Espa?a, ?en serio?
Se propone una misi¨®n imposible de corte mortadeliano a partir de la formaci¨®n de una fuerza especial muy especial
No suele ser habitual ¨Cy menos en el contexto del cine espa?ol- que se coloque el acento de la autor¨ªa de una determinada pel¨ªcula sobre la figura de los guionistas, pero eso es lo que ha sucedido con Cuerpo de ¨¦lite, anticipada como el nuevo trabajo del t¨¢ndem, de larga trayectoria televisiva, que se dio a conocer con la notable Promoci¨®n fantasma (2012): Adolfo Valor y Crist¨®bal Garrido. Lo que une a ambas pel¨ªculas es el com¨²n prop¨®sito de ofrecer una respuesta espa?ola a modelos de comedia de amplia tradici¨®n en el cine estadounidense: la comedia de instituto con expl¨ªcito tributo a John Hughes o la comedia de acci¨®n. En este nuevo trabajo, en el que debuta como director otro consolidado profesional de la ficci¨®n televisiva, Joaqu¨ªn Manz¨®n, se propone una misi¨®n imposible de corte mortadeliano a partir de la formaci¨®n de una fuerza especial integrada por una guardia civil andaluza, un agente de movilidad madrile?o, un mosso, un ertzaina que se infiltr¨® en ETA y un legionario de origen ecuatoriano. S¨ª, los arquetipos auton¨®micos forman parte del juego c¨®mico. Lo importante es plantearse a qu¨¦ prop¨®sito sirve esa mirada sobre algunos de los t¨®picos m¨¢s socorridos en la tradici¨®n local del chiste de barra de bar.
CUERPO DE ?LITE
Direcci¨®n: Joaqu¨ªn Manz¨®n.
Int¨¦rpretes: Mar¨ªa Le¨®n, Miki Esparb¨¦, Jordi S¨¢nchez, Andoni Agirregomezkorta, Juan Carlos Aduviri.
G¨¦nero: comedia. Espa?a, 2016
Duraci¨®n: 97 minutos
Al parecer, Cuerpo de ¨¦lite naci¨® como proyecto antes incluso de que se esbozara el fen¨®meno de Ocho apellidos vascos, propuesta muy distinta en tono e intenciones pero que tambi¨¦n recurr¨ªa a esa misma tradici¨®n para romper alg¨²n que otro tab¨² de representaci¨®n. El tiempo ha jugado a favor de la pel¨ªcula, que no pod¨ªa llegar a las carteleras con mayor sentido de la oportunidad, cuando nociones como la unidad de Espa?a emergen una y otra vez en el discurso p¨²blico. Valor y Garrido no son feroces a lo Sacha Baron Cohen, pero s¨ª incisivos y suavemente inc¨®modos: que el ¨²nico patriotismo entusiasta lo encarne un ecuatoriano no es el dardo m¨¢s lacerante que lanza este afortunado trabajo que divierte, pincha y, sobre todo, no busca otra conciliaci¨®n que la de la cat¨¢rtica y liberadora risa en la colectividad de la platea.
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