Mathias Enard: ¡°Lo m¨¢s presente es la muerte y se nos escapa¡±
El ¨²ltimo premio Goncourt explora en 'Br¨²jula' los v¨ªnculos entre la creaci¨®n art¨ªstica de Oriente y Occidente
En un pueblito de 300 habitantes en el oeste de Francia, se encierra un mes al a?o Mathias Enard (Niort, 1972) a escribir. En la antigua casa del cura, pegada a la iglesia, pasa tambi¨¦n las vacaciones con su familia el ¨²ltimo premio Goncourt; un escritor que antes fue acad¨¦mico y que atesora conocimientos que podr¨ªan llenar bibliotecas. La suya en su casa solariega es, por cierto, descomunal. La erudici¨®n no impide a Enard pisar tierra. Es simp¨¢tico y cercano, le interesa la pol¨ªtica y disfruta con la cocina. Durante una d¨¦cada se pate¨® Oriente Pr¨®ximo y ahora vive en Barcelona, donde abri¨® Karakala, un restaurante liban¨¦s, con un amigo.
Br¨²jula (Random House Mondadori) es la novela que le ha valido el premio gordo de la literatura francesa y que se publica ahora en Espa?a. El esqueleto narrativo es una historia de amor entre dos arabistas, pero es sobre todo una dilatada y erudita exploraci¨®n de los vasos comunicantes que unen la creaci¨®n art¨ªstica entre Oriente y Occidente. Hay ficci¨®n, ensayo, poes¨ªa y hasta textos acad¨¦micos en esta obra enciclop¨¦dica, que sin embargo fluye ligera, al comp¨¢s de los viajes que llevan a la pareja a Teher¨¢n, a Estambul, a Alepo, ciudades que tambi¨¦n cautivan a Enard.
En Francia, el premio ha terminado de encumbrar a este escritor que hace tiempo que traducen a una veintena de idiomas y que ha publicado ya siete novelas. Ahora vende cientos de miles de ejemplares y le paran en los supermercados, le cogen de la mano y le dicen: ¡°Qu¨¦ bien que est¨¦s aqu¨ª¡±, cuenta divertido en la cocina de la casa del cura, donde ofrece caf¨¦ y conversaci¨®n a este diario una ma?ana de agosto sofocante.
PREGUNTA. Todo empez¨® con su abuelo.
RESPUESTA. S¨ª. ?l escrib¨ªa ensayos, fue especialista en historia de la escritura. Era una persona muy culta y desde muy peque?o me llevaba a las librer¨ªas en Bayona. Con 10 o 12 a?os ya era un apasionado de la literatura. Siempre he le¨ªdo much¨ªsimo.
P. Br¨²jula es un libro de viajes, como su vida. Usted no ha parado.
R. Pero a m¨ª no me gusta viajar. A m¨ª lo que me gusta es irme a vivir a los sitios, aprender el idioma, ver c¨®mo vive la gente, aprender cocina¡ Ahora he pasado dos a?os en Berl¨ªn.
P. Franz Ritter, el protagonista de Br¨²jula, vive en Viena, la ciudad que usted convierte en puerta de Oriente.
R. S¨ª, es el Limes, el lugar adonde llegaba el imperio otomano, es un lugar de intercambio y de enorme importancia para la m¨²sica: Mozart, Beethoven, ?Mahler, Schubert¡ Es el cruce que me interesaba explorar, el de Oriente y Occidente, el de la m¨²sica. Viena es el centro de todo esto.
