Esperando al Watusi
Los libros se leen y, con unos pocos, se juega. Es lo que ocurrir¨¢ el lunes 15 en Le¨®n, donde desde 2010, lectores empecinados de Francisco Casavella impulsan una fiesta en torno a su novela
Para algunas personas, lectoras de Francisco Casavella (1963-2008), el 15 de agosto es el d¨ªa del Watusi. Ese d¨ªa, en 1971, seg¨²n su novela hom¨®nima, apareci¨® flotando junto al puerto de Barcelona el cad¨¢ver de un tipo de los bajos fondos, sin zapatos ni pantalones, que bien podr¨ªa ser el Watusi, a quien le atribu¨ªan la violaci¨®n y el asesinato de una joven. La narraci¨®n de esa jornada, a cargo de Fernando Atienza, un muchacho procedente de las chabolas de Montju?c, ocupa la primera parte de la novela. En la segunda y tercera, Atienza ha prosperado y es un miembro del mundo de la banca y la pol¨ªtica de la Transici¨®n, que en sus ratos libres se dedica a pintar una ¡®W¡¯ en los muros de la ciudad para hacer creer a sus habitantes que quiz¨¢ el Watusi est¨¦ vivo. A lo largo de mil p¨¢ginas, entre 1971 y los a?os de la Barcelona ol¨ªmpica, con sus desmadres, todo cuanto ocurre en la obra remite al 15 de agosto.
En la literatura de Casavella son recurrentes los personajes m¨ªticos, de los que no existen noticias de primera mano, como el Watusi, y que se agrandan sobre leyendas y relatos ajenos, hasta trascenderlo todo. Incluso el propio libro. Casavella no sospechaba que, adem¨¢s de escribir un novela que con el tiempo se volver¨ªa legendaria, estaba creando un juguete irrompible. El d¨ªa del Watusi ha acabado convirtiendo los 15 de agosto en una fiesta alrededor del libro, en cierto sentido, a semejanza del Bloomsday con el Ulises de Joyce. Los libros se leen y, con unos pocos, se juega. Es lo que ocurrir¨¢ este lunes 15 en Le¨®n, donde desde 2010, lectores empecinados de Casavella impulsan una fiesta en torno a la novela. Yago Ferreira, su inspirador, ley¨® la novela cuando viv¨ªa en Barcelona. "Fueron seis a?os de barrio chino en los que no es descabellado pensar que el novelista y yo frecuentamos ambientes y sal¨ªamos a fumar a balcones cercanos". De hecho, sin saberlo, eran casi vecinos. La primera lectura lo succion¨®. Un d¨ªa regres¨® a Le¨®n, abri¨® el bar Belmondo y convoc¨® al Watusi, casi como lo habr¨ªa escrito el novelista.
Todo comenz¨® como una broma privada entre amigos que hab¨ªan le¨ªdo El d¨ªa del Watusi. Se ve¨ªan poco, pero lo hac¨ªan el 15 de agosto. "Ojal¨¢ la historia se resumiera a que un d¨ªa nos levantamos pensando que si quer¨ªamos hablar de la literatura de Francis deb¨ªamos hacer una fiesta popular basada en su libro, un libro que, adem¨¢s, nadie en Le¨®n ha le¨ªdo. Fue m¨¢s bien que a?o a a?o el Watusi nos ped¨ªa m¨¢s". Este a?o se leer¨¢n pasajes, habr¨¢ conciertos, se proyectar¨¢ Ant¨¢rtida, la pel¨ªcula que escribi¨® Casavella para Manuel Huerga, y se bailar¨¢ la conga, igual que en la novela. "Hemos querido jugar con el libro hasta tal punto que hemos fundado el Partido Liberal Ciudadano ¨Cque forma parte de la trama de la novela¨C y daremos un mitin", se?ala la escritora Ainhoa Rebolledo.
Kiko Amat, en su pr¨®logo a la reedici¨®n que Anagrama ha hecho de El d¨ªa del Watusi, resalta que muchos lectores idealizaron a Casavella "por encima de todo lo idealizable", y convirtieron en un icono la ¡®W¡¯, y en una especie de d¨ªa nacional para casavellistas el 15 de agosto. Excesivo o no, ello "habla de lo que sus libros le hac¨ªan a determinada gente". Esa fascinaci¨®n consigui¨® que el Watusi trascendiese a la ficci¨®n y ganase "su guerra a la realidad", como subraya Carlos Zan¨®n, en un segundo pr¨®logo a la obra, que se cierra con un ep¨ªlogo de Miqui Otero.
Poco antes de fallecer, el autor barcelon¨¦s recibi¨® en Roda de Bar¨¤ a tres periodistas de la revista Quimera. Pasaba unos d¨ªas en casa de su madre, que anunci¨® que se iba a misa, para no molestar, y los dej¨® solos. "Vale, mam¨¢, dale recuerdos a Jes¨²s", dijo Casavella, y comenz¨® una entrevista de m¨¢s de tres horas en la que desgran¨® su obra y sus personajes, y en especial el origen del Watusi, inspirado en tipo que "todo el mundo en mi barrio hab¨ªa visto veinte mil veces y yo nunca, llamado el Botas, y en otro m¨¢s llamado Pepe el Franc¨¦s". Unidas sus historias, el resultado era un personaje que "enlazaba casi con la Biblia", inventado pero verdadero. El nombre quiz¨¢ lo encontr¨® en una canci¨®n de Ray Barretto. A veces, a?ad¨ªa, "es m¨¢s real, m¨¢s vigente, m¨¢s importante lo que t¨² inventas que la realidad". Quiz¨¢ por eso, cuando llega el 15 de agosto, el Watusi desborda la novela y huye al mundo real, a Le¨®n, donde Yago Ferreira sigue leyendo a Casavella una vez y otra, "a veces de rodillas".
Babelia
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