Viaje a la cuna de Marco Polo
Korcula, la isla croata donde se cree que naci¨® el viajero, es un enclave en el mar Adri¨¢tico que asiste a la afluencia de turistas en busca de los escasos rastros del explorador
Hay lugares que se empe?an en existir a fuerza de una ilusi¨®n, pueblos que se cimentan en la contumaz creencia de que un ilustre naci¨® all¨ª. Poco importa en aquellos lares qu¨¦ excelso paisano podr¨¢ convertirse en los pr¨®ximos lustros en el mejor escritor, pol¨ªtico o matem¨¢tico. Lo que sustenta la emoci¨®n de sus habitantes es la remota posibilidad de que, hace ya un buen pu?ado de siglos, una universal y especial¨ªsima persona corri¨® en sus calles por primera vez. Uno de esos singulares parajes es Korcula, ciudad ubicada en una isla croata del mar Adri¨¢tico del mismo nombre, con poco m¨¢s de 3.000 habitantes y una extensi¨®n de 300 kil¨®metros cuadrados. Situada junto a la costa d¨¢lmata, Korcula es una poblaci¨®n habitada por la fantas¨ªa de que en 1254 el explorador Marco Polo ¡ªconsiderado el padre del turismo moderno¡ª naci¨® en una de sus casas. Korcula sigue, por lo tanto, la estela de esos pueblos que desaf¨ªan a la historia y reivindican para s¨ª un ¨²nico nacimiento: Alc¨¢zar de San Juan (Ciudad Real) con Miguel de Cervantes, el pueblo kalash (Pakist¨¢n) con Alejandro Magno, o la regi¨®n de Calvi (C¨®rcega) con Crist¨®bal Col¨®n. La figura de Marco Polo, por su parte, ha cobrado especial inter¨¦s en los ¨²ltimos tiempos gracias a la serie hom¨®nima que produce la cadena Netflix, una superproducci¨®n que recrea el viaje de m¨¢s de 20 a?os del m¨ªtico aventurero por Oriente y su relaci¨®n con Kublai Khan, el primer emperador chino de la dinast¨ªa Yuan.
En el pueblo de Korcula el tiempo se ha detenido. Hay una realidad bifurcada entre los apartamentos, restaurantes, terrazas y tiendas para turistas ¡ªcon sus conexiones wifi siempre dispuestas¡ª y las ancianas casas de ventanas quebradas y fachadas color ¨®xido, tras las cuales asoman, t¨ªmidas y moribundas, las hojas de algunas plantas enmarcadas por cortinas mohosas. Esas casas est¨¢n habitadas por mujeres velludas que pasean por la isla ajenas al vendaval tur¨ªstico en el que andan inmersas. Muchas de ellas apenas farfullan tres palabras en ingl¨¦s cuando sorprenden a los viajeros, extenuados, descansando en las escalerillas de sus casas. Ellas todav¨ªa recuerdan el croata tchakaviano, un dialecto aut¨®ctono verdaderamente euf¨®nico en el que se mezclaban t¨¦rminos croatas con vestigios de las lenguas veneciana y griega.
El casco antiguo ¡ªcon una estructura similar a la espina de un pez o a la l¨¢mina de una hoja con su peciolo, haz, nervios y base bien definidos¡ª proporciona a la ciudad una peculiaridad: ninguna calle es contigua a otra, no existe continuaci¨®n entre ellas, sino m¨¢s bien un sinuoso periplo zigzagueante que el viajero emprende con entusiasmo cuando se encamina hasta la catedral de San Marcos, una impresionante edificaci¨®n que acoge, entre otras, obras pict¨®ricas de Tintoretto. Esta distribuci¨®n act¨²a como un efectivo y natural sistema de ventilaci¨®n: por un lado, evita la llegada a las casas de vendavales en invierno; por otro, permite refrescar la ciudad en los calurosos veranos. Algunas de las viviendas de Korcula, fabricadas con piedra aut¨®ctona maciza, conservan la cocina en su ¨²ltimo piso. Cuenta la tradici¨®n que su ubicaci¨®n imped¨ªa, en caso de incendio, la propagaci¨®n a casas colindantes. A¨²n hoy es posible atisbar las ganz¨²as de piedra en las que se enhebraban cuerdas con poleas que serv¨ªan para aupar los alimentos a las despensas de las cocinas.
El lugar que, seg¨²n la tradici¨®n local, vio nacer al primer viajero moderno, es ahora objeto de la pesada liturgia del turismo: visitas r¨¢pidas guiadas, retratos de rigor en lugares mil veces fotografiados, compra de souvenirs diversos, cata de comida t¨ªpica realizada por cocineros de cualquier parte del mundo... ¡°El turismo es una consecuencia positiva de la democracia, si bien se est¨¢ exprimiendo de una forma insensata. El negocio se ha impuesto al conocimiento¡±, sostiene el escritor Gabi Mart¨ªnez, uno de los referentes de la literatura de viajes. En este sentido, Korcula es, en efecto, una criatura concebida para ser engullida de un ¨²nico modo: vorazmente. ¡°Ni el viaje de Marco Polo, ni lo que escribi¨® sobre ¨¦l se corresponde demasiado con la idea de viajero moderno que tenemos hoy¡±, asevera Mart¨ªnez. Lo que el autor de Los mares de Wang (Alfaguara, 2008) s¨ª rescata de moderno en el periplo de Marco Polo es su subrayado realismo: ¡°?l viaja con una misi¨®n comercial, adem¨¢s de actuar como correo entre l¨ªderes de la ¨¦poca, y su descripci¨®n de lo que va descubriendo es bastante notarial, como si considerara una obligaci¨®n de la experiencia dejar constancia escrita, pero sin profundizar demasiado. En ese sentido s¨ª es moderno: tiende a la vista de p¨¢jaro¡±. El historiador Antonio Garc¨ªa Espada, autor de Marco Polo y la Cruzada (Marcial Pons, 2009), apunta que ¡°el t¨ªtulo que le ha dado la posteridad de Pr¨ªncipe de los Viajeros responde, como toda mitificaci¨®n, a la necesidad de sublimar lo inexplicable y domesticar la irreductible complejidad de la realidad¡±.
