Patrimonio coreogr¨¢fico y otros fantasmas
La funci¨®n del viernes puede que sea la ¨²ltima de la temporada del BNE y la ¨²ltima de la compa?¨ªa tal como la conocemos
Deb¨ªa ser el colof¨®n del mandato de Antonio Najarro al frente del Ballet Nacional de Espa?a [BNE] y sin embargo se ha convertido en un luctuoso acontecer de huelgas, cancelaciones, manifestaciones a la puerta del teatros, muchos nervios y en general, poca productividad art¨ªstica. A los integrantes del BNE (bastante mal aconsejados en sus reivindicaciones y maneras) no se les pod¨ªa pedir m¨¢s, una vez que, para no faltarse a s¨ª mismos, los dirigentes ministeriales se conducen con la torpeza habitual y es as¨ª, que lo que m¨¢s sufre y se resiente es precisamente la danza, en este caso, un ramillete de coreograf¨ªas patrimoniales que son cimiento y columna del ballet espa?ol de nuestra ¨¦poca. La funci¨®n de ayer viernes 1 de julio probablemente sea la ¨²ltima de la temporada (a excepci¨®n de una parcial sesi¨®n infantil en la tarde del s¨¢bado), y seg¨²n algunas fuentes, tambi¨¦n la ¨²ltima de la compa?¨ªa tal como la conocemos. Un mar de rumores, algunos mejor intencionados que otros, hablan ya de un amenazante ERE masivo a las agrupaciones titulares espa?olas (BNE y CDN) y otros apuntan a una reconversi¨®n de sus estructuras que hipot¨¦ticamente llevar¨ªa a un ya probado organigrama precedente: una sola gran unidad de producci¨®n con dos ramas art¨ªsticas, espa?ola y cl¨¢sica. Mover los cimientos no mejorar¨¢ una casa con tantas grietas, sencillamente acelerar¨¢ su ruina. Hablamos de arte y de artistas, de patrimonio y de un dec¨¢logo de valores sumarios que hoy muchos se saltan a la torera; uno de estos principios es que el escenario (y la funci¨®n) son sagrados siempre. Ya horroriza que en el cartel aparezca un bailar¨ªn sin afeitar intentando pasar por modernillo. La moda de las barbitas est¨¢ haciendo estragos, pero volvamos a la m¨¢xima de lo sagrado de la escena.
El programa visto en el Teatro de La Zarzuela no es redondo ni mucho menos. Tiene valores, pero necesitar¨ªa de trabajo, pulimento y muchas precisiones estil¨ªsticas, am¨¦n de un director de orquesta mejor, que entienda los aires de danza, que siga a los bailarines y no sacrifique un necesario empaste orquestal. Flota en el ambiente otra pregunta: ?han remontados estos ballets las personas adecuadas? Dos piezas se alzan como las mejor conseguidas:?Fantas¨ªa galaica y Erita?a. La primera es una obra maestra indiscutible donde el cuerpo de baile brill¨®; la segunda es una joya de buen gusto en cuanto a la estilizaci¨®n del g¨¦nero bolero seg¨²n los par¨¢metros de su tiempo. Alo?a Alonso y Sergio Bernal bailaron con gusto arropados por solistas y cuerpo de baile entonado.
HOMENAJE A ANTONIO RUIZ SOLER
Erita?a (Isaac Alb¨¦niz, 1960); La taberna del toro (1956); Zapateado (Pablo Sarasate, 1946); Fantas¨ªa galaica (Ernesto Halffter, 1956); El sombrero de tres picos (Manuel de Falla, 1958).
Direcci¨®n art¨ªstica: Antonio Najarro; direcci¨®n musical: Manuel Coves.
Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Hasta el 3 de julio.
En cuanto a la taranta de?La taberna del toro, sobra del programa, resulta extempor¨¢neo como fragmento y no encuentra un encaje l¨®gico con el resto de la oferta; Esther Jurado baila muy bien, sostiene con gallard¨ªa su hacer, pero no es suficiente. Y del?El sombrero de tres picos hay que decir algunas cosas b¨¢sicas que no se expresan con claridad: que Antonio Ruiz Soler estren¨® una versi¨®n con los dise?os de Munta?ola en el Generalife de Granada (con Rosita Segovia como la Molinera) el 24 de junio de 1958 y que como reflej¨® dos d¨ªas despu¨¦s Antonio Fern¨¢ndez-Cid en Abc el 26 de junio, perfilaban que Falla ¡°hab¨ªa encontrado a su equipo¡±. La tard¨ªa versi¨®n de Antonio Ruiz Soler usando los dise?os de Pablo Picasso (1981) con el BNE fue una demostraci¨®n de poder y una argucia publicitaria que conden¨® al ostracismo a los dise?os originales de Munta?ola y cre¨® un pastiche, pues los dibujos de Picasso eran para otra cosa, fueron ideados para otro ballet muy diferente: el Leonidas Massine con los Ballets Rusos de Diaghilev, un solvente ejercicio de estilizaci¨®n ballet¨ªsica de los aires espa?oles, hoy a¨²n en repertorio. Luego el pastiche se ha perpetuado.
Antonio Ruiz Soler en esa noche de junio en Granada sali¨® al escenario micr¨®fono en mano y se excus¨® ante el p¨²blico de que algunas cosas no estaban totalmente a su gusto, con el terminado que se exig¨ªa. Quiz¨¢s Najarro debi¨® hacer lo mismo en La Zarzuela o solamente salir a recoger v¨ªtores de facilidad. Cuando Ruiz Soler muri¨® fue amortajado con la capa granate dibujada por Munta?ola, no por la de Picasso.
En cuanto a los solistas masculinos de la noche, no estuvieron felices ni Francisco Velasco en el Zapateado (la interpretaci¨®n fr¨ªa de los m¨²sicos no lo ayud¨®) ni Eduardo Mart¨ªnez en Fantas¨ªa galaica, que tuvo numerosos fallos t¨¦cnicos. Ellas, sin embargo, como D¨¦bora Mart¨ªnez, aguantaron el tipo. Sergio Bernal en?El sombrero de tres picos bail¨®, como nos tiene acostumbrados, a su manera virtuosa y musical, aunque una vez m¨¢s la batuta no le brind¨® el apoyo y ajuste necesarios, y de ah¨ª alg¨²n que otro desliz. Con todo, fue, y con justicia, el m¨¢s aplaudido de la velada.
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