The Who, la longevidad inimaginable
Los brit¨¢nicos, medio siglo de historia a cuestas, regresan a Madrid por vez primera desde 2007
El verso m¨¢s c¨¦lebre nacido de la prodigiosa imaginaci¨®n de Pete Townsend cumplir¨¢ en oto?o 51 a?os y, afortunadamente, no result¨® premonitorio. ¡°Espero morir antes de hacerme viejo¡±, vociferaba Roger Daltrey en la seminal My generation, un himno que este jueves, cuando resuene junto al Manzanares, interpretar¨¢n por en¨¦sima ocasi¨®n dos hombres que abominan de jubilarse: un cantante de 72 a?os y un guitarrista de 71.
Por el camino sucumbieron, bien es verdad, el bajista John Entwistle y el bater¨ªa Keith Moon, instrumentistas fabulosos que engrosaron la extensa n¨®mina de rockeros ca¨ªdos por los excesos de la profesi¨®n. Pero el t¨¢ndem fundacional no solo sobrevive airosamente tres generaciones despu¨¦s. Las cr¨®nicas se?alaron a The Who el verano pasado como la formaci¨®n m¨¢s excitante de cuantas pisaron los escenarios del mastod¨®ntico festival de Glastonbury, pese a participar como sustitutos de ¨²ltima hora para el hoy a?orado Prince. Townsend denunci¨® que hab¨ªan sufrido alg¨²n extra?o ¡°sabotaje¡± (sic) y que aquel fue uno de sus peores conciertos, pero la chavaler¨ªa veintea?era que los paladeaba por primera vez entr¨® en ¨¦xtasis con The kids are alright, I can see for miles, You better you bet, Pinball wizard o Baba O¡¯Riley. A ver qui¨¦n mejora eso.
La longevidad de The Who tiene algo de milagrosa. All¨¢ por 1965, con aquel apabullante primer LP que fij¨® las reglas del mod, los rumores de separaci¨®n ya eran incesantes. La bicefalia entre un vocalista que no escrib¨ªa y un compositor atormentado, esa especie de intelectual de clase media que despedazaba sus guitarras en escena, propiciaba un clima de permanente interinidad. Tommy y Quadrophenia fueron discos conceptuales de repercusi¨®n inmensa, pero las carreras en solitario de los cuatro iban minando el proyecto com¨²n. La p¨¦rdida de Moon, v¨ªctima de una sobredosis en 1978, fue preludio de dos discos prescindibles, Face dances y, en 1982, It¡¯s hard. Hubo que esperar casi un cuarto de siglo hasta el ¨²ltimo ¨¢lbum por el momento, Endless wire (2006), del que todos hablaron maravillas pero nadie acierta a recordar un solo t¨ªtulo sin repasar la ficha en la web de All music.
Tampoco importa en demas¨ªa. La excelencia de la obra rubricada entre 1965 y 1975 es tan may¨²scula como para asegurarle a The Who un lugar eterno en el pante¨®n del rock brit¨¢nico. Imposible olvidar las ense?anzas del locutor Vicente Cagiao, que all¨¢ por los a?os ochenta, en su programa Ciclos, pinchaba ineludiblemente cada tarde una pieza de Townsend junto a sendos ejemplos de Beatles, Stones y Kinks. Escasos como andamos de mitos en activo, hubo que recurrir a los Who para encabezar este s¨¢bado pasado el cartel de otro festival hist¨®rico, el de la Isla de Wight, o redondear el pr¨®ximo oto?o una cita de ensue?o en el Coachella (California) junto a Dylan, Rolling Stones, McCartney, Neil Young y Roger Waters, el ex de Pink Floyd.
Dos d¨ªas antes de comparecer en el Azkena vitoriano, los Who impartir¨¢n una lecci¨®n con unos 20 t¨ªtulos incontestables. Ni siquiera Be lucky, ¨²nico tema in¨¦dito en la reciente antolog¨ªa The Who Hits 50!, suele encontrar acomodo en el repertorio. Sobre un posible nuevo trabajo, supuestamente en agenda desde hace a?os, nadie ofrece garant¨ªas. Muy al contrario: Roger Daltrey declar¨® hace un par de semanas a Rolling Stone que atesora ¡°cinco muy buenas canciones¡± para un trabajo en solitario, pero que quiz¨¢ no llegue a publicarlo nunca. ¡°A los m¨²sicos nos est¨¢n robando cada d¨ªa con eso tan destructivo que se llama Internet¡±, argument¨®.
As¨ª las cosas, lo m¨¢s novedoso de los ¨²ltimos tiempos ha sido la escabrosa y fascinante autobiograf¨ªa de Townsend, Who I am, en la que admit¨ªa tentativas de suicidio, aclaraba para siempre aquella acusaci¨®n de pornograf¨ªa infantil y reconoc¨ªa sus pulsiones bisexuales, con Mick Jagger como uno de sus hombres m¨¢s deseados. En cuanto al mayor sobresalto reciente, anotemos la meningitis viral que asalt¨® a Daltrey en septiembre del a?o pasado.
Hoy, a priori en perfecto estado de revista, Roger y Pete se reencontrar¨¢n con un p¨²blico madrile?o que les echaba de menos desde aquel 17 de mayo de 2007, en el Palacio de los Deportes. Nueve a?os son muchos. Y m¨¢s cuando el futuro, a partir de cierto punto, se cierne como una nebulosa de incertidumbres.
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