La p¨¦rdida traum¨¢tica
Guiada por un magn¨ªfico Jake Gyllenhaal, la pel¨ªcula, divertid¨ªsima en su condici¨®n de terrible, s¨®lo decae un tanto en su n¨²cleo central
La vida es tan absurda que no pocas veces tiene que ser una tragedia la que nos lleve a darnos cuenta de la esencialidad de esas peque?as cosas que pasan a cada minuto por nuestros ojos, por nuestra piel y nuestras tripas. El drama como impulso para una nueva existencia, m¨¢s reflexiva, m¨¢s calmada, m¨¢s ins¨®lita, quiz¨¢, incluso m¨¢s exc¨¦ntrica. Como la del personaje protagonista de Demolici¨®n, interesant¨ªsima pel¨ªcula del canadiense Jean-Marc Vall¨¦e, repleta de detalles formales, magn¨ªfica casi en todo momento.
DEMOLICI?N
Direcci¨®n: Jean-Marc Vall¨¦e.
Int¨¦rpretes: Jake Gyllenhaal, Naomi Watts, Chris Cooper, Polly Draper, Wass Stevens.
G¨¦nero: tragicomedia. EE UU, 2015.
Duraci¨®n: 100 minutos.
Vall¨¦e, que desde su irrupci¨®n internacional con la muy creativa C.R.A.Z.Y (2005) siempre ha otorgado cierto estilo de autor a productos que en otras manos seguramente hubieran ca¨ªdo en la convencional, a pel¨ªculas como La reina Victoria (2009) y Dallas Byers Club (2013), asienta su puesta en escena y su montaje en un recurso siempre apasionante si se utiliza bien: el inserto, esos planos de apenas unos cuantos fotogramas, aparentemente desligados del conjunto de la secuencia, que llevan a ese determinado instante hasta otra dimensi¨®n, de tono, de tiempo, de g¨¦nero, incluso sensorial. Con un cierto halo de pel¨ªcula de finales de los 60 y principios de los 70, territorio magno del inserto, Demolici¨®n no transmite la sensaci¨®n de derrota y de necesidad de un nuevo impulso a trav¨¦s de los di¨¢logos, sino de recursos puramente cinematogr¨¢ficos: abruptas quitas del sonido, planos desenfocados, introducci¨®n de m¨²sicas de contraste, insertos.
Guiada por un magn¨ªfico Jake Gyllenhaal, la pel¨ªcula, aparente drama con toques de comedia negr¨ªsima, divertid¨ªsima en su condici¨®n de terrible, s¨®lo decae un tanto en un n¨²cleo central en el que quiz¨¢ se acumulan demasiados personajes exc¨¦ntricos (tres: el protagonista, una madura mujer y un cr¨ªo con visos de superdotado) y acusa un cierto regodeo en lo extravagante. Sin embargo, con sus semejanzas con El club de la lucha (mucha voz en off, tipo de puesta en escena, desorden narrativo, estado mental de su criatura), Demolici¨®n levanta el vuelo con la categor¨ªa de las grandes alegor¨ªas (La conversaci¨®n, a la que tanto debe, siempre en la memoria). Aquellas que dejan de lado el cansino realismo para escaparse por la palpitante inverosimilitud que retrata nuestro desconcierto.
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