Con las manos en la masa, ?o en el espect¨¢culo?
La fiebre por la gastronom¨ªa ha llenado la televisi¨®n de programas de cocina. Pero los espacios culinarios siguen siendo parecidos a los de hace 25 a?os
¡°Ni?a, no quiero platos finos. Vengo del trabajo y no me apetece pato chino¡±. Todos reconocemos esta frase y sabemos que Joaqu¨ªn Sabina lo que quer¨ªa era un gazpacho con su ajo y su pepino. Y una copita de oj¨¦n. Con esta canci¨®n de Vainica Doble empezaba el programa de cocina m¨¢s famoso de la historia de la televisi¨®n espa?ola: Con las manos en la masa. Estrenado el 3 de enero de 1984, el espacio de Elena Santonja perdura en nuestra memoria como icono de los fogones cat¨®dicos. A lo largo de sus siete a?os de emisi¨®n pasaron por all¨ª invitados tan llamativos como Sara Montiel, Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, Miguel Bos¨¦ o Alaska. Mandil al cuello y sart¨¦n en ristre, ofrec¨ªan al telespectador una visi¨®n fresca y pr¨¢ctica de la gastronom¨ªa, llena de recetas familiares y an¨¦cdotas compartidas en torno a una mesa camilla.
Hasta entonces los programas culinarios se hab¨ªan limitado a dar f¨®rmulas, trucos y consejos nutricionales, sin atreverse a realizar elaboraciones en directo. En 1958 apareci¨® A mesa y mantel, seguido varios a?os despu¨¦s por Vamos a la mesa (1967), con direcci¨®n de Jose Luis Uribarri y presentado por Maruja Callaved, y Gastronom¨ªa (1970), una especie de NO-DO folkl¨®rico que repasaba los platos t¨ªpicos espa?oles a base de pantagru¨¦licos banquetes populares.
En aquella parrilla de dos ¨²nicos canales, Con las manos en la masa se convirti¨® en un aut¨¦ntico fen¨®meno social con su propia revista de recetas, libros de cocina e incluso el primer conflicto por publicidad encubierta. ?se fue el prosaico motivo por el que Santonja abandon¨® el programa en verano de 1991, despu¨¦s de que TVE le pidiera que promocionara ciertos productos sin pagarle nada a cambio. Pero por mucho que ella y sus convidados marcaran una ¨¦poca, quien verdaderamente cambi¨® para siempre el paradigma televisivo de la cocina en Espa?a fue Karlos Argui?ano. A principios de 1992 la cadena p¨²blica contrataba al cocinero vasco -bregado en un peque?o espacio de la televisi¨®n auton¨®mica ETB- para presentar El men¨² de cada d¨ªa. Y ah¨ª sigue. Veinticuatro a?os, tres cadenas y dos continentes despu¨¦s, Argui?ano contin¨²a asom¨¢ndose todas las ma?anas a la pantalla con su estilo rabiosamente personal, lleno de perejil, fundamento y chistes malos.
El zarauztarra y su productora sentaron las bases de lo que consideramos un programa de cocina al uso en nuestro pa¨ªs. Un espacio diario matinal (el de Santonja era emitido semanalmente a las 20.30) de unos 30 minutos de duraci¨®n, con dos recetas explicadas de principio a fin y un ¨²nico presentador, cocinero de profesi¨®n. Si echamos la vista a atr¨¢s y rebuscamos en el ba¨²l de nuestros recuerdos, comprobaremos que casi la totalidad de los programas posteriores han seguido a pies juntillas los mandamientos del rey del perejil. En el planteamiento visual, con un plat¨® semejante a una exposici¨®n de tienda de cocinas, o en la realizaci¨®n t¨¦cnica, reducida habitualmente a un plano general m¨¢s o menos fijo y otro de detalle. El gui¨®n se basa en la aptitud comunicativa del presentador-conductor, de cuyo talento para rellenar las pausas entre sofritos depende en exclusiva el entretenimiento del espectador.
