Andr¨®meda de neopreno

Es dif¨ªcil fijar la identidad autoral de Jaume Collet-Serra ¨Csi es que existe-, pero lo cierto es que en la obra de este catal¨¢n afincado en Hollywood hay algo m¨¢s que mera competencia t¨¦cnica. Si algo comparten pel¨ªculas como La casa de cera (2005), La hu¨¦rfana (2009), Non-Stop (Sin Escalas) (2014) y Una noche para sobrevivir (2015) es un indefinible punto de extra?eza, que las desmarca de esa fuerza de homogeneizaci¨®n que recorre el Hollywood de multisalas. Su cine parece hecho con palpable placer y casi siempre parece regido por la exigencia de ir al grano, sin perderse en redundancias.

No es habitual escuchar a Albert Pla en una pel¨ªcula estadounidense, pero a su ritmo, y con un carism¨¢tico ?scar Jaenada al volante, empieza esta miniatura en la que el director, sin ¨¢nimo de enmendar ninguna plana, rinde el inevitable tributo al Tibur¨®n (1975) de Spielberg antes de embarcarse en un ejercicio de tensi¨®n minimalista en torno a un cuerpo ofrecido en sacrificio y las fauces que amenazan con devorarlo. Como una Andr¨®meda enfundada en neopreno, Blake Lively evoca el mito cl¨¢sico sobre roca o sobre ballena muerta, mientras el cineasta va explorando las posibilidades dram¨¢ticas de un planteamiento tan esquem¨¢tico.

Hay en Infierno azul una cierta debilidad por reciclar nuevas tecnolog¨ªas de comunicaci¨®n en prescindibles efectos de posproducci¨®n y abruptos saltos en la textura de imagen (algo justificado por el uso dieg¨¦tico de microc¨¢maras), pero, tambi¨¦n, tensi¨®n constante y momentos tan valiosos como el del peligroso recorrido entre medusas