Los rastros de Marco Polo en Korcula son escasos, apenas un torre¨®n adherido a un edificio con puerta y ventanas verdes en el que, seg¨²n los lugare?os, naci¨® el famoso explorador. Una recreaci¨®n algo bizarra de su posible casa se presenta al turista en el Museo de Marco Polo, uno de los reclamos tur¨ªsticos. ¡°La posibilidad de que Marco Polo naciera en Korcula existe. La zona estaba entonces fuertemente sujeta a la esfera de influencia de la Rep¨²blica de Venecia, con delegados y colonias comerciales esparcidas por todo el Mediterr¨¢neo oriental y el mar Negro¡±, explica Garc¨ªa Espada. Los m¨¢s ancianos del lugar revelan que es en Korcula y no en Venecia ¡ªlugar oficial que los historiadores aprueban como origen del mercader¡ª donde se ha registrado el apellido Polo. Un argumento que sirve ¡ªcomo el mejor escudo¡ª para defender la tesis local. Gabi Mart¨ªnez coincide: ¡°La cuesti¨®n es qui¨¦n aporta la evidencia de que Marco Polo naciera ah¨ª. Las leyendas territoriales asociadas a nombres universales son rentables. La posibilidad vende y la verdad es accesoria... e incluso molesta¡±. Un discurso que comparte Garc¨ªa Espada: ¡°Ese tipo de reivindicaciones nacionalistas suele responder a intereses pol¨ªticos, identitarios, o econ¨®micos, como el turismo¡±.
Lo ¨²nico que la historiograf¨ªa s¨ª ha confirmado es que Korcula form¨® parte de la Rep¨²blica de Venecia. Igualmente se ha constatado que Venecia fue derrotada por G¨¦nova en una batalla en Korcula en 1298, siendo el propio Marco Polo el que comandara el bajel veneciano Polovih. All¨ª fue capturado por los genoveses y durante el a?o que permaneci¨® en prisi¨®n dict¨® a su compa?ero de celda, Rusticiano de Pisa ¡ªconocido escritor de romances¡ª sus famosos relatos por Asia. De este distinguido dictado naci¨® el libro Los viajes de Marco Polo, tambi¨¦n conocido como El libro del mill¨®n. All¨ª dej¨® escrita para la posteridad su haza?a: ¡°Ning¨²n otro hombre, ni cristiano ni sarraceno, ni mongol o pagano, ha explorado tanto el mundo como Messer Marco, hijo de Messer Niccolo Polo, gran ciudadano y noble de la ciudad de Venecia¡±.
No son pocos los que han dudado a lo largo de los siglos de la veracidad de los relatos de Marco Polo. ?C¨®mo es posible que un hombre almacenara en su memoria datos exactos de un viaje que dur¨® m¨¢s de dos d¨¦cadas? ?Cu¨¢l es la raz¨®n por la que apenas mencion¨® hallazgos tan notables como la Gran Muralla china? Estas inc¨®gnitas siguen dando impulso a la investigaci¨®n hist¨®rica: ¡°Es curioso que en su libro la parte correspondiente a India ocupara casi lo mismo que todo lo concerniente al imperio del Gran Khan. Personalmente, creo que le cayeron bien los indios y desde luego alcanz¨® una comprensi¨®n del vasto universo hind¨², en muchos aspectos no superada hasta nuestros d¨ªas¡±, afirma Garc¨ªa Espada.
Lejos de considerar a Marco Polo el primer cronista de viajes, Gabi Mart¨ªnez cree que el aventurero solo contempl¨® su escritura como algo lateral: ¡°Lo que deja es un documento fiel, pero sus escritos no desprenden que la literatura fuera una debilidad suya. Creo que su ansia de saber quedaba m¨¢s satisfecha con el mero di¨¢logo. Quiz¨¢ por eso cuando pienso en Marco Polo y recuerdo el libro de Italo Calvino Las ciudades invisibles, lo pienso como un gran conversador¡±.
Tras 23 a?os de periplo por Asia, Marco Polo, su padre y su t¨ªo regresaron a Venecia. Apenas los reconocieron a su llegada y nadie les crey¨® cuando narraron las historias sucedidas en Siam, Java, Cochinchina, Birmania o Ceil¨¢n. A?os despu¨¦s, El libro del mill¨®n se convirti¨® es una suerte de best seller medieval y Marco Polo en autor de ¨¦xito. Su fama se difundi¨® por Europa y su libro era consultado por viajeros, pol¨ªticos y expedicionarios. Uno de ellos fue Crist¨®bal Col¨®n. El navegante pose¨ªa una copia anotada del libro cuando emprendi¨® el viaje financiado por los Reyes Cat¨®licos que acab¨® convirti¨¦ndose en el descubrimiento de Am¨¦rica. Muy poco se sabe de los ¨²ltimos a?os de vida de Marco Polo tras su liberaci¨®n en G¨¦nova en 1299 y su asentamiento en Venecia como miembro del Gran Consejo. El hombre que propugn¨® la tolerancia religiosa en sus viajes fue conminado en 1324 por un sacerdote en su lecho de muerte para que confesara que sus relatos no eran m¨¢s que embustes. El explorador pronunci¨® entonces sus ¨²ltimas palabras: ¡°Ni siquiera he contado la mitad de todo lo que he visto¡±.
Babelia
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