El poder judicial en la literatura
Un repaso por la figura de los jueces y sus funciones en obras literarias. Desde El Quijote hasta 'De vidas ajenas', de Carr¨¨rre.
Si la novela es un espejo que se pasea a lo largo del camino, como aseguraba Flaubert, podr¨ªa ser interesante analizar c¨®mo ha reflejado la literatura la figura de los jueces y las funciones que ejercen. De salida debemos constatar la escasa presencia de la toga y las pu?etas en nuestros libros, m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito estrictamente jur¨ªdico. Y quiz¨¢s la explicaci¨®n m¨¢s convincente se encuentra en la oscuridad que durante siglos ha acompa?ado la labor judicial a los ojos de buena parte de la sociedad. Toda ficci¨®n narrativa necesita fijar unos personajes y conseguir que sean comprensibles para los lectores. Pero los magistrados nunca han deseado ser muy visibles, ni tampoco el arte de juzgar se ha divulgado demasiado.
Una referencia cl¨¢sica esencial son los consejos de Quijote a Sancho antes de que tome posesi¨®n como gobernador de la ¨ªnsula de Barataria, pues representan reglas admirables de prudencia, equidad y sensatez para enjuiciar casos concretos. En tiempos algo m¨¢s cercanos, Leopoldo Alas Clar¨ªn presenta un agudo y algo caricaturesco retrato del magistrado retirado V¨ªctor Quintanar, marido de la Regenta, al que caracteriza como ferviente aficionado al teatro de capa y espada; sin embargo, las alusiones a su actividad judicial son exiguas, aunque de ¨¦l se nos cuenta que las sentencias de muerte que firm¨® le causaron dolores de cabeza y que charlaba en la conversaci¨®n ¨ªntima como una sentencia del Tribunal Supremo llena de tecnicismos. Vicente Blasco Ib¨¢?ez nos plantea en su cuento La caperuza el contraste entre la ternura de un fiscal hacia su hijo y su papel p¨²blico como espada vengadora de la ley, acusaci¨®n implacable y voz que retruena como antesala del presidio, todo ello con un trasfondo en el que sobrevuela la desgracia familiar.
Fuera de nuestras fronteras ser¨¢ Kafka quien en El proceso describir¨¢ mejor que nadie la visi¨®n del juez como una sombra inaccesible, m¨¢s bien antip¨¢tica y situada sobre un altar de tr¨¢mites incomprensibles, inhumanos y absurdos. El solitario de Praga puso su formaci¨®n como jurista al servicio de una alegor¨ªa existencial que va bastante m¨¢s all¨¢ de la inexplicada acusaci¨®n contra el personaje principal. Pero, de paso, aprovech¨® para expresar on¨ªricamente la inc¨®moda sensaci¨®n que tant¨ªsimas personas han sufrido al pisar las tablas del sistema judicial.
En la literatura contempor¨¢nea
Las creaciones literarias contempor¨¢neas parecen indicarnos que se han producido transformaciones en la esfera judicial. En nuestro pa¨ªs las novelas de Lorenzo Silva ya no muestran un poder judicial aislado de la sociedad, sino m¨¢s bien una judicatura implicada con los problemas de su tiempo, como la corrupci¨®n. Silva es jurista como Kafka. Y tambi¨¦n es autor de argumentadas reflexiones sobre la influencia del derecho en la obra del escritor checo. Sus narraciones protagonizadas por dos agentes de las fuerzas de seguridad cuentan habitualmente con el contrapunto de magistrados instructores que ya han bajado de las viejas torres de marfil.
En la literatura francesa la aproximaci¨®n m¨¢s lograda sobre la actividad judicial puede encontrarse en la novela De vidas ajenas de Emmanuel Carr¨¨re. Frente a la mayor fascinaci¨®n narrativa que suele ofrecer la jurisdicci¨®n penal, dos oscuros magistrados de lo civil protagonizan un relato muy profundo sobre la vida y la muerte, el azar y el destino, la amistad y el amor. Resulta imposible no conmoverse ante la laboriosidad incansable de una jueza y un juez que intentan salvar de la defunci¨®n civil a los deudores de las entidades financieras. Y, a pesar de las dificultades, consiguen articular respuestas jur¨ªdicas equitativas para corregir desequilibrios legales que favorecen las cl¨¢usulas abusivas, los pr¨¦stamos usurarios o la publicidad enga?osa.
El juez alem¨¢n Bernhard Schlink comenz¨® su actividad literaria con diversas narraciones polic¨ªacas. Pero su consagraci¨®n lleg¨® con la novela El lector, en la que aborda con rigor las particularidades de un juicio al pasado de Alemania. Entre otros hilos argumentales, la obra tambi¨¦n nos permite reflexiones sobre la memoria y la culpa colectiva, sobre c¨®mo se resuelven judicialmente cr¨ªmenes grav¨ªsimos o sobre el castigo como forma de expiar infracciones que contaron con amplias complicidades.
La obra m¨¢s reciente que nos ha hablado con solidez sobre la actuaci¨®n del poder judicial es La ley de menor del novelista brit¨¢nico Ian McEwan. El relato se centra en una decisi¨®n de car¨¢cter ¨¦tico-jur¨ªdico. La magistrada protagonista debe valorar si autoriza una transfusi¨®n de sangre contra la voluntad de un adolescente, que no la acepta por motivos religiosos. La alternativa ser¨ªa respetar sus creencias para hacerlas prevalecer contra el dictamen m¨¦dico que advierte de un peligro inminente para su vida. Adem¨¢s, la narraci¨®n profundiza en numerosos aspectos sobre la actividad judicial: los dilemas resolutivos que a menudo se presentan a los jueces, las perturbaciones de conciencia que se generan tras las resoluciones, la responsabilidad de influir en la vida ajena hasta los niveles m¨¢s elevados.
Los narradores actuales nos presentan otro perfil de juez. Ya no es una autoridad dotada de un poder omn¨ªmodo, arbitrario o temido. Ya no son solo jueces varones, pues no por casualidad ahora abundan las magistradas entre los protagonistas. Se trata de un poder judicial m¨¢s conectado con la sociedad a la que debe servir. Por eso suele ser emp¨¢tico con las inquietudes ciudadanas, como la corrupci¨®n, los derechos sociales, la memoria de un pueblo o los conflictos morales. Las generaciones m¨¢s modernas de escritores est¨¢n reflejando esa nueva realidad a trav¨¦s de su espejo literario, para conducirnos a las entra?as de una profesi¨®n cada vez menos herm¨¦tica. As¨ª tambi¨¦n contribuyen a que alcancemos una justicia m¨¢s humana, m¨¢s accesible y m¨¢s justa.
* Joaquim Bosch es juez.
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