Petardo sanferminero

La corrida fue un petardo general, un suspenso para la Casa de Misericordia, el ganadero, los toreros y el p¨²blico.

La primera, empresa de la plaza, porque vino a demostrar que la llamada Feria del Toro no es igual para todos. La corrida de hoy, lunes, no parec¨ªa de Pamplona, o, al menos, los toros se asemejaban a los nietos de los lidiados en d¨ªas anteriores. Se habla de la presentaci¨®n general y de los pitones en particular. Los lotes de Talavante y L¨®pez Sim¨®n eran impresentables para esta plaza. Y eso no est¨¢ bien; sobre todo, si se recuerdan las corridas de Fuente Ymbro, Cebada o Pedraza de Yeltes, por citar solo algunas. Pero, claro, habr¨¢ que pensar que ha llegado otro pelda?o del escalaf¨®n y aparecen las exigencias.

Mal el juego del ganado ¡ªdesigualmente presentado¡ª, manso en los caballos, con muy escaso fuelle en las entra?as, agotado a las primeras de cambio, de sosona nobleza y descastado. La excepci¨®n, el quinto, noble y con movilidad.

El p¨²blico de esta plaza, ya se sabe: la cantidad de espectadores ¡ªla plaza se llena cada tarde¡ª es inversamente proporcional a su conocimiento e inter¨¦s por la lidia. Si toreas bien, est¨¢s perdido. Nadie te hace caso. Bueno, un poco la sombra, que es como si no existiera, porque aqu¨ª se impone la dictadura del sol. Lo mejor es hincarte de rodillas, dar cuatro mantazos por arriba y, a ser posible, un bajonazo, no importa con qu¨¦ descaro, que mate con rapidez. Lo que aqu¨ª no se soporta es la agon¨ªa del toro, la tardanza en caer, que es sancionada con algarab¨ªa de pitos.

?Y los toreros? Mejor Talavante ante el quinto, el de m¨¢s movilidad del festejo ¡ªun toro de presencia muy aceptable para la Maestranza, pero no para esta plaza¡ª al que mulete¨® con templanza y largura por ambos lados, pues as¨ª lo permiti¨® la nobleza del animal. Pueblerino ante el primero, al que cort¨® una oreja sin peso tras ponerse de rodillas en terrenos de sol ante un toro rajado.

Mal Urdiales, cohibido toda la tarde. No tuvo toros para florituras, pero su labor no pas¨® de aseada y sin mayor compromiso.

L¨®pez Sim¨®n demostr¨® en su primero que conoce la idiosincrasia de Pamplona, y en vista de que los muletazos no calaban, se plant¨® de rodillas, dio cuatro mantazos por alto y manoletinas varias y oreja de lat¨®n. De hinojos en el centro comenz¨® su faena ante el sexto, de corto recorrido y poca clase. La labor result¨® deslavazada, destemplada y poco mando, pese a lo cual dio una vuelta.