Archibaldo de la Cruz escoc¨¦s

Las comedias negras se pueden afrontar de dos formas b¨¢sicas. Primera, como el que no quiere la cosa, sin subrayados en la interpretaci¨®n, en la puesta en escena y en los elementos formales (sonido y m¨²sica, principalmente), dejando que sean el guion, las situaciones y los personajes en s¨ª mismos los que provoquen la gracia y el sarcasmo. O segunda, acumulando actuaciones histri¨®nicas, recursos de direcci¨®n que deformen el plano, la imagen, el relato (todo un arsenal de grandes angulares), con el continuo empuje de la m¨²sica y el sonido, y la acumulaci¨®n de canciones de contraste. La leyenda de Barney Thomson, ¨®pera prima del actor Robert Carlyle, elige la segunda opci¨®n, la que se suele utilizar cuando no se conf¨ªa del todo en la grandeza del libreto.

Aun as¨ª, Carlyle es incapaz de levantar una pel¨ªcula negra de muertes y amputaciones, de demencias y frigor¨ªficos, de esas que podr¨ªan llevar como subt¨ªtulo aquella bella traducci¨®n de los a?os 90: T¨² asesina, que nosotros limpiamos la sangre. Una obra que, quiz¨¢ no por casualidad sino como referencia, echa mano de aquel maravilloso Archibaldo de la Cruz de Luis Bu?uel, el asesino en serie de Ensayo de un crimen (1955) que no mataba por querencia sino por casualidad. Tambi¨¦n con la navaja barbera como esencia, La leyenda de Barney Thomson apunta instantes de cierta fuerza, casi todos relacionados con el discurso social, pero incluso el personaje que interpreta Emma Thompson, que parece reci¨¦n salida de Little Britain, se le marcha vivo m¨¢s all¨¢ de la actuaci¨®n.

Carlyle, que parece haber estudiado el uso del gran angular de Danny Boyle en Trainspotting, ¨¦xito del que form¨® parte el actor escoc¨¦s, conf¨ªa tanto en Thompson (y en s¨ª mismo) que incluso es capaz de montar el reparto alrededor del recurso seguramente m¨¢s gracioso de la pel¨ªcula: que Thomson, de 57 a?os, sea la madre del propio Carlyle, de 55.