El fuego inconmensurable de Neil Young
El canadiense arrasa con su ¡®rock¡®n¡¯roll¡¯ salvaje en el mejor concierto del Mad Cool

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Su verso m¨¢s c¨¦lebre reza que es mejor quemarse que apagarse lentamente. Otro menos conocido proclama que, si no eres capaz de aguantar la vela hasta el final, mejor que no est¨¦s ah¨ª. Neil Young, uno de los iconos m¨¢s grandes de la m¨²sica popular, demostr¨® anoche sobre el escenario principal del festival Mad Cool que es el mayor portador vivo de la llama del rock¡®n¡¯roll, ese sonido que catapult¨® el nacimiento de la cultura juvenil que llega hasta nuestros d¨ªas, puso tambi¨¦n patas arriba al siglo XX durante alg¨²n inocente momento y todav¨ªa consigue hacer creer a una peque?a legi¨®n de seguidores que la vida pasa por lo que guarda una canci¨®n, como, por ejemplo, After the Gold Rush, con la que abri¨® en solitario su concierto en Madrid el m¨²sico canadiense, sentado al ¨®rgano, con la arm¨®nica atravesando la tarde en retirada.
Indomable y se?alando la incipiente luna tras una intensa Heart of Gold, Young elev¨® el rock¡®n¡¯roll al mayor de los estados, convirti¨¦ndolo en un asunto m¨ªstico, donde la fe mueve monta?as y tres acordes pueden salvar vidas. Sin pantallas detr¨¢s del escenario con las que entretener al personal, sin discursos ni parafernalias tan propias de la mercadotecnia del rock medi¨¢tico, el m¨²sico hizo un derroche de facultades tan asombroso y visceral que fue imposible pensar que ese tipo era un septuagenario en edad de jubilarse. Apareci¨® sobre el escenario con sombrero, camisa de cuadros gris y negra y su caracter¨ªstica cojera, como arrastrando el peso de media vida, pero acab¨® por imponer su ley. La ley de un m¨²sico dispuesto a sujetar la vela, y de qu¨¦ manera, del rock¡®n¡¯roll. Cuando salieron Promise of the Real, la banda del hijo de Willie Nelson, con la que se ha juntado como para beber de savia joven, y ellos alimentarse del viejo zorro, esa ley adquiri¨® forma de mandamiento.
Era una locura de 'rock¡®n¡¯roll' desnudo, fibroso, de 'jam' el¨¦ctrico y atormentado, pero que escond¨ªa toda verdad, cualquier verdad
No se trat¨® de que Young y el grupo triunfaran y se sobrepusieran al acople de sonido, un mal que ya ha afectado a m¨¢s de un concierto en el festival madrile?o, sino que atacaron como una banda de chamanes indios en gracia con los dioses de la naturaleza. Iban a morir, y se sab¨ªan con las estrellas de su lado. Todo su torrente de rock¡®n¡¯roll, caudaloso como un r¨ªo bravo, imparable como una manada de bisontes salvajes, se desprendi¨® con una fuerza impresionante. Imposible no ser atravesado. El trance de guitarras, la arm¨®nica apu?alando o la bater¨ªa desbocada acompa?aban a Young, con su voz agrietada y firme como un t¨®tem milenario, en canciones como Alabama, Winterlong o Down by the River, que sobrepas¨® los 15 minutos. Era una locura de rock¡®n¡¯roll desnudo, fibroso, de jam el¨¦ctrico y atormentado, pero que escond¨ªa toda verdad, cualquier verdad, dentro, como la mirada perdida y la sonrisa descolocada del propio Young, obsesivo en las formas, intratable en lo pol¨ªticamente correcto. No es osado decirlo: este anciano con aires de granjero es, seguramente, la verdadera y m¨¢s grande leyenda viva del rock¡®n¡¯roll en nuestros tiempos. Rockin' in the Free World lo demostr¨® para la posteridad.
Fue b¨¢rbaro, inconmensurable. No es que sujete mejor que nadie la vela del rock¡®n¡¯roll, es que Neil Young es el fuego.
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