Raymond Roussel no sale de su camarote
El autor de 'Impresiones de ?frica', que nunca us¨® en sus libros las experiencias de sus viajes, inaugura esta serie dedicada a las vacaciones de los escritores
Quiz¨¢s el autor de Impresiones de ?frica descubriese tard¨ªamente la famosa frase de Blaise Pascal acerca de que ¡°la mayor¨ªa de los males le vienen a los hombres por no quedarse en casa¡±; tal vez la conociese pero no pudiera o no deseara deso¨ªr los cantos de sirena de las tierras ex¨®ticas y la industria del turismo. En cualquier caso, Raymond Roussel viaj¨® mucho; s¨®lo entre 1920 y 1921 visit¨® con su madre (quien transportaba entre sus pertenencias un ata¨²d en la previsi¨®n de que muriera durante el trayecto) India, Australia, Nueva Zelanda, Polinesia, China, Jap¨®n y Estados Unidos, aunque es improbable que haya visto algo de todo ello: como recordaba Enrique Vila-Matas en este peri¨®dico hace algunos a?os, cuando un amigo le escribi¨® dici¨¦ndole que lo envidiaba por las puestas de sol de las que deb¨ªa estar disfrutando durante sus viajes, Roussel le confes¨® que no hab¨ªa visto ninguna. Estaba demasiado ocupado escribiendo en su camarote, de donde no hab¨ªa salido ni una sola vez en todo el viaje. Roussel siempre hab¨ªa sido un raro; de hecho, buena parte de su vida y su obra contin¨²an siendo profundamente enigm¨¢ticas, esta ¨²ltima debido al peculiar m¨¦todo de escritura que el autor desarroll¨® bas¨¢ndose en las homofon¨ªas del franc¨¦s: en su relato ¡®Chiquenade¡¯, por ejemplo, la primera frase del texto reza: ¡°Les vers de la doublure dans la pi¨¨ce du Forban talon rouge¡± (los versos del suplente en la pieza Forban del tal¨®n rojo), y la ¨²ltima: ¡°Les vers de la doublure dans la pi¨¨ce du fort pantalon rouge¡± (los gusanos en la tela del fuerte pantal¨®n rojo), dos frases que suenan relativamente similares; en el relato, Roussel se las arregla para unir de manera l¨®gica ambas instancias, lo que significa explicar qui¨¦n es el suplente, qu¨¦ pieza es ¨¦sa, qui¨¦n la escribi¨®, de d¨®nde salieron los gusanos, etc¨¦tera.
Nadie hab¨ªa escrito as¨ª nunca ni iba a volver a hacerlo: el m¨¦todo s¨®lo le serv¨ªa a su creador y no era su ¨²nica particularidad. Seg¨²n el escritor surrealista Michel Leiris (quien lo conoci¨® tanto como el impenetrable Roussel pod¨ªa ser conocido), el autor de Locus Solus nunca usaba las camisas y las corbatas m¨¢s de tres veces, las chaquetas y abrigos ¨²nicamente dos semanas y los cuellos de camisa s¨®lo un d¨ªa; ten¨ªa terror a los t¨²neles y los evitaba; somet¨ªa a sus interlocutores a preguntas inocuas que preparaba con antelaci¨®n por temor a verse envuelto en una conversaci¨®n inc¨®moda o provocarla; le gustaba imitar a las personas y sol¨ªa trabajar hasta siete a?os en sus imitaciones hasta llevarlas a la perfecci¨®n; convencido como estaba de que la comida afectaba a la ¡°serenidad¡± que necesitaba para escribir, sol¨ªa ayunar por d¨ªas y a continuaci¨®n someterse a comilonas de cinco horas de duraci¨®n en las que se hac¨ªa servir, consecutivamente, el desayuno, el almuerzo, la merienda y la cena. Una de las ingestas de octubre de 1926 fue documentada, e incluy¨® frambuesas en az¨²car, sopa de chocolate, ostras, golosinas de mazap¨¢n con queso brie, pescadilla, callos con foie-gras, compota de uvas, sorbete de champa?a, un filete, sufl¨¦ de patatas, caf¨¦, sopa, suprema de perdiz, pi?a a la oriental, etc¨¦tera.
Un mundo en tres trazos
1. Raymond Roussel naci¨® en Par¨ªs en 1877 y muri¨® en Palermo (Italia) en 1933; puede que se suicidara, aunque tambi¨¦n es posible que la sobredosis de barbit¨²ricos que lo mat¨® fuese accidental: aunque Leonardo Sciascia investig¨® su muerte en un libro extraordinario, esta sigue siendo motivo de controversia.
2. Los temas de su obra son (seg¨²n Michel Leiris) la omnipotencia de la ciencia, la estrecha correspondencia entre micro y macrocosmos, el ¨¦xtasis, el ed¨¦n, el tesoro por descubrir o el enigma por descifrar, la inmortalidad artificial, las m¨¢scaras y los disfraces.
3. Entre sus libros traducidos al espa?ol se encuentran Impresiones de ?frica (Siruela, 2004), Locus Solus (Capit¨¢n Swing, 2012) y el fundamental C¨®mo escrib¨ª algunos libros m¨ªos (Tusquets, 1973). Turner public¨® en colaboraci¨®n con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sof¨ªa el cat¨¢logo de la exhibici¨®n Locus Solus: impresiones de Raymond Roussel (2011).
A pesar de ello, su mayor singularidad consisti¨® en viajar por el mundo sin desear ver absolutamente nada, o muy poco. En 1925, Roussel (quien hab¨ªa nacido en 1877 y publicado su primer libro a los veinte a?os de edad) se hizo construir una caravana o casa rodante cuya radical novedad hizo que fuese exhibida en el Sal¨®n del Autom¨®vil de Par¨ªs de ese a?o y que Benito Mussolini y el papa P¨ªo XI pidieran visitarla durante una visita del escritor a Roma. La caravana ten¨ªa nueve metros de largo y algo m¨¢s de dos metros de ancho y hab¨ªa sido dise?ada por Roussel para trabajar durante sus viajes sin ser molestado por el paisaje y/o las vistas: el veh¨ªculo no ten¨ªa ventanas. En ¨¦l, visit¨® Suiza, Alsacia e Italia, pero continu¨® trabajando como si estuviese en Par¨ªs.
En consonancia con su idea de que la obra art¨ªstica no deb¨ªa contener nada ¡°real¡± sino puras combinaciones imaginarias, Roussel no utiliz¨® en su literatura ninguna de las experiencias vividas durante sus viajes. De hecho, hizo lo posible por no tener experiencia ninguna: ya ten¨ªa suficiente con las que suced¨ªan en sus libros, donde los cabellos bailan sobre la cabeza de los calvos, las m¨¢quinas construyen mosaicos con dientes humanos, un gato sin pelo se transforma en una bater¨ªa el¨¦ctrica y el mundo es hecho una y otra vez de nuevo, no con la fuerza de la experiencia sino con las potencias de la imaginaci¨®n y de los sue?os. Frente ?a ellas (pensaba Raymond Roussel), ning¨²n viaje val¨ªa la pena, excepto que se hiciera con los ojos cerrados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.