Sobrevivir a Madonna y a la gira ¡®Blond ambition¡¯
El Festival de cine Independiente de Bogot¨¢ estrena en Colombia 'Strike a pose', la historia de los bailarines que acompa?aron a la cantante en los noventa
A lo largo de m¨¢s de 140.000 kil¨®metros, en distintos pa¨ªses, Madonna defendi¨® en cada uno de sus conciertos, con los conos puestos o el traje de monja, la libertad sexual y religiosa, y los derechos de la comunidad gay. Era 1991, la gira se llam¨® Blond Ambition y a su lado estaban siete bailarines, seis de ellos homosexuales. De aquel tour sali¨® el documental Truth or dare, un retrato de lo que suced¨ªa entre bastidores. M¨¢s de dos d¨¦cadas despu¨¦s, esos j¨®venes han entrado en la cuarentena y han decidido contar en la pel¨ªcula Strike a pose c¨®mo se sobrevive a una de las artistas m¨¢s importantes de la historia del pop.
Jos¨¦ Extravaganza y Luis Camacho, los dos latinos del cuerpo de baile, conocieron a Madonna una noche en un bar de Nueva York. La artista los hab¨ªa visto bailar en el House Ball, uno de los lugares de la escena underground y gay de la ciudad, y los invit¨® a su gira y a coreografiar el v¨ªdeo de Vogue, dirigido por David Fincher. Salim Gauwloos, belga marroqu¨ª, Carlton Wilborn, afroamericano, Oliver Crumes, mestizo salido de los barrios m¨¢s pobres de Nueva Orleans y el ¨²nico heterosexual, Kevin Stea, de origen asi¨¢tico, y Gabriel Trupin, tambi¨¦n de raza negra, acudieron a un anuncio de la diva en el que reclamaba "bailarines feroces". "Vio en nosotros juventud, arte y personalidad", dice Extravaganza durante la presentaci¨®n del filme en IndieBo, el festival de cine independiente de Bogot¨¢.
El bailar¨ªn, junto a Gauwloos, recorren el mundo desde la pasada edici¨®n del certamen de Berl¨ªn, donde se estren¨® el documental, respondiendo las preguntas de los periodistas y los halagos de los fans. "En ese momento, con 18 a?os, no ¨¦ramos conscientes de c¨®mo est¨¢bamos contribuyendo al activismo gay", dice, "ahora, en cada estreno, nos damos cuenta, por las historias que nos cuenta el p¨²blico, de la importancia de aquella gira".
Strike a pose surgi¨® de una duda en 2013. "Los cineastas holandeses Ester Gould y Reijer Zwaan se preguntaron qu¨¦ hab¨ªa sido de todos nosotros, nos buscaron por Internet y empezaron a contactarnos de manera independiente", relata Gauwloos. Los seis bailarines supervivientes, Trupin muri¨® de sida en 1995, llevaban a?os sin hablarse aunque, como se encargan de repetir en la pel¨ªcula, se consideraban hermanos. El rodaje se alarg¨® casi un a?o y en ese tiempo, por orden de los directores, siguieron sin saber nada los unos de los otros. Delante de la c¨¢mara contaron su propia versi¨®n de aquella gira. "Madonna era como mi madre", dice en un momento del filme Stea. Extravaganza lo confirma y recalca que para unos chicos en plena formaci¨®n art¨ªstica tambi¨¦n fue la manera de entender el negocio. "Aprend¨ª cosas tan b¨¢sicas como leer un contrato, buscar un representante y mucha disciplina", cuenta. "Nunca vi a nadie trabajar tan duro como a ella, siempre dec¨ªa: 'La mente por encima de todo ["Mind over matter]", responde su compa?ero.
El recuerdo de aquel trabajo aparece con una mezcla de alegr¨ªa y nostalgia en la pel¨ªcula. "Estamos aqu¨ª por ella y seguimos consiguiendo muchos trabajos porque aun nos reconocen como los bailarines de Madonna", aseguran ambos. Pero a medida que avanza el metraje, el glamour de la fama se diluye. El d¨ªa que acab¨® Blond ambition los bailarines bajaron del escenario y el golpe de fama los abofete¨® sin piedad. Despu¨¦s de los flashes lleg¨® la oscuridad. Drogas, alcohol y las consecuencias del sida a principios de los noventa. Durante meses compartieron el grito de Madonna por la normalizaci¨®n de la enfermedad y la defensa de sus derechos. Y en ese mismo tiempo, en el que respond¨ªan a la m¨¢xima de su l¨ªder "express yourself" (expr¨¦sate), tres de ellos no fueron capaces de confesar que estaban infectados por el virus. "No quer¨ªamos arruinar la fiesta", se oye en la pel¨ªcula.
A las tinieblas le siguieron nuevos trabajos, en la mayor¨ªa de los casos como core¨®grafos. Las rentas de la fama se agotaron en los bares. Ahora sus casas representan a la clase media estadounidense. Se levantan para trabajar cada d¨ªa y hacen fila, como el resto de sus compa?eros de gremio, para conseguir nuevos proyectos. "Es cierto que desde aquel momento nunca he vuelto a ser un bailar¨ªn m¨¢s", explica Gauwloos, "ya sea en mi escuela o cuando era modelo o me presentaba a castings yo era 'el chico de Madonna". Lo cuenta sin acritud. No se arrepienten de nada. Y aunque en Strike a pose se recuerda la denuncia que dos de los bailarines interpusieron ante la artista por incumplimiento de contrato, y la frustraci¨®n de la madre de Gabriel porque su hijo participara de aquella gira, "esta no es una pel¨ªcula contra ella", dicen los bailarines.
Ninguno de los dos, ni del resto de sus compa?eros, ha vuelto a hablar con Madonna. Todos saben que ha visto la pel¨ªcula porque para poder realizarla los productores tuvieron que pedir permiso a la artista para usar im¨¢genes de Truth or dare. "Aun quedan muchas proyecciones por el mundo, su respuesta llegar¨¢. Estoy seguro de que tiene muchas preguntas que hacernos", piensa Extravaganza.
Babelia
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