Sangre de celuloide
El director Gabriel Ripstein, hijo de Arturo Ripstein, ambienta su primer largo por lugares no transitados por su padre, pero hereda su seca violencia
Sangre de su sangre, celuloide de su celuloide, Arturo Ripstein tiene un heredero. Se llama Gabriel Ripstein y es su hijo. Y aunque quiz¨¢ resulte injusto que apelemos desde la primera l¨ªnea al padre, 600 millas, su primer largometraje, aun ambient¨¢ndose en lugares no transitados por Arturo, es reconocible en sus formas heredadas, en su puesta en escena, en su seca violencia. Tambi¨¦n profundamente aut¨¦ntico porque, recogiendo la l¨ªnea austera, casi conceptual, narrativamente poco prolija pero exacta de algunos compa?eros de generaci¨®n como Amat Escalante y Diego Quemada-D¨ªez, le a?ade un toque de thriller fronterizo a la americana que convierte a la pel¨ªcula en una experiencia compleja pero cortante.
600 MILLAS
Direcci¨®n: Gabriel Ripstein.
Int¨¦rpretes: Tim Roth, Krystian Ferrer, Harrison Thomas, No¨¦ Hern¨¢ndez.
G¨¦nero: thriller. M¨¦xico, 2015.
Duraci¨®n: 85 minutos.
600 millas arranca y culmina con dos secuencias portentosas. En la primera, sin apenas texto y en tiempo real, revela lo f¨¢cil que es comprar armas en Estados Unidos. En la segunda, la del ep¨ªlogo, sin texto y en plano fijo de poderosa presencia y precisi¨®n narrativa, acaba redondeando, con calma y sutileza, la tipolog¨ªa de su protagonista, un agente federal estadounidense que vigila el contrabando de armas y explosivos entre su pa¨ªs y M¨¦xico, interpretado sin apenas mover un m¨²sculo por Tim Roth. Entre medias, una road movie compuesta a base de planos fijos que, de pronto, con suavidad, se convierten en planos secuencia de perfectos encuadres, elegantes y a la vez inc¨®modos, a veces con dos acciones en paralelo separadas por un elemento real, por un marco, por una esquina. Sin demasiadas explicaciones, y jugando con el fuera de campo a la manera del cine de Arturo. Gabriel Ripstein, cine en las venas.
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