De ardilla del periodismo a fact¨®tum de la cultura en espa?ol
Decenas de amigos rinden homenaje al periodista, editor y escritor Juan Cruz en la Casa del Lector de Madrid
El abuelo de Oliver entr¨® en la luminosa sala de la Casa del Lector y se sent¨®. Ayer tambi¨¦n deb¨ªa escuchar¡ Como lo ha hecho siempre desde que decidi¨® dedicarse al oficio que nunca se le ha ocurrido abandonar: el periodismo.
El abuelo de Oliver, m¨¢s conocido como Juan Cruz, adem¨¢s, deb¨ªa estarse quieto. Dos horas, sin rechistar. Eso no resulta tan com¨²n en quien, como record¨® su amigo de infancia en Tenerife, Fernando Delgado, hab¨ªa sido definido por un maestro com¨²n como esa ¡°ardilla del periodismo¡±. Lo dijo una vez don Ernesto Salcedo y se le qued¨® grabado a partir de entonces como un mantra.
Pero ah¨ª estaba Julio Llamazares, tambi¨¦n ayer en la Casa del Lector, no para negarlo, sino para llevarlo m¨¢s lejos. ¡°Porque Juan, ante todo, es un escritor¡±¡ Y editor y fact¨®tum y amigo tanto de su gente querida como de quienes no pueden considerarse tanto.
Porque Juan es generoso por vicio, por defecto, de f¨¢brica, gracias a la marca noble de una infancia humilde. Un territorio al que siempre sabe regresar para recostarse en el regazo de su madre o a sentir el esfuerzo moral inculcado por un padre al que tambi¨¦n retrat¨® en la impresa emoci¨®n del recuerdo que son algunas de sus obras como Ojal¨¢ Octubre o La foto de los suecos.
Nombres propios, presentes y ausentes
Cuando todos hablaron, Juan Cruz subi¨® al escenario para recordar a quienes le marcaron el pasado y quienes le proporcionan alegr¨ªa de vivir en el presente. Uno, su nieto Oliver, all¨ª presente, su hija Eva, su mujer, la tambi¨¦n periodista Pilar Garc¨ªa Padilla. Otro, Antonio Ca?o, director de EL PA?S, que le ha reactivado para el periodismo encarg¨¢ndole a los 68 a?os un puesto adjunto a la direcci¨®n en el diario. All¨ª estaba un escenario repleto de amigos y un sal¨®n de actos repleto de complicidades, empezando por Emilio Lled¨®, su maestro. Pero no pas¨® por alto recuerdos para quienes no siguen ya a su lado: Rafael Azcona, Jes¨²s e Isabel Polanco, Juan Carlos Onetti¡ Pero sobre todo sus padres, que le ense?aron, dijo, "el arte del silencio".
¡°Activista del sentir y del pensar¡±, a?adi¨® Manuel Rivas, entre l¨ªneas, desde la distancia, en unas palabras le¨ªdas por Diana Lara, que actu¨® de maestra de ceremonias. Lo hizo nada m¨¢s comenzar ese homenaje al que Juan se mostr¨® reacio cuando se lo propusieron. No por nada, sino por todo. Porque se encuentra inc¨®modo en esa posici¨®n cuando lo normal es que se los monte ¨¦l a todo quisqui. Pero ayer llegaba su d¨ªa. Y con eso C¨¦sar Antonio Molina, director de la Casa del Lector, ¡°esa figura por la que Juan ha dado todas las batallas¡±, asegur¨®, la instituci¨®n que le organiz¨® la fiesta, se propon¨ªa romper una marca casi ol¨ªmpica: ¡°Conseguir que se quede dos horas sin coger el tel¨¦fono¡±.
No se ha visto cosa semejante salvo en los vuelos trasatl¨¢nticos, donde vive gran parte del a?o. Porque desde Espa?a, en ese movimiento constante que lo llev¨® de su infancia en Canarias a Londres como corresponsal del naciente diario EL PA?S, luego a Madrid y de ah¨ª al resto del mundo, con parada sistem¨¢tica en Am¨¦rica, recordaba Pilar Reyes, disc¨ªpula en el arte de fraguar libros, Juan Cruz no sabe detenerse.
O de construir lectores, como recordaba una de las personas que mejor le conocen, su hija Eva, letraherida, como ¨¦l, adicta a leer hasta los papeles tirados en la calles. ¡°De ¨¦l hered¨¦ las manos, la mirada y el amor por la lectura. Nos gustan sobre todo los libros manoseados, con los lomos gastados, porque ambos sabemos que se han disfrutado¡±.
Sospecha Eva Cruz que Juan Luis Cebri¨¢n, cuando era director de EL PA?S, lo mand¨® a Londres para evitar que cada vez que entraba a su despacho intentara leer los papeles que ten¨ªa sobre la mesa, cuando ladeaba sutilmente la cabeza o sin llegar a ello, sencillamente mir¨¢ndolos del rev¨¦s.
Ah¨ª, en el peri¨®dico, en gran parte, Juan Cruz supo -sabe, mejor dicho-, seguir practicando uno de los vicios que desvel¨® su amigo el cineasta y escritor, David Trueba: ¡°Lo que creo que le gusta sobre todo es jugar¡±. Y de paso, contarse, contarnos. ¡°Entre ese estilo personal que une lo anecd¨®tico con el lirismo¡±, aseguraba Sergio Vila Sanju¨¢n, colega de La Vanguardia y amigo de Barcelona, donde cuenta con otra pasi¨®n: el Bar?a. ¡°Si hoy junt¨¢ramos sus obras completas conseguir¨ªamos el gran retrato de la cultura espa?ola en democracia¡±. Pero quedan muchos cap¨ªtulos. Entre los asistentes, lo que se adivinaba era un gesto de escepticismo. ?Un homenaje a Juan Cruz? Menudo disparate: ?Pero si siempre est¨¢ empezando!
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