P. ?C¨®mo explica el magnetismo que ha ejercido Oriente para los creadores occidentales?
¡°Cada vez hay m¨¢s informaci¨®n y albergamos m¨¢s miedos xen¨®fobos. El miedo al otro nunca hab¨ªa sido tan fuerte¡±
R. Es a principios del siglo XIX cuando se despierta la pasi¨®n por Oriente. La guerra de independencia de Grecia y la expedici¨®n de Egipto fueron cruciales. Hab¨ªa muchos artistas entre la tropa y las im¨¢genes que iban saliendo de all¨ª fascinaron a toda Europa. Lo fara¨®nico se puso de moda. Luego vino la guerra por la independencia de Grecia. Lord Byron muri¨® all¨ª y Delacroix pint¨® la batalla. El XIX es adem¨¢s un siglo de revoluciones, tambi¨¦n en el arte y lo oriental, lo de fuera se utiliza para renovar lo de dentro. Algunos como Victor Hugo, que escribi¨® Les Orientales, se inspiran en lo que va llegando, ni siquiera viajan hasta all¨ª. A lo largo del XIX se va fabricando una imagen global de Oriente. Tambi¨¦n en la filosof¨ªa y en la m¨²sica. Lo iran¨ª, lo ¨¢rabe; quieren renovar el arte en Europa. La inauguraci¨®n del canal de Suez fue el estallido; fueron todos. A los que se quedan en Madrid y en Par¨ªs les ciega lo que llega de all¨ª; el sue?o oriental de la ¨¦poca que refleja Ingres en sus cuadros.
P. Eso era antes. Ahora conocemos mucho mejor Oriente, pero se acumulan las tensiones.
R. Ahora la comunicaci¨®n es total. No es solo que la gente viaje m¨¢s, es que en cualquier pueblo de Francia o de Tarragona hay mezquitas y grandes comunidades musulmanas. El contacto es continuo. El problema es que nos centramos en lo que nos separa, en la violencia, y nos alejamos de lo real, de la cotidianidad del mundo cosmopolita en el que vivimos. Es una contradicci¨®n terrible. Cada vez hay m¨¢s informaci¨®n y cada vez albergamos m¨¢s miedos xen¨®fobos. El miedo al otro nunca hab¨ªa sido tan fuerte. Adem¨¢s, hay una cierta vuelta al pasado incluso en el lenguaje. Los yihadistas hablan en t¨¦rminos medievales, de los cruzados, el califato¡ En Europa, mientras, se habla de invasi¨®n.
P. ?Las trincheras identitarias son ahora m¨¢s profundas?
R. Es algo muy raro. Pens¨¢bamos que la globalizaci¨®n iba a proporcionarnos una forma de mirar cosmopolita, pero ha sido al contrario. Vemos c¨®mo se cierra alrededor de identidades nacionales muy fuertes, excluyendo al otro. Eso en Europa es tristemente real. Por eso de alguna forma escrib¨ª el libro. Los v¨ªnculos son muy estrechos y solo pueden ser m¨¢s fuertes que las identidades, que tienen que ver m¨¢s con la ideolog¨ªa y con la pol¨ªtica. Y est¨¢ tambi¨¦n la violencia que hace que haya un miedo muy fuerte. Los pol¨ªticos utilizan ese miedo para su propio fin.
P. En C¨®rcega se l¨ªan a pu?etazos por un ba?ador.
R. Hace 20 a?os hubiera sido impensable, el burkini hubiera despertado curiosidad, nada m¨¢s. Est¨¢ relacionado con la visi¨®n que tenemos del islam como algo violento, casi criminal. En los medios lo que sale es la visi¨®n m¨¢s violenta, solo una peque?a parte del islam. Eso es lo que pretend¨ªa Bin Laden, que los eu?ropeos cristianos radicalicen a los musulmanes de a pie, fomentando la separaci¨®n de las sociedades occidentales.
P. Habla tambi¨¦n de la nacionalidad de los cad¨¢veres. Usted les dedica su novela a los sirios. ?Somos incapaces de desarrollar empat¨ªa m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras nacionales?
R. Son tiempos de informaci¨®n continua. Las im¨¢genes que llegan de Alepo aparecen con un banner por debajo en el que se informa que ma?ana har¨¢ sol, que se ha casado fulanito y del resultado del partido de tenis. Todo est¨¢ al mismo nivel, y eso no ayuda a desarrollar la empat¨ªa.
