Aguardando a Beyonc¨¦ bajo el sol
Miles de espectadores esperan para acceder al Estadio Ol¨ªmpico de Barcelona
Menos humedad, menos gente y con el a?adido del simple sonido de las chicharras pod¨ªa pensarse en un secarral del interior peninsular. Pero no, es Barcelona, y a las 16:30 de la tarde de este mi¨¦rcoles, bajo un calor poco menos que turolense, el p¨²blico ya aguardaba pacientemente la apertura de las puertas del Estadio Ol¨ªmpico. All¨ª, Beyonc¨¦ cerrar¨¢ el tramo europeo de su gira mundial en el que ser¨¢ su ¨²nico concierto en Espa?a, conseguido seg¨²n sus promotores, Live Nation, en una ajustada negociaci¨®n que dio sus frutos a ¨²ltima hora. En consecuencia, los j¨®venes m¨¢s osados, en realidad habr¨ªa que decir osadas, esperan junto a los accesos el momento m¨¢gico que seguramente recordar¨¢n de por vida. Y es que en un concierto de estas magnitudes, cerca de 49.000 personas, el espect¨¢culo comienza mucho antes de la primera canci¨®n.
Pero que nadie piense que el vulgo es el ¨²nico que guardaba cola. En una carpa situada en la zona alta del exterior del estadio, los tenedores de entradas VIP se achicharran bajo el sol en pos de su localidad. S¨ª, los VIP tambi¨¦n hacen colas, m¨¢s cortas, eso s¨ª, aunque colas al fin y al cabo. Los que ya hab¨ªan recogido su localidad pasean ufanos con su pase VIP laminado pendiendo del cuello, con una foto de Beyonc¨¦ en rojo sustentada por una llamativa cinta amarilla. Parec¨ªan asistentes a un congreso de ?fitness?, a tenor de los deportivos atuendos. Por cierto, a primera hora no hab¨ªa m¨¢s que espectadores y alg¨²n turista err¨¢tico, reconocible por su cara de pasmo y por el tono rojo de la piel, castigada por el mismo sol que aplastaba a todo bicho viviente. Tambi¨¦n a los polic¨ªas, algunos embutidos en uniformes ¨²tiles para disolver una manifestaci¨®n de estibadores airados. Y, claro, nadie hac¨ªa footing, running o como se llame desde hace dos semanas eso de correr al aire libre. Mucho, demasiado calor para el deporte, aunque aquello fuese la monta?a ol¨ªmpica.
Cerca de los accesos las m¨¢s entregadas fans, aguardan desde hac¨ªa dos, tres y hasta ?diez! d¨ªas all¨ª. Solo una ventaja: en estas fechas no hay de responder a la sempiterna pregunta de los periodistas, ?y las clases? Alguna afirma querer ser de mayor como Beyonc¨¦, pasando por alto que para ello su piel precisar¨ªa recorrer el camino inverso de Michael Jackson. Hay seguidores venidos de todos los puntos de Espa?a aunque, ser¨¢ casualidad o tono, los acentos dominantes eran meridionales. Y casi ning¨²n extranjero a esas horas, todo es lengua castellana o catalana, solo alguien hablaba franc¨¦s o ingl¨¦s, idiomas seguro m¨¢s representados a esas horas en las Ramblas. Las camisetas deparaban las frases m¨¢s dispares, aunque la leyenda "don't worry be¡..yonce", se repet¨ªa en bastantes atuendos. Otros, m¨¢s excluyentes, lucen un "don't worry, be young" que sonaba a publicidad no apta para mayores de cuarenta, que haberlos los hay. Todos ellos, con o sin camiseta graciosa, preguntan la puerta que les corresponde o el horario de apertura de la misma, obteniendo respuestas que iban de las 17:30 a las 19:30 pasando por las 19:00 "en punto, caballero". El m¨¢s osado de los consultados se atrevi¨® con pasmoso "ya han abierto". Eran las 17:00h y las puertas se abrir¨ªan a las 19:30. Valle Incl¨¢n flotaba en el ambiente, ya mecido por una brisa que atenuaba el calor.
Y el espect¨¢culo que comenzar¨ªa dos horas m¨¢s tarde durar¨¢ otras dos, a lo largo de las cuales la diosa capaz de infartar al Robert Crumb creador de las rotundas formas de Angelfood McSpade, interpretar¨¢ una treintena de piezas distribuidas en seis actos, necesarios para los preceptivos cambios de vestuario. Si se tratase de los Stones, o de Keith Richards para ser m¨¢s precisos, se podr¨ªa pensar que esos recesos tendr¨ªan alguna utilidad accesoria, pero de sobra es conocida la rectitud y formalidad de Beyonc¨¦. Toda una tarde, o diez d¨ªas, para ver la nueva diosa del pop, que en la v¨ªspera, con su marido Jay Z, su hija y su corte, cenaron en un ex¨®tico restaurante japo-brasile?o de Barcelona. A ellos apenas les toc¨® el sol mediterr¨¢neo.
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