Segundo encierro de San Ferm¨ªn 2016: larga y peligros¨ªsima carrera de Cebada Gago

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Los toros gaditanos de Cebada Gago hicieron honor a su historia y protagonizaron uno de los encierros m¨¢s peligrosos de la historia de las fiestas de Pamplona. Peligroso porque los datos provisionales hablan de seis heridos por asta de toro; largo, porque el reloj contaba los cinco minutos y cuarenta y cinco segundos cuando el ¨²ltimo toro entr¨® en los corrales, y desconcertante, porque la manada se rompi¨® al inicio de la calle Mercaderes, y cada toro por su lado, al margen de los cabestros, hizo estragos entre los corredores, muchos de ellos sorprendidos en la creencia err¨®nea de que hab¨ªa pasado el peligro.

En cuanto los toros salieron de los corrales de Santo Domingo, uno de pelo casta?o tom¨® la delantera y subi¨® como una exhalaci¨®n hasta el final de la calle; all¨ª resbal¨® y se acab¨® su gesta.

Enfilada la bajada hasta la curva de Estafeta, el antideslizante no pudo evitar la ca¨ªda de un toro que arroll¨® el vallado, y ah¨ª, en este instante, comenz¨® la guerra. A pocos metros, un toro se ensa?¨® con un par de corredores, a los que lanz¨® cornadas al aire; tuvieron suerte pues otro animal de negro se enfrent¨® a su compa?ero y evit¨®, sin pretenderlo, lo que pudo ser una tragedia.

La calle de Estafeta se convirti¨®, a partir de entonces, en un campo de batalla. La manada qued¨® completamente rota, cada toro haciendo la guerra por su cuenta y los cabestros perdidos. All¨ª se produjeron muchos momentos de tensi¨®n, atropellos, cornadas, sustos, carreras, el miedo en ca¨ªda libre ante la hist¨®rica peligrosidad de los Cebada Gago, que se hac¨ªa presente con los astifinos pitones a cent¨ªmetros de la piel.

Muchos corredores volaron por los aires, y nunca se sabe qu¨¦ es peor, si la posible cornada de un toro o la ca¨ªda con fuerza contra el asfalto de cuerpos que no siempre son fibrosos ni est¨¢n preparados para esta guerra.

Larga fue la traves¨ªa de este peligros¨ªsimo encierro, de modo que pasaban los cuatro minutos cuando el primer toro entr¨® en el ruedo de la plaza. Pero entonces todav¨ªa trabajaban los pastores para atraer hacia delante a un par de toros rezagados que se volvieron con intenci¨®n no tanto de volver por el camino andado como en la b¨²squeda de presas asustadas.

Se acab¨® finalmente la carrera, que parec¨ªa eterna, pero persistir¨¢ mucho tiempo el miedo en el cuerpo. No es para menos. Los toros de Cebada Gago impusieron su ley: la del peligro.

Segundo encierro de San Ferm¨ªn 2016: larga y peligros¨ªsima carrera de Cebada Gago