Un humanista crepuscular
Steiner est¨¢ para demostrar que el anhelo de una cultura europea es un deseo ut¨®pico a la espera de un renacimiento
No es necesario ser pesimista para calificar a Francis George Steiner de humanista crepuscular. La crisis de las universidades europeas ¡ªhoy convertidas en mercados de pseudosaberes por lo que respecta a las ciencias humanas¡ª hace que una figura como la de Steiner, que profes¨® en diversas universidades de Estados Unidos y de Europa, resulte hoy pr¨¢cticamente irrepetible. Sucede lo mismo con Harold Bloom, si nos centramos en el campo de la literatura general y comparada, como habr¨ªa sucedido en el caso de los desaparecidos Auerbach, Curtius o Vossler, todos ellos formados en el terreno de las lenguas cl¨¢sicas y de muchas lenguas vivas de nuestro continente. Hubo un tiempo para adscribirse a lo que Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde llam¨® ¡°especialista en generalidades¡±, y ese tiempo est¨¢ perdido, si no es que ha desaparecido para siempre.
Steiner, que naci¨® en Par¨ªs, hijo de padres jud¨ªos y vieneses, conoci¨® el franc¨¦s por sus estudios en los Lyc¨¦es de Francia, y el alem¨¢n por sus progenitores. Tuvo la suerte de emigrar de Par¨ªs a Nueva York meses antes de la ocupaci¨®n de Francia por el Ej¨¦rcito alem¨¢n ¡ªy, lo que es peor, por los nazis¡ª, y all¨ª aprendi¨® la lengua inglesa. Luego estudi¨® en Chicago, en Oxford, en Harvard, y m¨¢s tarde profes¨® en Princeton, Innsbruck, Cambridge y Ginebra, entre otras universidades. Esto le permiti¨® conocer a fondo las lenguas con mayor acervo cultural de Europa, adem¨¢s de conocer desde ni?o las lenguas cl¨¢sicas ¡ªa los seis a?os su padre le ense?¨® griego leyendo con ¨¦l la Il¨ªada en lengua original¡ª, las literaturas generadas por muchas lenguas modernas, y tambi¨¦n la ciencia matem¨¢tica, la f¨ªsica y la musicolog¨ªa.
Este era el perfil, grosso modo, del pol¨ªmata renacentista, alguien para quien ning¨²n aspecto de las humanidades era ajeno a una tradici¨®n milenaria, y alguien para quien toda materia de conocimiento, todo saber, toda inteligencia de las cosas resultaba casi una ¡°obligaci¨®n moral¡± ¡ªel t¨¦rmino fue acu?ado por otro de los grandes, Lionel Trilling¡ª: en el caso de Steiner era el buen camino para alguien que deseaba considerarse un verdadero Weltb¨¹rger, un ciudadano del mundo.
Tres elementos, a nuestro juicio, configuran este saber polifac¨¦tico y se encuentran en la base de la infatigable curiosidad de Steiner. En primer lugar, su filiaci¨®n jud¨ªa ¡ªque es la m¨¢s grande religi¨®n del Libro, y de los libros¡ª, que le acerc¨® a la lengua hebrea y a los estudios b¨ªblicos y, por ello, a esa actitud tan suya, y tan alejandrina, de no dar por conocido todo lo que se presta todav¨ªa a alguna interpretaci¨®n; de aqu¨ª a su pasi¨®n por la traducci¨®n entre lenguas diversas y los mundos que encierra cada una de ellas no hab¨ªa m¨¢s que un paso. El segundo de los factores es su perfecto conocimiento de la filosof¨ªa, la pol¨ªtica y las letras de la Grecia cl¨¢sica, a uno de cuyos aspectos, la tragedia, dedic¨® su tesis doctoral, y muchos otros libros y art¨ªculos. El tercero es una preocupaci¨®n por el pasado y el porvenir de Europa, continente que, como tantos hombres de letras del siglo XX, Steiner considera crisol y depositario de una enorme, aquilatada cultura human¨ªstica; eso s¨ª, casi desaparecida. Como expres¨® en una de las ¨²ltimas largas entrevistas, que luego ha sido publicada (Un largo s¨¢bado, Siruela, 2016), dijo, en este sentido: ¡°Creo que Europa est¨¢ muy fatigada¡ Quiz¨¢s estamos entrando en una gran ¨¦poca de irrisi¨®n y de escarnio¡±.
Su vida y su actividad, hoy todav¨ªa, parecen estar ah¨ª para demostrar que el anhelo de una cultura europea basada m¨¢s en la vida intelectual y el conocimiento del legado human¨ªstico que en un mercado com¨²n es un anhelo ut¨®pico, sin duda, pero a la espera mesi¨¢nica de alg¨²n tipo de renacimiento.
Jordi Llovet es catedr¨¢tico de Literatura Comparada en la Universidad de Barcelona, y autor del libro Adi¨®s a la universidad. El eclipse de las Humanidades.
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