Triunfo en la ruidosa Nueva York de una obra casi muda
¡®Small Mouth Sounds¡¯ apenas tiene palabras y da al espectador la doble experiencia del teatro y el retiro. Lo busca, lo encuentra y lo parodia

Suele conocerse a Nueva York como la ciudad que nunca duerme, pero quiz¨¢ ser¨ªa m¨¢s preciso definirla como la ciudad que nunca calla. El metro que chirr¨ªa por las v¨ªas, los bares plagados de pantallas de televisi¨®n con tres deportes retransmitidos de manera simult¨¢nea, la m¨²sica alt¨ªsima en casi todos los restaurantes... Y llegado el momento de irse a la cama, las ventanas no cierran y las ambulancias que no dejan de pasar.
Small Mouth Sounds, la obra que ha sido?ascendida al Pershing Square Signature Theatre de Manhattan despu¨¦s del clamoroso ¨¦xito de cr¨ªtica del a?o pasado en el espacio alternativo Ars Nova, apenas tiene palabras y da al espectador la doble experiencia del teatro y el retiro. Lo busca, lo encuentra y lo parodia.
Cuando empieza con la entrada paulatina de seis actores en escena y nadie dice nada busca la confusi¨®n del espectador contaminado ac¨²sticamente: ?d¨®nde hay que mirar? ?Qu¨¦ actor est¨¢ llevando ¡°la voz cantante¡± de esta escena muda? ?Hasta cu¨¢ndo sonar¨¢n esas toses del p¨²blico que normalmente se acaban con la primera palabra? Las neuras neoyorquinas que tan famosas ha hecho con su verborrea Woody Allen quedan al desnudo tambi¨¦n en esta pieza cuasisilente que se representa hasta el 25 de septiembre. Se abre al gran p¨²blico tras haber sido se?alada entre lo mejor de 2015 por medios como The New York Times o Advocate, pues el murmullo de su calidad se fue haciendo m¨¢s fuerte y lleg¨® hasta los o¨ªdos de este teatro de la calle 42 con la 10? avenida, que es el como off Broadway m¨¢s cercano a Broadway.

Bess Wohl es la dramaturga de Brooklyn a la que se le ocurri¨® escribir sin palabras sin emparentar por ello con el mimo. Lo pens¨® y lo hizo sin prejuicios. Small Mouth Sounds no es teatro mudo, porque algunas palabras s¨ª se escapan. Pero las palabras, justamente, est¨¢n ah¨ª para dejar en evidencia su inutilidad. ¡°El silencio se entiende a veces como la falta de comunicaci¨®n, pero creo que tambi¨¦n es la manera m¨¢s directa de entendernos. Las palabras pueden ser una cortina de humo que emborrona el mensaje, as¨ª que me gustaba la idea de personajes que no hablan y eso hace que lleguen de manera m¨¢s directa los unos a los otros. Las palabras a veces nos alejan de la verdad¡±, explica la autora.
La obra no tiene descanso y dura casi dos horas en las que el espectador se encuentra confinado en la irritante paz impuesta ¨Cy pagada- de un retiro espiritual. Una especie de ryokan en las afueras de Nueva York, donde el ruido de los p¨¢jaros y la lluvia, las esterillas y los paneles de madera conforman ese escenario inmisericorde con lo zen.
¡°Siempre siento c¨®mo el p¨²blico tiene una dificultad inicial, al menos una extra?eza hacia el arranque¡±
¡°Siempre siento c¨®mo el p¨²blico tiene una dificultad inicial, al menos una extra?eza hacia el arranque. No es lo habitual enfrentarse a alguien que no dice nada. No s¨¦ si existe un lugar en la ciudad donde se pueda encontrar el silencio, quiz¨¢ en un ascensor¡±, asegura Wohl, pues bien es sabido que nadie responde all¨ª a un ¡°buenos d¨ªas¡±. Hace tres a?os surgi¨® un restaurante en Greenpoint, en Brooklyn, que obligaba a mantener silencio para entroncar con la esencia de cada ingrediente. Acab¨® cerrando, porque si algo ense?a la obra, que se representar¨¢ hasta el 25 de septiembre, es que el neoyorquino ha acabado desarrollando una especie de intolerancia al silencio y, aunque crea que es la terapia que necesita, se rebela contra las verdades que destapa.
Otra mujer, Rachel Chavkin, es la encargada de llevar a escena con imaginaci¨®n un texto que podr¨ªa ser entendido de miles de maneras. Convierte la iluminaci¨®n, los objetos m¨¢s o menos ruidosos, en una especie de coro shakespeariano. Y quedan, claro, los actores que dotan de contenido a las no-l¨ªneas de una pareja interracial de mujeres, un yoggie de doble moral, una ejecutiva agresiva con nomofobia, un hombre algo colgado que no se sabe si es viejo o es joven y un se?or de unos sesenta a?os de irritante placidez. T¨®picos vistos con acidez y ternura a la vez en esta obra que critica una tendencia y su contraria.
Entre este reparto destacan rostros conocidos como Marcia DeBonis, vista en la serie Homeland, o el profesor de actuaci¨®n en la Universidad de Yale, Brad Heberlee. Este ¨²ltimo, al que tambi¨¦n se le ha visto en series como White Collar, acept¨® el reto casi a modo de experimento te¨®rico: ¡°A mis alumnos siempre les digo que es importante saber que un actor no deja de actuar cuando deja de recitar, sino que quiz¨¢ es m¨¢s dif¨ªcil actuar mientras escuchas lo que est¨¢n recitando los otros actores. Esa es la parte del silencio que es m¨¢s dif¨ªcil de manejar en un escenario. Esta obra es as¨ª gran parte del tiempo y eso no significa que el di¨¢logo no est¨¦ ah¨ª. De hecho, sin palabras, pero los personajes no dejan de hablan en toda la obra¡±, explica este actor que ha participado en serios como White Collar. ¡°Cuando recib¨ª la obra, me di cuenta de que la ¨²nica manera de saber qu¨¦ era exactamente era intentar hacerla y esa idea para m¨ª era fascinante. No era para ser le¨ªda, era ponerse a representarla y ver qu¨¦ pasaba¡±.
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