El museo de Valladolid rescata de las llamas el g¨®tico alem¨¢n
Medio centenar de esculturas del Bode Museum ilustran en una muestra el viaje desde el catolicismo figurativo a la reforma abstracta de Lutero
El arte abstracto no naci¨® en Centroeuropa por casualidad. Se necesitaba un caldo, como en todo buen guiso, y aquello rompi¨® a hervir con la reforma protestante, que pas¨® por la hoguera miles de esculturas en un furor iconoclasta que preconizaba un acercamiento a Dios sencillo, sin intermediarios de piedra o de madera. A martillazo limpio, el pueblo alem¨¢n fue haciendo el viaje desde el catolicismo figurativo hacia la pura abstracci¨®n musical, un legado que les confiere, todav¨ªa, una manera distinta de acercarse al arte. El Museo Nacional de Escultura de Valladolid inaugura hoy una muestra de aquellas im¨¢genes con expresiones y ropajes cotidianos, de madera limpia y austera que ya anunciaba un camino directo a Dios siguiendo m¨¦todos talibanes.
La v¨ªa de escape del coleccionismo
El furor iconoclasta no tard¨® en desnudar las catedrales de im¨¢genes, con el consiguiente menoscabo para el arte y el bolsillo de los escultores, acostumbrados ya a un ¨¦xito bien pagado.
Ten¨ªan una salida, aunque no les gustaba mucho a los compa?eros del metal: el gremio que se dedicaba a tallar medallas, muy del gusto del coleccionismo de la ¨¦poca, los miraban de reojo. Tambi¨¦n pod¨ªan huir a ciudades cat¨®licas, como Colonia o directamente, emigrar a otros pa¨ªses.
Capillas y panteones fueron otra de las v¨ªas de escape para estos artistas, auspiciados por un mecenazgo creciente que mostraba su dinero, pero tambi¨¦n su cultura y su modernidad, convirtiendo sus viviendas en aut¨¦nticos museos para el visitante.
Tanto como Lutero, neg¨® Calvino la autoridad de la Iglesia de Roma y la influencia de ambos te¨®logos dio al traste con la prodigiosa escultura g¨®tica que se extend¨ªa por las catedrales al ritmo en que se desarrollaban las ciudades entre el siglo XV y el XVI, de la mano de una burgues¨ªa floreciente. En aquellas poblaciones entre las fronteras del Rhin y el Danubio, se tallaban centenares de retablos en madera limpia, de tilo, sobre todo, sin atisbo de pintura, un modo de hacer que ya presagiaba la austeridad completa. Hasta la exposici¨®n de Valladolid, ?ltimos fuegos g¨®ticos, han viajado estas obras desde el Bode Museum de Berl¨ªn, algunas de autor desconocido, otras firmadas por las m¨¢s importantes figuras de la edad de oro de la escultura alemana, como Tilman Riemenschneider, Hans Thoman, Veit Stoss o Hans Leinberger. No necesitan de policrom¨ªa porque la madera de tilo, ambarina y sin huellas, permite una talla donde la luz juega con los vol¨²menes y el zigzagueo de los tejidos confiere un movimiento propio del barroquismo sevillano.
¡°Las esculturas no se policromaban; el que se postraba ante ellas deb¨ªa tener en cuenta que solo era una madera, indigna de idolatr¨ªa. Pero solo en eso radicaba la austeridad: el auge que vive entonces la escultura en Alemania fue enorme, aunque corto¡±, advierte Mar¨ªa Bola?os, directora del Museo Nacional de Escultura.
Los protestantes dejaron un poderoso legado para acercarse a Dios: la m¨²sica, que florecer¨¢ en Alemania quiz¨¢ como en ning¨²n otro lugar de Europa. ¡°En una iglesia sin im¨¢genes se pod¨ªa o¨ªr a Bach, que era para ellos como Vel¨¢zquez para nosotros¡±, considera Bola?os. La m¨²sica es el soporte m¨¢s abstracto, a partir del cual uno puede entrar en comuni¨®n directa con sus pensamientos, sentimientos y creencias.
Tomar el cuerpo
No, no es casualidad que el abstracto tomara cuerpo, si se permite la expresi¨®n, en los pa¨ªses del centro de Europa, ni que los all¨ª criados tengan un acercamiento a este arte menos problem¨¢tico que el resto. ¡°Claro que no perciben una obra abstracta, a igualdad de condiciones en cuanto a la formaci¨®n cultural un se?or de Sevilla que un suizo de un cant¨®n de Ginebra¡±, asegura Manuel Font¨¢n del Junco, director de Museos y Exposiciones de la Fundaci¨®n Juan March. ¡°Hay siglos de historia y tradiciones culturales, intelectuales, pol¨ªticas y religiosas que si no determinan s¨ª modulan la sensibilidad est¨¦tica. Creo que el arte abstracto resulta hoy de percepci¨®n m¨¢s f¨¢cil a las sensibilidades formadas en sociedades secularizadas desde la Ilustraci¨®n en la que las reformas protestantes tuvieron ¨¦xito¡±.
La cultura religiosa influy¨® en la creaci¨®n del arte y en su desaparici¨®n, como es sabido, pero tambi¨¦n del poso con que el ser humano actual se enfrenta a las creaciones, c¨®mo las recibe y c¨®mo las siente en funci¨®n de ese acervo.
Los retablos cat¨®licos eran casi un c¨®mic con la vida y milagros de los santos; pero dotar de contenido a una abstracci¨®n es m¨¢s complejo, o como sostiene Leticia Ruiz G¨®mez, conservadora del Museo del Prado y jefa del departamento del Renacimiento Espa?ol, ¡°las abstracciones requieren una cultura m¨¢s compleja, una sofisticaci¨®n que se adquiere¡±.
¡°Todav¨ªa hoy, en las facultades de Bellas Artes del sur de Europa el plan de estudios se detiene mucho en la anatom¨ªa mientras que en las escuelas de Viena o de Berl¨ªn, por ejemplo, se acercan m¨¢s a las artes aplicadas, al dise?o, a las artes esc¨¦nicas¡±, explica Ana Garc¨ªa L¨®pez, profesora de Bellas Artes en la Universidad de Granada y vicedecana de Investigaci¨®n en Internacionalizaci¨®n.
¡°Las t¨ªpicas frases con que muchos se acercan a una obra abstracta no son arbitrariedades sin genealog¨ªa. Bajo ellas se desperezan y juguetean siglos de historia cultural, religiosa y social¡±, concluye Font¨¢n del Junco. O sea, que algo tuvo que ver Lutero en todo esto. Si quiere saber m¨¢s, no se pierda la exposici¨®n.
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