?Ol¨¦, Paco!
Se equivocan quienes han tomado a la ligera a Paco Le¨®n. Su habilidad para trascender lo anecd¨®tico y auparse a fen¨®meno de masas asombra
En esa zarzuela que era A¨ªda ¡ªtodav¨ªa muy presente en m¨²ltiples repeticiones televisivas y que se ha convertido en algo as¨ª como nuestro Friends patrio¡ª, Paco Le¨®n se llev¨® al huerto todo el share por medio del Luisma. Compuso un yonqui entre pillo e inocente que se manejaba a placer por un h¨¢bitat de barrio con tenderos como trozos de pan, adolescentes gais, putas sin rechazo del vecindario, due?os de bares racistas y familias desestructuradas en sus est¨¢ndares pero muy estructuradas respecto a la solidaridad con el pr¨®jimo.
Con su salto al cine inici¨® nuevas v¨ªas testimoniales y de negocio gracias a ese documento sobre su familia que nos sacudi¨® bajo el t¨ªtulo de Carmina o revienta, al tiempo que ahora denota un ojo cl¨ªnico para pulsar la sociolog¨ªa presente con Kiki, el amor se hace. Recientemente la ha montado bien gorda por medio de un g¨¦nero necesitado de buen champ¨² pare eliminar la caspa de su oscuro casticismo como es la zarzuela. Lo ha hecho, junto a Miguel del Arco, devolvi¨¦ndola a sus or¨ªgenes de nada inocente provocaci¨®n a la autoridad en ?C¨®mo est¨¢ Madriz!, ya fuera de cartel.
Se equivocan quienes han tomado a la ligera a Paco Le¨®n. Su habilidad para trascender lo anecd¨®tico y auparse a fen¨®meno de masas asombra. Hablamos de un artista capaz de ennoblecer la v¨ªa del costumbrismo y elevarla con naturalidad a los altares de la gran provocaci¨®n intelectual. Bebe de la calle para dibujar un espejo colectivo de hartazgos comunes, se convierte en portavoz de un sentimiento muy ardiente. No pasa por alto los ecos que le asaltan por las esquinas, vive la ciudad y la escucha para llenar de verg¨¹enza a quienes la fustigan. Es el c¨®mico que merecemos en estos tiempos de escarnio. Mirada limpia, discurso corrosivo pero fuera de lo alternativo. Una sabia y comprometida manera de sacar partido a esa ventaja inocua y descafeinada para la mayor¨ªa de lo que dan en llamar popularidad. As¨ª que: ?Ol¨¦, Paco!
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