El tocino y la velocidad
Jaime Cullum es un int¨¦rprete muy serio, con un amplio conocimiento de la historia del piano de jazz

Hab¨ªa seguidores de Jamie Cullum mendigando una entrada por las esquinas de la ciudad. Ni modo. 11 a?os despu¨¦s de su primera actuaci¨®n en nuestro pa¨ªs ¡ªmisma ciudad, mismo escenario¡ª, el poder de atracci¨®n del hiperactivo Culllum se mantiene inc¨®lume, sino es que ha aumentado. Total, que imaginando la escena, uno lleg¨® a Mendizorrotza el viernes con tiempo suficiente, o eso cre¨ªa, y se encontr¨® con el pabell¨®n a punto de saltar por los aires y con dos propias que le preguntan: ¡°?Sabe usted qui¨¦n toca primero?¡±. Y a uno, que le entra la risa: ¡°L¨¦anse el programa, se?oritas¡±.
Es lo que tienen los festivales, que juntan El s¨¦ptimo sello con Pepito piscinas en un mismo programa, y hay quien va a escuchar una cosa y se encuentra con dos se?ores trajeados tocando jazz al piano y el contrabajo.
?Jazz en un festival de jazz!, ?d¨®nde se ha visto cosa semejante?
Total, que arrancan Kenny Barron y Dave Holland ¡ªy no se est¨¢ hablando de cualesquiera¡ª y las susodichas que aprovechan para ponerse al d¨ªa, entre los precios del Pilates, menudo disparate, y el chalet en Lekeitio que, desgraciadamente, no va a estar a punto para cuando Marichu vaya. Pobre Marichu. De haberla conocido Dave Holland, seguro que le hubiera dedicado una de sus composiciones.
No hubo un Blues for Marichu, pero s¨ª un vals para Kenny Wheeler, un Pass it on dedicado a Ed Blackwell y un In walked Bud, que Thelonious Monk escribi¨® para Bud Powell. Y, sobre todo, hubo jazz. Del mejor. Y un tema, Rain, de Kenny Barron, impregnado de ese sentimiento de nostalgia imprecisa que es patrimonio exclusivo del jazz. Callaron las parlanchinas vecinas, call¨® Marichu, callaron todos. La indiferencia inicial torn¨® en ovaci¨®n cerrada. ¡°Esto que est¨¢is escuchando se llama jazz¡±, intento decirles a las susodichas, pero ellas est¨¢n ya a lo suyo. Ha llegado el gran momento: "Ladies & gentlemen, mr. Jamie Cullum!!!. Las dos acuerdan: ¡°Es m¨¢s guapo que en las fotos"¡ ¡°y m¨¢s bajito¡±, a?ade una de ellas.
Comprobaci¨®n: los nuevos ¨ªdolos del pop beben agua mineral. En esto se parecen a los nuevos m¨²sicos de jazz. Luego que Cullum se da un aire a lo Bisbal, lo que no parece un dato trascendental y, con seguridad, no lo es. Por lo dem¨¢s, sigue siendo el mismo culo de mal asiento que conocimos en 2005; alguien capaz de hacer alpinismo sobre el piano por dos veces sin partirse la crisma. Solo que, adem¨¢s, es un int¨¦rprete muy serio, con un amplio conocimiento de la historia del piano de jazz, de donde su acompa?amiento a lo Erroll Garner de What a difference a day makes; y un crooner m¨¢s que notable, de donde su versi¨®n de Blackbird, de McCartney (sin Lennon). Tiene, adem¨¢s, una banda ¨¢gil/fiable/segura que le acompa?a, y una habilidad peculiar para mezclar lo inmezcable, Comes love y I put a spell on you, por ejemplo.
La cosa termin¨® dos horas y media m¨¢s tarde, se dice pronto, con el personal venido en masa a los pies del escenario y los seguratas de los nervios. Pobre gente. Mientras los festivales de jazz de Niza y Antibes han cancelado su programaci¨®n en se?al de duelo por los fallecidos el 14 de julio, Vitoria sigue su curso. No hay mejor noticia que esa.
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