Omara Portuondo y El Cigala, el son y el flamenco
La cantante cubana y el cantaor madrile?o triunfan en el Circo Price con su gira ¡¯85 Tour¡¯
Es in¨²til. Uno puede desear con furia permanecer en los territorios de la alegr¨ªa de vivir para seguir militando en ella pese a todo y contra todo; uno puede querer amar ¨CDeseando amar, como rezaba el t¨ªtulo de aquella magistral historia de amor/antiamor que firm¨® Wong Kar-Wai- y perseguir las efervescencias amables del sexo; cerrar los ojos, poner o¨ªdos y disfrutar de la torridez que navega por las aguas del flamenco, el bolero y el son, esas m¨²sicas embrujadoras, equ¨ªvocas y evocadoras. Es in¨²til porque uno se topa con el problema de las letras que ponen relato a estas canciones, profundamente desoladoras en demasiadas ocasiones. Ayer, en el Circo Price de Madrid, escuchando a Omara Portuondo ¨Cla diva del son, la reina del filin- y a Diego El Cigala ¨Clas l¨¢grimas negras del flamenco- daba la sensaci¨®n de que la tristeza de los textos siempre batir¨¢ a la alegr¨ªa de las melod¨ªas. Otra cosa son las capas superficiales del asunto.
Era el tercer concierto de la gira europea 85 Tour, en el que la cantante de Cayo Hueso y el cantaor del Rastro celebran juntos dos cosas: haberse conocido el a?o pasado sobre el escenario del Hollywood Bowl y los 70 a?os de carrera musical de la int¨¦rprete cubana. Una gran entrada en el Price y todo alegr¨ªa aparente en escena y en las butacas: las palmas, los contoneos, la sapiencia de los m¨²sicos latinos que acompa?aban a la pareja (piano, contrabajo, bater¨ªa, percusiones), y en las pancartas frontales junto al escenario las palabras m¨¢gicas: Veranos de la Villa. Solo faltaba una barra libre de mojitos, daiquiris, manzanilla y palo cortado. Y sin embargo¡ Las letras. Omara Portuondo y Diego El Cigala interpretaron canciones juntos (L¨¢grimas negras, del triunfal disco hom¨®nimo que El Cigala grab¨® en 2003 con Bebo Vald¨¦s, o Si te contara¡) y en solitario: la vieja dama, con problemas a veces para recordar las letras que le¨ªa en un atril pero con un chorro de voz en los agudos a sus 85 a?azos, cant¨® por su cuenta piezas como Lo que me queda por vivir, Siboney, La ¨²ltima noche que pas¨¦ contigo, esa magistral pieza de la m¨²sica popular cubana ¨Cmonumento nacional- parida con las tripas por Bobby Collazo. Y El Cigala atac¨® cosas como Soledad y una extra?a y triste versi¨®n del Te quiero te quiero de Alguer¨® que inmortalizara el inolvidable Nino Bravo. Los ecos de la muerte de su esposa, Amparo, hace ahora un a?o, estallaban en los techos del Price. Cigala iba de negro riguroso y cada d¨ªa que pasa su cuerpo, su rostro y sus maneras se parecen m¨¢s a los de un gran patriarca gitano dando su bendici¨®n al p¨²blico.
Superviviente del Buena Vista Social Club
Superviviente junto a Eliades Ochoa, Papi Oviedo y Manuel Guajiro Mirbel de los tiempos heroicos del proyecto musical Buena Vista Social Club, Omara Portuondo sigue surfeando la ola a sus 85 a?os y tras 70 de vida en los escenarios. En el camino quedaron otros gigantes de la m¨²sica cubana como Ibrahim Ferrer, Compay Segundo y P¨ªo Leyva. Ella, que viajaba ayer a bordo de un coqueto vestido azul claro y protagoniz¨® dos horas de cruce de caminos entre la rumba, el son, el bolero y el jazz, morir¨¢ ¨Cno hay que dudarlo- con las sandalias puestas.
La gira que les lleva por Europa a ella y a Diego El Cigala es agotadora para alguien de su edad: B¨¦lgica, Alemania, Espa?a (Madrid, Sant Feliu de Guixols, Palma de Mallorca, Cartagena¡), Hungr¨ªa, Polonia, Inglaterra, Francia, Portugal¡ y ya se ver¨¢ si todo ello acaba en las estanter¨ªas en forma de disco en directo. Se admiten apuestas.
Las letras¡
Lo que me queda por vivir: ¡°Lo que me queda por vivir est¨¢ en tus manos, es solo el tiempo que t¨² le puedas dedicar a nuestra dicha (¡) Cu¨¢nto me queda yo no s¨¦, ni me interesa descubrirlo¡±, cantaba Omara Portuondo.
Soledad: ¡°Soledad, fue una noche sin estrellas cuando al irte me dejaste tanta pena y tanto mal¡±, replicaba Diego El Cigala.
La ¨²ltima noche: ¡°La ¨²ltima noche que pas¨¦ contigo quisiera olvidarla pero no he podido¡¡±, susurraba la superviviente del Buena Vista Social Club.
L¨¢grimas negras: ¡°Sufro la inmensa pena de tu extrav¨ªo. Siento un dolor profundo de tu partida. Y lloro sin que t¨² sepas que es llanto m¨ªo. Tiene l¨¢grimas, tiene l¨¢grimas negras como mi vida¡±, zanjaba el pr¨ªncipe gitano de Cascorro.
Nada que hacer.
Omara Portuondo cant¨® a capella, y pidiendo la colaboraci¨®n del p¨²blico, Guantanamera, y resucit¨® con ocho d¨¦cadas y media sobre sus huesos los contoneos de cadera que en un tiempo despleg¨® como bailarina sobre el escenario del Tropicana. Aull¨®, ri¨®, se quej¨® porque no escuchaba lo suficiente los coros del p¨²blico y se acord¨® de su querido Ibrahim Ferrer en Siboney. ¡°Siboney, si no vienes me morir¨¦ de amor¡±.
Nada que hacer.
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