P. Volvamos a su novela. Franz, el protagonista, es un intelectual que se enamora de los conocimientos desmedidos de su idolatrada. ?Cu¨¢nto pesa el cerebro en el amor?
R. Se conocen en un congreso y ¨¦l se enamora instant¨¢neamente. Le fascina todo lo que sabe ella, lo que ha viajado. El cerebro es una parte importante del amor, pero no lo es todo.
¡°Pens¨¢bamos que la globalizaci¨®n iba a proporcionarnos una forma de mirar cosmopolita, pero ha sido al contrario¡±
P. Es tambi¨¦n una historia de la relaci¨®n entre un cuerpo que envejece y una mente que no es capaz de asumir el deterioro irremediable.
R. Nos cuesta admitir que nos vamos muriendo poco a poco. Aunque lo sepas, es dif¨ªcil. De todos modos, Franz es bastante hipocondriaco y parte de sus enfermedades est¨¢n en su cabeza.
P. Franz tiene un conocimiento enciclop¨¦dico, pero lo ignora todo sobre la muerte. Le aterra morir.
R. Podemos saber much¨ªsimas cosas, pero el saber ¨²ltimo, que es conocer la muerte, no lo podemos conseguir. Tal vez los budistas avanzados o los grandes m¨ªsticos musulmanes sepan algo m¨¢s. Al final, lo m¨¢s presente es la muerte y es lo que se nos escapa siempre.
P. Br¨²jula es una novela que tambi¨¦n se escucha, que est¨¢ llena de m¨²sica. Cuenta que Franz tuvo la revelaci¨®n de la m¨²sica. ?A qu¨¦ se refiere?
R. Es cuando te das cuenta de que antes escuchabas m¨²sica sin escucharla. Llega un momento en que la m¨²sica se vuelve m¨¢s real, m¨¢s importante. Percibes que es algo m¨¢s que un flujo que escuchas por la radio; que es algo muy diverso, un oc¨¦ano en el tiempo y en el espacio. Franz se vuelve un apasionado de la m¨²sica.
¡°A m¨ª no me gusta viajar, a m¨ª lo que me gusta es ir a los sitios, aprender el idioma, ver c¨®mo vive la gente, aprender cocina¡±
P. Tambi¨¦n en la m¨²sica, como con los viajes, tenemos m¨¢s acceso que nunca a las creaciones de todo el mundo.
R. S¨ª, ahora es muy f¨¢cil llegar a la m¨²sica, pero para encontrar la diversidad hay que ponerse a buscar. En el XIX, para escuchar m¨²sica hab¨ªa que ir a un concierto o hacerte con una partitura y tocar en tu casa. Ahora es un paradigma totalmente diferente. La m¨²sica est¨¢ por todas partes, se comparte en segundos, pero el flujo general esconde lo que no pertenece al gran p¨²blico. ?Ha pensado en la poca m¨²sica china o japonesa que escuchamos? Y eso a pesar de que la m¨²sica no necesita traducci¨®n.
P. ?Con qu¨¦ est¨¢ ahora?
R. Normalmente empiezo varias cosas a la vez y de repente una funciona. Voy escribiendo en papelitos frases que me surgen. En eso estoy.
P. ?Y a qu¨¦ dedica ahora sus lecturas?
R. Leo sobre la historia de este pueblo en los siglos XVI y XVII, de las guerras entre cat¨®licos y protestantes. Tambi¨¦n sobre Santiago de Liniers, el ¨²ltimo defensor de Buenos Aires; un noble de este pueblo.
P. ?Ser¨¢ su pr¨®xima novela?
R. Seg¨²n se lo estoy contando, me est¨¢ gustando la idea. Es el tipo de historias que me interesan, a trav¨¦s de algo muy local, contar el mundo entero.
Br¨²jula. Mathias Enard. Random House. Barcelona, 2016. 448 p¨¢ginas. 22,90 euros.
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