Cuando John Lennon se crey¨® Jesucristo
El m¨²sico parodi¨® en 1966 en Almer¨ªa la s¨¢bana santa con un trozo de tela como una forma de vengarse de la pol¨¦mica que le acosaba tras declarar que "los Beatles eran m¨¢s famosos que Jes¨²s"
¡°?Cristo, sabes que no es f¨¢cil! Sabes lo duro que puede ser. Tal y como van las cosas me van a crucificar¡±, afirmaba John Lennon en su canci¨®n La balada de John y Yoko. Casi tres a?os antes, el 29 de julio de 1966, hab¨ªa comenzado su ¡°crucifixi¨®n¡± por la prensa de EE.UU. La revista Datebook public¨® un llamativo titular con una frase del l¨ªder de los Beatles: ¡°Somos m¨¢s populares que Jes¨²s¡±. La afirmaci¨®n no era nueva, se sacaba de un art¨ªculo m¨¢s amplio publicado en marzo en Inglaterra. John hab¨ªa declarado:?¡°El Cristianismo se ir¨¢, menguar¨¢ y se desvanecer¨¢. Nosotros somos ahora m¨¢s populares que Jes¨²s. (...) No s¨¦ qu¨¦ desaparecer¨¢ antes, si el rock and roll o el cristianismo¡±. El joven m¨²sico metido a intelectual, diagnosticando a su manera la secularizaci¨®n de la sociedad y el desapego de los j¨®venes por la religi¨®n. Su declaraci¨®n pas¨® desapercibida en Inglaterra pero en Estados Unidos fue tomada como blasfemia y caus¨® una gran pol¨¦mica justo antes de la tercera gira de los Beatles por este pa¨ªs. Hubo piras p¨²blicas de discos de los Beatles en poblaciones del cintur¨®n b¨ªblico y los cuatro m¨²sicos recibieron amenazas de muerte del Ku Klux Klan. La tensi¨®n domin¨® aquellos conciertos a lo largo de agosto y sus ruedas de prensa dejaron de ser festivas e hilarantes, se convirtieron en autos inquisitoriales del roquero provocador, quien tuvo que pedir perd¨®n. Al final de esta gira, los Beatles decidieron dejar los conciertos para siempre.
Su comparaci¨®n con Jes¨²s le estaba saliendo cara, pero pocas semanas despu¨¦s, Lennon se tomar¨ªa su venganza en Almer¨ªa. Aqu¨ª lleg¨® el 19 de septiembre de 1966 para participar como actor en la pel¨ªcula C¨®mo gan¨¦ la guerra, producci¨®n antib¨¦lica de Richard Lester. En su equipaje se col¨® la pol¨¦mica. No pudo esquivarla porque se la recordaban los periodistas cada vez que lo entrevistaban en el set de rodaje. ¡°No soy un miserable (...) No me lo recuerden m¨¢s¡±, contestaba John a la pregunta ¡°?Estabas bebido cuando lo dijiste?¡±, hecha por Diego Segura para la revista Fans.
Fue en este contexto y en el desierto almeriense cuando Lennon, con esa llaga del orgullo abierta, cogi¨® un trozo de lona militar del atrezzo y comenz¨® a exorcizar su tormento. ?No quer¨ªan blasfemia? Pues la iban a tener. John se dibuj¨® a s¨ª mismo, con una caricatura frontal, parodiando la S¨¢bana Santa de Tur¨ªn. El l¨ªder de los Beatles llevaba consigo este trapo de menos de un metro de largo y debi¨® de usarlo en las largas esperas entre tomas. Al terminar el rodaje se lo regal¨® a Ron Lacey, un joven actor brit¨¢nico con el que comparti¨® confidencias y alguna fumada furtiva. ¡°Adi¨®s Ronnie¡±, escribi¨® en espa?ol sobre ese retal. A?os despu¨¦s, el actor (popular por su papel de nazi con gafas lennonianas en, En busca del arca perdida) le dio el trozo de tela a un compa?ero de juergas, que lo guard¨® hasta hoy.
