El Juli exige el toro y triunfa

Decididamente, hay dos Ferias del Toro, la de los modestos y la de las figuras. Y hoy, martes, se ha vuelto a comprobar. No es que los toros de Victoriano del R¨ªo fueran becerrotes, pero su presentaci¨®n nada tuvo que ver con los de d¨ªas anteriores. Luego no es verdad esa m¨¢xima de que la empresa elige los toros y el torero que quiera venir, que venga, y el que no, que se quede en su casa. M¨¢s bien, interesan que acudan las figuras y estas exigen. Vaya que si exigen.

Miren, si no, c¨®mo Padilla ha conseguido salir de los carteles primeros y hacerse un hueco junto a El Juli. Menuda diferencia. Y Juli¨¢n viene porque vienen los toros de don Victoriano. Si no, de qu¨¦; no ve¨ªa la Feria del Toro ni por televisi¨®n.

Pues a pesar de todo, la corrida dej¨® mucho que desear.

A pesar, incluso, del triunfo de El Juli ante el quinto, al que, incomprensiblemente, se le concedi¨® la vuelta al ruedo. Fue un toro noble y con movilidad, al que capote¨® con gusto a la ver¨®nica, y traz¨® un par de tandas de largos naturales en una expresi¨®n de dominio y t¨¦cnica m¨¢s que de sentimiento. Intent¨® justificarse ante el deslucido segundo, pero dio un mitin impropio de su categor¨ªa con la espada. Solo pinch¨® tres veces, pero ech¨¢ndose fuera con un descaro incomprensible.

Y el que sali¨® escaldado fue Padilla, ¨ªdolo de esta plaza, pero al que parece que se le agota el carburante, de modo que el cari?o de las pe?as fue m¨¢s comedido. Bueno, el que estuvo comedido fue el torero, que no acert¨® a organizar el espect¨¢culo que le es propio y que ha enamorado a sus muchos seguidores. Su lote fue muy aceptable, pero ¨¦l no atraviesa su mejor momento. Coloc¨® banderillas con suficiencia y a su modo, veronique¨® al primero con soltura, pero muleta en mano no dio pie con bola. Mal colocado en todo momento y despegado, su toreo por ambas manos ante sus dos toros careci¨® de fondo, y desbord¨® superficialidad y pueblerinas maneras. Cort¨® una oreja de su primero sin motivo que la justificara y se guard¨® silencio tras la muerte del cuarto.

Solo tres muletazos templados con la mano derecha destacaron de la acelerada faena de L¨®pez Sim¨®n al tercero; no dijo nada ante el sexto, de pocas carnes, y sosa nobleza. Interminable la faena, voltereta incluida, son¨® la m¨²sica porque suena s¨ª o s¨ª, pero el madrile?o no dijo ni mu.