Videntes

La mayor¨ªa son piratas, pero a ninguna Administraci¨®n parece importarle que el dial televisivo est¨¦ inundado de canales sin licencia dedicados al esoterismo, la videncia, el ocultismo y el tarot. Emiten consultorios astrol¨®gicos, rituales, conjuros y sortilegios de toda ¨ªndole durante las 24 horas el d¨ªa, vulnerando gravemente una ley que proh¨ªbe difundir contenidos de este tipo en horario de protecci¨®n infantil. C¨®modamente instaladas, estas emisoras se lucran con las llamadas de espectadores incautos, supersticiosos e ignorantes, que pagan una tarifa extra cada vez que llaman al tel¨¦fono del programa.

En Tarot¨¦ame, los supuestos videntes responden a preguntas sobre ¡°seres de luz¡± y lo hacen a trav¨¦s de ¡°conexiones con el mundo espiritual¡±. En Tarotvisi¨®n espantan la negatividad y usan la ¡°mediumividad¡± (dixit) para encontrar, por ejemplo, a los tres perritos que ha perdido una c¨¢ndida abuelita: ¡°Est¨¢n en una casa blanca con algo verde. Esa casa tiene un nombre, pero... ahora no me viene¡±, dice la autoproclamada m¨¦dium. En otra consulta, una mujer llama preocupada por el atormentado devenir del matrimonio de su hijo. El consejo de la echadora de cartas no tiene desperdicio: ¡°R¨¦zale una novena a San Benito, que corta cualquier cosa de brujer¨ªa. Es un santo que tiene la facultad de romper hechizos¡±. Sandro Rey, uno de los veteranos, otorga a los fieles que se asoman a su consultorio un n¨²mero de la suerte con el que jugar a la loter¨ªa. Y dice, orgulloso, que ¨¦l es ¡°el ¨²nico que ha repartido 20 millones de euros¡±. Eso s¨ª, con la ayuda de un ritual que repite una y otra vez: ¡°Le pido a la energ¨ªa del universo y a la magia de la fortuna...¡±.

Mientras este ej¨¦rcito de visionarios echa fren¨¦ticamente los naipes (a veces hasta con una baraja de p¨®ker) y se lucran a costa de la credulidad de la gente, nadie toma cartas en el asunto.