Troleros por acumulaci¨®n

A una pel¨ªcula que queriendo ser prestidigitadora y m¨¢gica, pero que se sit¨²a peligrosamente en el alambre de la ca¨ªda al vac¨ªo por artificiosa e incomprensible, y que se acaba sosteniendo m¨¢s por el carisma de sus int¨¦rpretes que por los fuegos de fingimiento de su guion, solo le hace falta una decisi¨®n para el vuelo final hacia el suelo: una segunda parte a¨²n m¨¢s grandilocuente y simulada. Ahora me ves 2, m¨¢s pomposa, todav¨ªa m¨¢s larga y redundante, es una pompa de jab¨®n todav¨ªa m¨¢s colorida y supuestamente hermosa que, despu¨¦s de un rato, te cansas de mirar. Porque los m¨¢s troleros no son los personajes, sino el guionista, que, empe?ado en sorprender, en cada secuencia, con cada giro de guion, te lleva a una de esas preguntas de espectador que resumen lo que hay dentro de una pel¨ªcula: ?y qu¨¦, tanto para esto?

De El golpe (George Roy Hill, 1973) a Nueve reinas (Fabi¨¢n Bielinsky, 2000), las pel¨ªculas de estafadores siempre han ido de la mano del entretenimiento m¨¢s bullicioso y de un glorioso componente social de identificaci¨®n, con el que gente de la calle culminaba una operaci¨®n de acoso y derribo de las clases dominantes casi en nombre del pueblo. La serie Ahora me ves se supone que tambi¨¦n pose¨ªa este ingrediente colectivista, pero ya aparece tan difuso que se pierde.

En esta segunda entrega se (medio) disfruta, de nuevo, la qu¨ªmica entre su grupo de int¨¦rpretes, m¨¢s la aportaci¨®n de la poderosa Lizzy Caplan, pero otra de sus adiciones podr¨ªa resumir su c¨²mulo de errores: sumar al Woody Harrelson m¨¢s calmado y contempor¨¢neo un segundo papel gemelo, con el que dar rienda suelta a aquel insoportable Woody de los noventa, pasad¨ªsimo e insufrible.