Los hijos del hombre nuevo
De ni?a esperaba con ansias la llegada de julio y agosto para entrar en el sorteo que me har¨ªa adquirir los ¨²nicos tres juguetes anuales que servir¨ªan como herramienta a mi imaginaci¨®n
De ni?a esperaba con ansias la llegada de julio y agosto para entrar en el sorteo que me har¨ªa adquirir los ¨²nicos tres juguetes anuales que servir¨ªan como herramienta a mi imaginaci¨®n hasta el pr¨®ximo verano.
Tres tiques: B¨¢sico, no B¨¢sico y Dirigido nos traer¨ªan los juguetes y, con ellos, la fantas¨ªa que todo el a?o deber¨ªamos cuidar como oro.
Dicen que desde 1959 en Cuba no existen las clases sociales. Pero no tengo ning¨²n amigo, conocido o familiar que consiguiera una bicicleta, un carrito de bomberos o una m¨¢quina de coser en el sorteo socialista. Esos primeros n¨²meros de la suerte estaban reservados a personas selectas con las que nunca intim¨¦.
?A qu¨¦ y con qu¨¦ jug¨¢bamos y so?¨¢bamos nosotros?
Nos ba?amos en los aguaceros, nos guindamos de los carros, fuimos felices subidos en los ¨¢rboles; nuestra diversi¨®n era ba?arnos en las playas, nadar en los r¨ªos y la gran utop¨ªa: conocer Varadero. Entonces exist¨ªa el Campamento Internacional de Varadero 26 de julio, que hoy es un hotel para turistas.
Pasaba mis veranos leyendo, contando los d¨ªas para ser una cifra m¨¢s entre los campistas populares. Fuimos parte del experimento social, seres adoctrinados para no demandar nada a nuestros padres, quienes muy poco ten¨ªan para darnos. ?Todo sea por la revoluci¨®n, por el futuro!
He aqu¨ª el futuro¡
?Con qu¨¦ juegan y se divierten los hijos del hombre nuevo?
Con juguetes heredados, regalos que mandan del exilio familiares o con las famosas chivichanas y patines que reinventan, innovan, los padres y abuelos.
Existen espect¨¢culos de gui?ol, cursos de pintura y m¨²sica, pero para acceder a ellos, para llegar a las playas y a los museos, se necesita un transporte p¨²blico que hoy es incapturable, para moverse fluidamente por la ciudad, comer, beber y pagar los servicios b¨¢sicos es necesario tener moneda dura.
?De d¨®nde viene esa moneda? Del sector privado en el que trabaja la menor parte del pueblo: los trabajadores por cuenta propia. De la remesa familiar, de Miami o de cualquier parte del mundo donde viva un cubano. Robando y vendiendo, ¡°resolviendo¡±.
Aqu¨ª los ni?os son demasiado adultos, testigos conscientes e involucrados. No creen en Santa Claus, no esperan milagros.
?Qu¨¦ desean hoy muchos ni?os cubanos? Una carta de invitaci¨®n, una visa urgente, un avi¨®n, un barco, una salida al mar para que su padre, el hombre nuevo, encuentre una soluci¨®n a los problemas familiares de este y los pr¨®ximos veranos.
Babelia
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