¡°No se puede explicar un chiste porque se rompe¡±
El vi?etista mexicano Ros presenta su nuevo libro, 'Cual para Tal', humor estilizado para desconcertar psicoanalistas
Una mujer est¨¢ tumbada al rev¨¦s en un div¨¢n, con las piernas colgando por el cabecero. A su lado, un psicoanalista perplejo se sujeta el ment¨®n con la mano. Un div¨¢n vac¨ªo, un perro tumbado en la alfombra que pregunta ¡°?para qu¨¦ sirve ese camastro?¡± y otro psicoanalista at¨®nito, con los ojos como neum¨¢ticos. Dos divanes paralelos. El psicoanalista y la paciente recostados cara a cara: ¡°?Y esto como funciona doctor? ?Qui¨¦n empieza?¡±
El dibujante ?lvaro Fern¨¢ndez Ros (M¨¦xico, 1962) tambi¨¦n se tumb¨® alguna vez en un div¨¢n pero se levant¨® pronto porque no le sorprend¨ªa. En sus vi?etas, en una especia de revancha freudiana, se concentra tanto en la sombra las cosas, en el espacio entre lo que se ve y lo que no se ve, entre lo que se dice y no se dice, que hasta al psicoanalista le cuesta colocar las respuestas en su sitio.
Como los sue?os raros y las preguntas de los ni?os, los dibujos de Ros insisten, insisten, insisten. Se suceden las escenas de dormitorio, las oficinas, las consultas m¨¦dicas y las islas desiertas porque es ah¨ª es donde se producen los peque?os fogonazos de las grandes revelaciones. ¡°Para crear la tensi¨®n que necesita el humor hacen falta lugares muy aislados donde se digan las netas, las verdades¡±, explica sentado en la cafeter¨ªa del centro cultural Horizontal, donde este mi¨¦rcoles se presenta una exposici¨®n y un libro con sus cartones, Cual para tal, editado por Almad¨ªa.
El orden de las palabras s¨ª altera el producto. Cual para Tal. En la portada del libro, una pareja se mira de frente como en un espejo. Cual para Tal. Humor para desconcertar psicoanalistas.
El trabajo Ros suele llevar colgada la etiqueta de humor blanco. ¡°Creo que es porque me aparto del chascarrillo, de la broma obvia e inmediata. Adem¨¢s, en M¨¦xico es tan marcado el humor pol¨ªtico en los diarios y est¨¢ siempre tan pegado a la actualidad, que mi lenguaje es muy diferente¡±. ?l nunca har¨¢ un chiste parodiando el plagio de la tesis de Pe?a Nieto. Si quiere hablar de pol¨ªtica mexicana, se inventa una fonda que se llame El Bur¨®crata y coloca a un se?or con saco y corbata al que la camarera le dice: ¡°De segundo plato tenemos Original y copia, Se cay¨® el sistema o Vuelvama?ana¡±.
El lenguaje de sus vi?etas es limpio, casi esquem¨¢tico y tiene un af¨¢n de atemporalidad. ¡°Ese cart¨®n de El Bur¨®crata ¨Cdice refiri¨¦ndose al ejemplo anterior¨C es una excepci¨®n. Busco temas universales, que las escenas tengan vigencia en M¨¦xico o en cualquier otro pa¨ªs, ahora o dentro de 30 a?os¡±. Los cartones nunca llevan t¨ªtulo y en ocasiones tampoco les acompa?a ning¨²n texto. ¡°No se puede explicar un chiste porque se rompe¡±.
Desde una isla desierta, una mujer mira al horizonte, quiz¨¢ anhelando la llegada de alg¨²n barco al rescate. Mientras, un hombre pesca pl¨¢cidamente al otro lado de la isla. Un ni?o dispara una bolita de papel hacia el pelo afro de un adulto. El se?or mueve la cabeza y los bolitas/pelos/moscas se desmelenan.
Otra excepci¨®n a su regla de la intemporalidad: dos hombres, otra vez con saco y corbata, toman un Dry Martini en el sal¨®n de una biblioteca. El anfitri¨®n se?ala la estanter¨ªa. ¡°Todos comprados en Amazon. Hace a?os que no piso una librer¨ªa¡±. Otro patr¨®n de su lenguaje estilizado: La estanter¨ªa es alt¨ªsima, tanto que se pierde por la parte superior del encuadre, igual que las vidrieras de sus iglesias, los cuellos de sus jirafas o los ventanales de sus oficinas.
Esa sobredimensi¨®n del decorado provoca a la vez perspectivas marcadas y mucho espacio liberado en blanco para que toda la atenci¨®n del lector vaya directa al n¨²cleo de la escena. ¡°Hay algo arquitect¨®nico en mis dibujos, me gustan las perspectivas, jugar con pocas l¨ªneas y con el blanco. Igual que concentro el texto y el concepto, tambi¨¦n concentro el espacio¡±. Su padre era arquitecto y en los 10 a?os que lleva de cartonista siempre ha usado una pluma estilogr¨¢fica con cartuchos recargables de tinta china como las que usan los delineantes. La punta de esa pluma es r¨ªgida y consigue un trazo continuo. Las l¨ªneas de Ros tienen siempre el mismo ancho.
Su proceso de creaci¨®n es tan reflexivo como el humor de sus dibujos. Tras compaginar las colaboraciones en medios mexicanos como Expansi¨®n, Universal o Animal Pol¨ªtico, hace a?o y medio abandon¨® su trabajo principal durante tres d¨¦cadas, editar y dise?ar libros, para dedicarse por completo a las vi?etas. Cada domingo tiene que entregar los siete cartones que se publicar¨¢n durante la semana en El PA?S. ¡°Los m¨¢s dif¨ªcil es trabajar la idea. Generalmente empiezo a la vez con el concepto, el dibujo y el texto. Avanzo y si me atasco, los dejo descansar. Hago otra cosa y vuelvo. Las ideas siempre est¨¢n ah¨ª¡±, dice con la misma serenidad que los personajes de frente despejada y ojos perfectamente esf¨¦ricos de su dibujos.
Los trazos limpios y estilizados y los conceptos sofisticados y sesudos lo emparentan con la escuela The?New Yorker, una de las revistas m¨¢s estilizadas y sesudas, al menos, del siglo XX. ¡°He crecido admirando a gente como Saul Steinberg o Jean-Jacques Semp¨¦ (el autor del Peque?o Nicol¨¢s). Su influencia es innegable¡±. Hace algunos a?os, Ros env¨ªo una carta con fotocopias de alguna de sus vi?etas a la revista m¨¢s newyorkina de Nueva York. La respuesta vino tambi¨¦n por correo y con las fotocopias dentro. Era un no y le ped¨ªan adem¨¢s que la pr¨®xima vez enviara sellos postales porque no pagaban las cartas de vuelta.
Con Ram¨®n G¨®mez de la Serna, el m¨¢s vanguardista de los vanguardistas espa?olas, no le dio tiempo a cartearse. Pero sus greguer¨ªas, agud¨ªsimos juegos de palabras que retuercen el sentido de las cosas, son otra de sus influencias. Recuerda una en especial: Necropolis, la ¨²ltima estaci¨®n del metro. Otra dislocaci¨®n del lenguaje, otro dolor de cabeza para los psicoanalistas.
Babelia
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