Mariposas nocturnas
La pel¨ªcula supone una inmersi¨®n radical en las aguas m¨¢s profundas de un cine del inconsciente, fundamentado en una absorbente experiencia visual
Entre el vuelo on¨ªrico de dos polillas recorriendo un paisaje pintado por Paul Delvaux y el humor retorcido y sistem¨¢tico de un hipot¨¦tico entom¨®logo capaz de escribir una enciclopedia de lepid¨®pteros imaginarios florece The Duke of Burgundy, una de las pel¨ªculas m¨¢s hermosas, enigm¨¢ticas, elocuentes y heterodoxas que llegan a la cartelera de este verano. Tercer largometraje del brit¨¢nico Peter Strickland, The Duke of Burgundy convoca un personal¨ªsimo repertorio de referencias ¨Cde Fassbinder a Stan Brakhage, pasando por Juraj Herz y Luis Bu?uel- en una c¨¢mara de ecos levantada en expl¨ªcito tributo a las m¨¢s hipn¨®ticas manifestaciones del cine de Jes¨²s Franco. La pel¨ªcula supone una inmersi¨®n radical en las aguas m¨¢s profundas de un cine del inconsciente, fundamentado en una absorbente experiencia visual trenzada entre texturas fetichistas, juegos de espejos y delicadas superposiciones, sin erradicar una cierta distancia ir¨®nica que aflora en recursos expresivos ¨Cel uso de maniqu¨ªes entre el p¨²blico de las conferencias cient¨ªficas- y sutiles bromas metatextuales ¨Cde la falsa marca de perfume en la deslumbrante secuencia del t¨ªtulo a la presencia de un ¡°human toilet consultant¡± (asesor de lavabo humano) en los cr¨¦ditos finales-.
THE DUKE OF BURGUNDY
Direcci¨®n: Peter Strickland.
Int¨¦rpretes: Chiara D'Anna, Sidse Babett Knudsen, Monica Swinn, Eugenia Caruso.
G¨¦nero: drama. Reino Unido, 2014
Duraci¨®n: 104 minutos
Todo transcurre en el espacio (supuestamente) ut¨®pico del deseo: una comunidad de entom¨®logas lesbianas, sin ninguna presencia masculina en el horizonte, en cuyo seno las protagonistas ¨CCynthia (Sidse Babett Knudsen) y Evelyn (Chiara D¡¯Anna)- mantienen una relaci¨®n sadomasoquista con los respectivos roles de Ama y criada. El pacto de dominaci¨®n y sumisi¨®n entre los dos personajes no tardar¨¢ en revelar su naturaleza parad¨®jica, en lo que supone una reconocible constante en las ficciones BDSM, pero el verdadero prop¨®sito de Strickland se va haciendo evidente de manera mucho m¨¢s progresiva. ¡°The Duke of Burgundy¡± habla de la fantas¨ªa er¨®tica como puesta en escena y de su fragilidad cuando se confronta con las exigencias de toda rutina dom¨¦stica, pero, al final, este mundo extra?¨ªsimo y, en apariencia, remoto, inmortalizado en im¨¢genes inolvidables, elevado a trav¨¦s de un exquisito dise?o de sonido ¨Ccompletado por la sobresaliente banda sonora de Cat¡¯s Eyes-, se descubre como feroz espejo enfrentado a las ambig¨¹edades y contradicciones de toda relaci¨®n de pareja, entendida como perpetuo espacio de negociaci¨®n y claudicaci¨®n.
Perfeccionista y cerebral, l¨²dico pero sin perder nunca las formas, Strickland ¨Cquiz¨¢ el director brit¨¢nico contempor¨¢neo m¨¢s osado junto a Ben Wheatley, aqu¨ª productor ejecutivo- logra una pel¨ªcula ¨²nica que, recorriendo los laberintos del extra?amiento, desemboca en reconocible verdad universal.
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