La casa de subastas Cooper Owen asegura su autenticidad. Lo intent¨® vender sin ¨¦xito hace dos a?os. Para la que es la firma de memorabilia musical m¨¢s importante del mundo, la sabana santa de John Lennon es una incalculable pieza de arte conceptual. Cuesta creer que sea veraz un trozo de loneta caqui manchado con frases y trazos desdibujados. Pero lo es.
Lennon se dibuj¨® como un Jes¨²s con barbas, gafas redondas y corona de espinas. Lo hizo como uno de esos monigotes con los que se burlaba de sus profesores siendo escolar. A?adi¨® la expresi¨®n Batman sagrado, referencia her¨¦tica a su personaje, junto al anagrama del hombre murci¨¦lago, en uno de sus inconfundibles juegos de significados. Bajo el mismo dibuj¨® dos pu?os enfrentados con las inscripciones amor y odio. En el lado del mal, John bocet¨® un c¨®lgota con tres cruces y un encapuchado del Ku Klus Klan. En el opuesto, otra cruz con la corona y el nombre de Elvis, su aut¨¦ntico dios y quien le abri¨® los ojos al rock en 1956.
La s¨¢bana santa de Lennon no es solo una airada burla de cuya osad¨ªa era consciente el m¨²sico. Expresa a modo de diario ¨ªntimo su estado de ¨¢nimo cambiante a lo largo de sus seis semanas en una tierra que hizo tantas veces de Galilea en el cine. Lennon expres¨® su lamento por el trato recibido en la frase duele Jes¨²s, de t¨² a t¨², como volver¨ªa a hacer en el single de 1969. En sus anotaciones, John mostraba a?oranza y dudas sobre su vida: Gafas, esposa, hijo, amor, marihuana, y al lado, el dibujo de un gato. La estela de Jes¨²s acompa?¨® a John hasta el final de su vida en canciones, declaraciones, actitud pol¨ªtica e incluso en su aspecto f¨ªsico. Con esta parodia del lienzo de Tur¨ªn hecha en Almer¨ªa, el m¨²sico vilipendiado se identific¨® con aquel, tambi¨¦n con su premonitoria muerte, al a?adir una frase de Gripweed, su personaje, pronunciada frente a la c¨¢mara mientras mor¨ªa desangrado en la ficci¨®n: ¡°Sab¨ªa que esto iba a ocurrir¡±. A?os despu¨¦s, en diciembre de 1980, el mundo lo supo en la realidad y sin necesidad de manto alguno elev¨® a John Lennon a los altares como el primer mes¨ªas del rock.
50 aniversario de ¡®Strawberry Fields Forever¡¯, una canci¨®n clave
Esta tela es parte del puzzle arqueol¨®gico musical de Strawberry Fields Forever, la canci¨®n que John cre¨® hace 50 a?os y motivo de celebraci¨®n en Almer¨ªa, del 7 al 9 de octubre, con m¨²sica, charlas y un homenaje al profesor Juan Carri¨®n. Este retal aporta luz al origen de esta obra maestra. La frase "Nadie vive en mi luna. Quiz¨¢s est¨¦ muy alta o muy baja, no me importa mucho", es una variaci¨®n de la letra final de la canci¨®n, en la que John cambi¨® la luna del paisaje almeriense por ¨¢rbol. El m¨²sico llevaba consigo esta tela e iba a?adiendo ideas con los mismos rotuladores con los que corrigi¨® las hojas de Carri¨®n, y mostrando, como en la canci¨®n, su dolor, dudas e incluso resentimiento. Finalmente, se le apareci¨® la esperanza cuando John se traslada a Santa Isabel el d¨ªa de su cumplea?os y evoca Strawberry Field, aquel jard¨ªn de su infancia, desde Almer¨ªa. Pero ya entonces, no lo reflej¨® en su par¨®dico sudario.
J. Adolfo Iglesias es periodista y autor del libro Juan and John (C¨ªrculo Rojo). adolfoiglesias1966@gmail.com
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