdo en que ya no volver¨¢n las cifras de ventas de antes de lo de Lehmann Brothers. Para mi (relativa) sorpresa las colas m¨¢s largas del domingo pasado correspond¨ªan a autores como Elisabet Benavent, Gona 89, Dalas Review, Mario Vaquerizo o Risto Mejide, de quienes no he tenido la suerte de leer nada. Ya ven: estoy fuera de onda, y a¨²n no me hago a la idea de lo que afirmaba Valeria Ciompi (Alianza) en una reciente entrevista: ¡°En la mayor¨ªa de manuscritos que recibimos hay una reducci¨®n de la sintaxis, del l¨¦xico; hay una aspiraci¨®n de ser entendidos por el gran p¨²blico, (por) un lector que quiz¨¢s est¨¦ menos dispuesto a prestar atenci¨®n al texto altamente literario y denso¡±. Por lo dem¨¢s, consegu¨ª, un a?o m¨¢s, el cat¨¢logo especializado que edita Feli Corvillo (librer¨ªa Polifemo), dedicado en esta ocasi¨®n a Carlos III y la ilustraci¨®n. Y me sorprendi¨®, plantado en medio de la riada de (presuntos) lectores y ojeadores de celebrities, la presencia de un admirable anciano disfrazado de preso con una pancarta en la que se le¨ªa, escueta y aseverativa, la leyenda Qu¨¦ milagrosa fe / votar a¨²n a PP o PSOE. En esta feria hay de todo.
Palabras
Tengo la suerte de contar entre mis amigos al acad¨¦mico Pedro ?lvarez de Miranda (a cuyo padre tambi¨¦n se cita en este sill¨®n), de cuya sabidur¨ªa l¨¦xica me aprovecho de cuando en vez. Participante durante muchos a?os del Seminario de Lexicograf¨ªa que, bajo la direcci¨®n del maestro Manuel Seco, elaboraba el Diccionario hist¨®rico de la lengua espa?ola, ?lvarez de Miranda tambi¨¦n dirigi¨® la 23? edici¨®n del DRAE, de modo que est¨¢ m¨¢s que habituado a disipar los estratos de significado que se van acumulando sobre las palabras y ocultan su nacimiento y biograf¨ªa. Pero, adem¨¢s, es uno de esos sabios que comprenden la importancia de comunicar bien lo que saben (¡°ense?ar deleitando¡±, como quer¨ªan los antiguos), por lo que leer sus libros constituye un aut¨¦ntico placer inteligente. He vuelto a experimentar la sensaci¨®n leyendo a saltos su ¨²ltimo libro M¨¢s que palabras (Galaxia Gutenberg) que, adem¨¢s, ofrece la ventaja suplementaria de no exigir al lector la lectura de cabo a rabo. ?lvarez de Miranda utiliza a menudo, para lanzarse al erudito juego de la pesquisa de las palabras, el est¨ªmulo de su uso por escribientes y hablantes; as¨ª, por ejemplo, reflexiona sobre ¡°coquilla¡± o ¡°bragueta¡± a partir de un texto de Javier Mar¨ªas, sobre el femenino de ¡°verdugo¡± a partir del ef¨ªmero comentario de un amanuense, o sobre la utilizaci¨®n de ¡°repampinflar¡± o ¡°refanflinfar¡± a partir de la respuesta de una pol¨ªtica que ya no se presenta a las elecciones. Si les gustan las palabras, no se pierdan este divertido (y cult¨ªsimo) libro de uno de sus m¨¢s conspicuos amantes.
Indispuesto
Veo en el blog de Javier Mar¨ªas (del que el novelista no se ocupa directamente) una referencia (con foto colectiva) a la visita de los actuales monarcas a la RAE, bajo el t¨ªtulo de El Rey con los Reyes, sin duda un gui?o a la condici¨®n de monarca (de Redonda) del autor. En la misma entrada se incluye un enlace a la cr¨®nica que de aquel momento escribi¨® Winston Manrique, y en la que, tras afirmar que al acto hab¨ªan asistido la mayor¨ªa de los acad¨¦micos, se a?ade que ¡°uno de los pocos ausentes fue Francisco Rico¡±. Inquieto ante una posible enfermedad del m¨¢s quijotesco de los acad¨¦micos, le llam¨¦ para preguntarle si se sent¨ªa indispuesto; ¡°f¨ªsicamente, no¡± me respondi¨® con laconismo estoico. Y no logr¨¦ sacarle una palabra m¨¢s.
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