Fernando Aramburu: ¡°La derrota literaria de ETA sigue pendiente¡±
El escritor charla en su casa de Hannover de 'Patria', una novela sobre la historia reciente del Pa¨ªs Vasco a trav¨¦s de dos familias rotas por la infamia terrorista
De la convicci¨®n de que ¡°la derrota literaria de ETA sigue pendiente¡± surgen las casi 650 p¨¢ginas de ?Patria (Tusquets), el tercer libro que el escritor Fernando Aramburu (San Sebasti¨¢n, 1959) consagra al ¡°tema vasco¡±, tras Los peces de la amargura (2006), colecci¨®n de relatos sobre el desgarro de las v¨ªctimas, y A?os lentos (2012), historia de tintes metaliterarios inspirada en el origen de la banda terrorista, que le vali¨® el Premio Tusquets de Novela.
Patria, escrita con ¡°la t¨¦cnica de un puzle¡±, narra la vida de dos familias ¨ªntimamente relacionadas que acaban rotas por el terrorismo; la de un empresario asesinado, El Txato, y la de Joxe Mari, miembro encarcelado del comando asesino. Cualquiera que viviera aquellos a?os ochenta y noventa en Euskadi ver¨¢ reflejado en el relato, que Aramburu sostiene con sensacional o¨ªdo para el habla coloquial y maestr¨ªa t¨¦cnica, todo aquello: el sobresalto, los funerales a hurtadillas, la maquinaria de amedrantamiento, las pintadas de ¡°Herriak ez du barkatuko¡± (el pueblo no perdonar¨¢), la taberna en la que los muchachos aprend¨ªan a odiar juntos, las torturas en el cuartelillo o las asfixiantes relaciones matriarcales.
¡°Barrunto que Patria [que llega a las librer¨ªas el martes seis de septiembre] puede tener una repercusi¨®n no estrictamente literaria, aunque es una novela¡±, explica el escritor en la habitaci¨®n en la que cada d¨ªa se aplica con ¡°ritualizada¡± dedicaci¨®n a la literatura, una pulcra y silenciosa estancia de un apartamento en Hannover, no lejos de la estaci¨®n de tren, adonde se ha mudado con su mujer ¡ª¡°La Guapa¡± de la dedicatoria de Viaje con Clara por Alemania¡ª ahora que las dos hijas de la pareja parecen listas para abandonar el nido.
Aramburu lleg¨® por amor al pa¨ªs hace algo m¨¢s de 30 a?os, arco temporal similar al de la novela. Trabaj¨® de profesor de espa?ol y disimul¨® su condici¨®n de poeta con pasado dada¨ªsta. Como miembro del Grupo CLOC de Arte y Desarte, que plante¨® sacar la literatura a la calle en los a?os del plomo de ETA con el f¨®rceps del surrealismo, emprendi¨® acciones como ¡°pintar el Peine del Viento¡±, ¡°reventar conferencias¡± o ¡°publicar en Egin [peri¨®dico de la izquierda abertzale] la noticia¡± de su ¡°propio asesinato¡±. ¡°Lo dej¨¦ cuando empec¨¦ a tener la sensaci¨®n desagradable de que por una broma ¨¦ramos capaces de sacrificarlo todo¡±.
La charla se desarroll¨® un d¨ªa de agosto ante la librer¨ªa del escritor, en la que los vol¨²menes de poes¨ªa espa?ola, los libros en alem¨¢n y buena parte de la colecci¨®n Austral conviven pac¨ªficamente. La cosa continu¨® despu¨¦s con un paseo por Hannover hasta su ayuntamiento, edificio superviviente de los bombardeos aliados, donde unas maquetas ilustran la destrucci¨®n de la ciudad al final de la II?Guerra Mundial en uno de esos ejercicios de memoria de la Alemania inmune al olvido que complacen a Aramburu y que este, como se ver¨¢, reclama para la Euskadi posterior a ETA.
¡°?De qu¨¦ sirve hablar de la derrota de la banda si luego predomina un relato que glorifica a la organizaci¨®n?¡±
PREGUNTA. La novela arranca con el anuncio del alto el fuego, el 20 de octubre de 2011. ?D¨®nde estaba usted entonces?
RESPUESTA. En casa, donde paso la mayor parte de mi vida desde que me dedico exclusivamente a escribir. Me pareci¨® una escenificaci¨®n rid¨ªcula. S¨¦ desde hace tiempo que la maldad es compatible con la ridiculez. Esa manera de presentarse con la cara tapada es simb¨®licamente una falta de valent¨ªa y de transparencia. La argumentaci¨®n adem¨¢s fue de una ligereza intelectual que tiraba de espaldas, pero, bueno, dejaron de matar, esperemos que para siempre.
P. ?Ese alto el fuego es sin¨®nimo de paz?
R. No. La paz es algo m¨¢s complejo que el hecho de que tres tipos con la cara tapada digan detr¨¢s de una mesa que no van a matar m¨¢s. Hay un punto que todav¨ªa no me permite hablar de paz y es el dolor de las v¨ªctimas. Supongo que se ha delegado en el transcurso del tiempo y en el olvido llegar a una situaci¨®n que mereciera el calificativo de paz, pero a¨²n hay muchas preguntas pendientes.
