Un maestro

El caso de Clint Eastwood es ejemplar para medir el grado de sectarismo de buena parte de lo que se llam¨® ¡°la progres¨ªa¡±. Despreciado por la cr¨ªtica y los cin¨¦filos en sus primeros a?os, sobre todo en los filmes de Siegel, su valoraci¨®n fue evolucionando ¡ªno as¨ª la manera del realizador de entender el cine¡ª hasta considerarlo en la actualidad como uno de sus grandes maestros. Esta noche podr¨¢n comprobar una vez m¨¢s su magisterio con la proyecci¨®n de Poder absoluto (La 1, 22.35), un thriller extraordinario por su buen hacer y porque el villano es el presidente de Estados Unidos, lo que no es habitual.

Prepotencia del poderoso, convicci¨®n de impunidad, servicios policiales al servicio del bien particular... los personajes de ficci¨®n que surgen en el filme son tan pr¨®ximos y reales que no es de extra?ar que en el futuro el cine sea una de las fuentes de informaci¨®n b¨¢sica para los historiadores, como hace tiempo lo es la literatura. Y si Eastwood fue inicialmente denostado por una izquierda intolerante, s¨®lo hay que recordar el trato que se le dio a obras extraordinarias como El viaje al fin de la noche, de C¨¦line, o El fuego fatuo, de Drieu de la Rochelle, para comprobar que el esp¨ªritu inquisitorial trascendi¨® ampliamente a su tiempo.

El eclecticismo de Eastwood, como lo fue el de sus maestros John Ford y John Huston, se demuestra simplemente con la enumeraci¨®n de algunas de sus obras: Bird, sobre Charlie Parker; Cazador blanco, coraz¨®n negro, sobre su admirado Huston; Sin perd¨®n, Los puentes de Madison, la extraordinaria Medianoche en el jard¨ªn del bien y del mal, Mystic River o Gran Torino.

La ¨²ltima vez que TVE program¨® Poder absoluto, en febrero de 2012, fue lo m¨¢s visto con un total de 3.578.000 espectadores. No sabemos cu¨¢ntas veces habr¨¢n escuchado a Vivaldi o a Coltrane. Olv¨ªdense tambi¨¦n de las veces que han visto a Eastwood y disfruten de nuevo.