Pedro Subijana, Bruno Oteiza, Eva Argui?ano, Jos¨¦ Andr¨¦s, David de Jorge, Mart¨ªn Berasategui o los hermanos Torres. Todos han seguido el mismo patr¨®n, enclaustrados dentro de los l¨ªmites de un g¨¦nero que poco ha evolucionado en 25 a?os. Entre las honrosas excepciones figura Jos¨¦ Andr¨¦s, quien hizo de Vamos a cocinar (La 1, 2005), un programa eminentemente did¨¢ctico explicando las bases pr¨¢cticas e incluso cient¨ªficas de la cocina. El irreverente Robin Food de David de Jorge, primero en ETB (desde 2010) y despu¨¦s en Telecinco (2014) con vuelta a la auton¨®mica en 2015, instaur¨® un tono gamberro y transgresor que ha sabido conectar con un p¨²blico joven muy alejado de los gustos culinarios de sus abuelas. Con un decorado hogare?o y un discurso lleno de referencias intelectuales, De Jorge ha sabido enganchar a los fogones a una nueva generaci¨®n, siendo el cocinero espa?ol con m¨¢s seguidores y reproducciones de YouTube. En una onda similar se mueven los hermanos Torres en su actual Torres en la cocina (La 1), donde exhiben una divertida din¨¢mica de d¨²o y elaboran recetas m¨¢s modernas de lo que sol¨ªa ser la norma de media ma?ana.
El resto de programas de recetas se pueden ver en canales de la TDT (Cocina con Bruno Oteiza, Nova) o en cadenas tem¨¢ticas como Canal Cocina, donde se alternan producciones nacionales y extranjeras. Al lado de Nigella Lawson, Gordon Ramsay o del ubicuo Jamie Oliver (lo mismo sale en La 2 que en Viajar o en tus pesadillas), la mayor¨ªa de los espacios de cocina espa?oles palidecen. Carecen de su atractivo est¨¦tico y de ese ritmo trepidante que te pega a la tele durante horas. No es lo mismo grabar una serie semanal de pocos cap¨ªtulos, como hace Oliver, que rodar una temporada que emite episodios de lunes a viernes durante meses. Ese gran volumen de trabajo impide realizar ediciones complejas o utilizar recursos audiovisuales elaborados, con un resultado final pr¨¢cticamente sin cortes que se subordina completamente a la capacidad del presentador para enlazar contenidos. En Espa?a tambi¨¦n hay menos presupuesto, raz¨®n por la que se siguen viendo esas terribles ventanas de atrezzo con vistas pintadas o se condiciona el guion para adecuarse a las necesidades publicitarias del patrocinador. Sin embargo, una cartera holgada no siempre significa calidad. Algunos de los programas de cocina m¨¢s originales que se han emitido en los ¨²ltimos a?os han sido de bajo coste y est¨¦tica discutible:?Los fogones tradicionales, un maravilloso ejercicio etnogr¨¢fico protagonizado por las recetas de pueblo, o Bendito paladar, que descubri¨® a las geniales Sor Liliana y Sor Beatriz. La f¨®rmula del ¨¦xito para un programa cl¨¢sico de recetas es encontrar un enfoque propio y un presentador con personalidad que aporte algo m¨¢s que simples explicaciones t¨¦cnicas.
Mientras las televisiones no decidan dirigirse a un nuevo espectador diferente a la famosa e impert¨¦rrita ¡°se?ora de Cuenca¡± o no primen la calidad por encima de la cantidad, seguiremos viendo muchos programas de recetas que son un quiero y no puedo. Los v¨ªdeos autoproducidos de internet les pisan ya merecidamente los talones.
Cuando la cocina es la excusa
Saliendo de los estrechos confines de la televisi¨®n que ense?a a cocinar encontramos un resbaladizo espacio gastron¨®mico que se mueve entre diversos g¨¦neros televisivos. Uno de los m¨¢s prol¨ªficos ha sido el concurso de preguntas y respuestas o de demostraci¨®n de dotes. El primero fue el muy ochentero Ding-Dong, presentado por Andr¨¦s Pajares y Mayra G¨®mez Kemp. Las cadenas privadas trajeron Entre platos anda el juego, con Juanito Navarro y Do?a Croqueta, o Tomates y pimientos. ?Van haciendo ustedes memoria?
La lista de programas relacionados con la cocina en la ¨²ltima d¨¦cada es tan larga que resulta imposible recordarlos. Todas las cadenas han picado del pastel: Cuatro (?O¨ªdo Cocina!, Todos contra el chef), La Sexta (Hoy cocinas t¨², Pesadilla en la cocina), Antena3 (TopChef), y Telecinco, que abri¨® la veda del gastroreality morboso en 2006 con Esta cocina es un infierno. MasterChef y sus concursantes lacrimosos en versi¨®n adulta, infantil o celebridad estaban a la vuelta de la esquina. Menos mal que la tele nos ha regalado tambi¨¦n documentales divulgativos como?Cocineros sin estrella, El chef del mar o Un pa¨ªs para com¨¦rselo, en la l¨ªnea de programas internacionales de prestigio como Chef?s Table, Cooked o La mente de un Chef (disponibles en Netflix). Elijan ustedes, ambros¨ªa o le¨®n-come-gamba.
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