Voces de ultratumba
Est¨¢n llegando discos asombrosos. Catas en unas m¨²sicas que se cre¨ªan perdidas: hablamos del pop y el rock que se hac¨ªan en Indochina antes de que buena parte de aquella pen¨ªnsula fuera conquistada por las guerrillas comunistas. Las consecuencias fueron brutales: desaparecieron las compa?¨ªas discogr¨¢ficas, los mel¨®manos se deshicieron r¨¢pidamente de sus colecciones de vinilos y (en el holocausto camboyano) muchos de los cantantes e instrumentistas fueron asesinados.
Era m¨²sica contaminada por su origen. Efectivamente, reflejaba la influencia colonial (primero francesa, luego estadounidense). Estaba identificada con el negocio de la prostituci¨®n, aunque en realidad muchos de los grupos que animaban los locales nocturnos proced¨ªan de Filipinas.
Los m¨²sicos filipinos se especializaban en copias aceptables de los ¨¦xitos internacionales; en general, dejaban el campo creativo a los artistas locales. Que incluso deslizaban referencias a la guerra, aunque fuera en clave sentimental, como testimonian varios temas de Saigon Rock & Soul, lanzamiento del sello Sublime Frequencies, especializado en estos rescates.
En Vietnam hubo un mundillo hippy, con grupos hirsutos como la CBC Band. Por la abundancia de corresponsales extranjeros, se pueden incluso encontrar en YouTube im¨¢genes del primer festival de rock en 1971, celebrado en el Zoo de la capital. No eran bien vistos por las autoridades, pero ten¨ªan la simpat¨ªa de funcionarios estadounidenses, que les instaron a emigrar unos meses antes de la ca¨ªda de Saig¨®n. Terminaron en Texas, donde tocan ocasionalmente para los exiliados vietnamitas y los veteranos que les descubrieron en Asia.
Mientras ard¨ªa la guerra de Vietnam, Indochina vivi¨® un florecimiento del pop local
Fueron m¨¢s afortunados que sus colegas en Camboya. El pa¨ªs ten¨ªa un l¨ªder, el pr¨ªncipe Norodom Sihanouk, que hac¨ªa cine y compon¨ªa m¨²sica. Sihanouk facilit¨® adem¨¢s el surgimiento de un pop con voces inconfundiblemente camboyanas. En lo pol¨ªtico, su neutralismo se revel¨® imposible: en Estados Unidos le cre¨ªan blando con los comunistas y le expulsaron mediante un golpe.
Los m¨²sicos fueron militarizados, para que participaran como propagandistas en el esfuerzo b¨¦lico. Pero los jemeres rojos conquistaron el poder en 1975. Para la historia universal de la infamia ha quedado el experimento social que acab¨® con un cuarto de la poblaci¨®n.
El pasado a?o se estren¨® un documental, Don't Think I've Forgotten: Cambodia's Lost Rock and Roll, dirigido por John Pirozzi, que explica c¨®mo afect¨® el genocidio a los m¨²sicos: fueron de los primeros en ser eliminados. Se usaron tretas infames como solicitar que se presentaran los cantantes profesionales para que ayudaran a la reconciliaci¨®n de los camboyanos: as¨ª atraparon al vocalista m¨¢s apreciado, el elegante Sinn Sisamouth.
Pirozzi ha editado tambi¨¦n un disco, una banda sonora aterradora: las biograf¨ªas de la mayor parte de los int¨¦rpretes se cierran entre 1975 y 1979, sin que se sepa fecha exacta o lugar de su muerte. Solo escap¨® la gente de reflejos r¨¢pidos, como la cantante Sieng Vanthy, que convenci¨® a sus interrogadores de que trabajaba en un mercado.
Frente a tanta tragedia, el caso tailand¨¦s. En la llamada tierra de las sonrisas no han faltado las turbulencias pol¨ªticas pero las ¡°m¨²sicas modernas¡± se ha desarrollado sin grandes sobresaltos. Las recopilaciones de la serie Thai Beat a Go-Go revelan que, al igual que en Vietnam y Camboya, los brit¨¢nicos Shadows funcionaron como catalizadores a principios de los sesenta: su limpieza instrumental se acomodaba a las adaptaciones de melod¨ªas folcl¨®ricas; luego, se trataba de surfear sobre las diferentes olas que llegaban desde Europa o Am¨¦rica. A su modesto nivel, aquellos grupos tambi¨¦n fueron arquitectos de la D¨¦cada Prodigiosa.
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