Marcelo Luj¨¢n gana el Dashiell Hammett 2016 por ¡®Subsuelo¡¯

Con su camiseta de San Lorenzo Almagro luciendo escudo junto al pecho, a¨²n algo nervioso y radiante camina Marcelo Luj¨¢n (Buenos Aires 1973) por Gij¨®n tras ganar el Dashiell Hammett, el principal reconocimiento que otorga la Semana Negra de Gij¨®n. Luj¨¢n ha obtenido el premio con Subsuelo, un inquietante y sobrio thriller que ha sido considerado como el mejor libro del g¨¦nero negro publicado en Espa?a en 2015. En una inusual y potente intervenci¨®n, la escritora Rosa Ribas, miembro del jurado, ha le¨ªdo el veredicto y ha denunciado una ¡°desigual¡± selecci¨®n de finalistas, la falta de calidad de algunas de las obras y la ausencia de mujeres. El autor de Moravia sucede en el palmar¨¦s a Carlos Zan¨®n, Alexis Ravelo y Guillermo Saccomanno, los tres ¨²ltimos en ganarlo y a un prestigioso ramillete de autores que incluye a Ignacio Taibo II, Andreu Mart¨ªn, Juan Madrid o Jorge Reverte.

¡°Me gusta mucho la oscuridad del ser humano, de la sociedad. Mi novela es negra pero no policial. La investigaci¨®n policial no me interesa. Lo que me interesa es lo que hacen los personajes desde dentro¡±, cuenta a EL PA?S poco despu¨¦s de recibir el premio.

Con esta novela, el ganador, al que le gusta ir por los m¨¢rgenes del g¨¦nero o directamente ajeno a ¨¦l, demuestra que es un excelente anatomista del mal cotidiano. Tres adolescentes, tres hijos, est¨¢n sentados en el borde de una piscina de una casa de veraneo. Llega un cuarto, tarde, y tiene que ir a por hielos pero no le apetece. No sabe que su desd¨¦n ser¨¢ el inicio de la desgracia. A partir de este sencillo y aparentemente anodino punto de partida, Luj¨¢n despliega un radiograf¨ªa del deseo, la envidia, el odio, el amor filial y el sexo depredador y destructor.

La mano de Dios es un icono de la argentinidad. Diego saltando, haciendo trampa, define el ser nacional argentino

En una entrevista con EL PA?S en 2013, el autor aseguraba sobre otra de sus obras, La mala espera, que la situaci¨®n deb¨ªa estar muy mal si hac¨ªas una novela urbana y te sal¨ªa muy negra. Poco ha cambiado la realidad. ¡°La cosa est¨¢ igual de jodida pero no hace falta ni siquiera llevarlo a la calle, a la oscuridad de la ciudad. Con Subsuelo me plante¨¦ llevar el mal al origen de todo, la familia. Una familia bien, con los ni?os bien educados. Si el mal entra aqu¨ª puede entrar en todas partes¡±.

La apuesta de Subsuelo es extra?a, novedosa en un g¨¦nero en auge pero muy transitado, a veces algo repetitivo. ¡°He tomado much¨ªsimos riesgos narrativos. El narrador omnisciente anticipativo que uso es lo que me ped¨ªa la historia, pero si lo ejecutas mal se cae todo. Ha habido p¨¢rrafos de este libro que me han llevado tres d¨ªas. Conseguir aportar algo es el logro m¨¢ximo¡±, cuenta Lujan para explicar la g¨¦nesis del libro. ¡°Siempre¡±, a?ade preocupado por la exactitud de sus palabras, tranquilo y did¨¢ctico, ¡°siempre con la verosimilitud por delante. La gente lo vio ya todo. No les puedes enga?ar¡±.

Luj¨¢n no se esconde cuando se le pregunta sobre el g¨¦nero. ¡°Hay que preocuparse menos de las figuras externas y m¨¢s del silencio de los personajes. Hay mucha superficie, mucha primera l¨ªnea, pocas subhistorias, poco fondo. Las verdades est¨¢n en el subsuelo. Hay una teor¨ªa de Piglia sobre el cuento. Dice que hay una historia primera pero que la que manda es la segunda. Nos re¨ªmos de Larsson, pero igual hizo eso, contar que Suecia no es el para¨ªso¡± desgrana antes de pasar a dos de sus temas preferidos: Argentina y el f¨²tbol, todo uno.

Orgulloso portador, en su costado, de un tatuaje de Maradona y la mano de Dios, Luj¨¢n se pone canchero: ¡°La mano de Dios es un icono de la argentinidad. Diego saltando, haciendo trampa, define el ser nacional argentino, la luz y lo sombr¨ªo, la trampa, el ingenio¡­¡±.

Marcelo Luj¨¢n no sabe todav¨ªa qu¨¦ va a hacer, qu¨¦ va a escribir ahora. ¡°No lo s¨¦, cuando lo tenga buscar¨¦ el tono¡±, cuenta con una sonrisa en la que ya no hay nervios, no hay tensi¨®n, hay toda la felicidad que puede haber en un diseccionador del mal del alma humana.