P. Si ETA siguiera matando, ?podr¨ªa haber escrito Patria?
R. La novela est¨¢ escrita independientemente de lo que haga o diga ETA.
P. De haber vivido en San Sebasti¨¢n estos a?os¡, ?habr¨ªa podido publicar la parte de su literatura en torno al terrorismo?
R. Podr¨ªa haberlo hecho y despu¨¦s podr¨ªa haber recibido un paquete bomba. El que se interpon¨ªa en el camino de esa gente se convert¨ªa en un enemigo que hab¨ªa que eliminar.
P. De no ser por la banda, ?habr¨ªa emigrado de San Sebasti¨¢n?
R. Yo me fui de mi tierra natal, creo que para siempre, en los ochenta. En 1985 ya era residente fijo en Alemania. Y lo hice porque no nac¨ª ¨¢rbol que desarrolla toda su vida donde germina la semilla. Entonces pens¨¦ que me hab¨ªa ido dando un portazo, como diciendo ¡°ah¨ª os qued¨¢is con vuestra realidad, nada satisfactoria para m¨ª, que yo busco otra realidad, con otros valores culturales¡±. Pens¨¦ sinceramente que hab¨ªa roto completamente con mis or¨ªgenes. Luego se ha revelado que no. He sido incapaz de cortar con aquello por el esc¨¢ndalo ¨ªntimo que sent¨ªa al ver que, en nombre de mi mismo origen cultural, se comet¨ªan cr¨ªmenes atroces, y que estos eran tolerados e incluso aplaudidos por una parte de la poblaci¨®n. Aun cuando yo podr¨ªa haberme creado una vida apacible al margen de todo aquello, el asunto me ha seguido como una obsesi¨®n. Soy incapaz de estar callado, necesito opinar contra eso. Noto aqu¨ª el influjo de mi educaci¨®n cristiana, con algunos principios, como el de la compasi¨®n, compatibles con mi descreimiento actual. Eso determina mi discurso. Por otro lado, me peg¨® muy fuerte la lectura de El hombre rebelde, de Camus, que supuso una lecci¨®n moral impagable: el rebelde es el que dice no, pero a continuaci¨®n dice un s¨ª. Algo niega, algo rompe o derriba, pero a continuaci¨®n aporta algo positivo.
P. El tr¨ªo formado por Los peces de la amargura, A?os lentos y esta Patria, ?se lo plante¨® como una trilog¨ªa?
R. No. Aunque entiendo que Los peces de la amargura se vea como un antecedente de Patria. Aquel libro trataba principalmente de vivencias de las v¨ªctimas. En la novela me propuse trazar un dibujo general de la sociedad vasca con participaci¨®n de todos los actores implicados: victimarios, v¨ªctimas y dem¨¢s vecinos.
¡°Se dice que hay que pasar p¨¢gina, que no podemos estar pensando en los muertos, en el charco de sangre¡ Yo me opongo¡±
P. ?Por qu¨¦ merec¨ªa esta, frente a las otras, ser contada con la estructura de una novela cl¨¢sica?
R. En este caso ten¨ªa la escena final, vagamente entrevista. Para m¨ª, lo que llamamos t¨¦cnica literaria es lo primero y la historia est¨¢ al servicio de dicha t¨¦cnica. Las historias son como el hueso de la aceituna. Van incluidas. Siento decirlo as¨ª, pero lo que realmente me anima a escribir es el hecho del juego con el idioma. Para m¨ª la novela se define por la presencia activa de unos personajes que pongo a convivir.
P. Usted naci¨® el mismo a?o de la fundaci¨®n de ETA.
R. Desgraciadamente, me he visto envuelto por ese fen¨®meno toda la vida. No tengo que acudir al asunto, lo llevo conmigo como una verruga negra y asquerosa.
P. Cuando era un adolescente en los setenta, ETA tuvo para algunos cierto atractivo¡ ?Nunca sinti¨® esa fascinaci¨®n?
R. Esto lo viv¨ª de cerca. Hab¨ªa una simpat¨ªa general hacia ETA porque se pensaba que la banda luchaba contra el franquismo, pero despu¨¦s, con la Transici¨®n y las primeras elecciones, la legalizaci¨®n de los partidos, la amnist¨ªa¡, empez¨® a sonar raro que siguieran matando. Estuve expuesto a caer en el abismo como algunos chavales de mi barrio, que ingresaron en ETA. No me terminaba de convencer que se pudiera hacer el bien matando. Los libros terminaron de vacunarme contra el fanatismo.
P. En su anterior obra, la colecci¨®n de ensayos Las letras entornadas, cuenta que fue durante el entierro del senador Enrique Casas, en 1984 en San Sebasti¨¢n, cuando tom¨® conciencia y se dijo a s¨ª mismo: ¡°Alg¨²n d¨ªa escribir¨¦ sobre esto¡±¡ ?Qu¨¦ sucedi¨® en todo ese tiempo para que no se decidiese a cumplir su promesa?
R. Aquel suceso fue determinante. Le¨ªa noticias sobre atentados, ve¨ªa im¨¢genes de televisi¨®n y fotos, pero todo esto lo miraba como a trav¨¦s de un escaparate. Cuando fue asesinado Casas, fui por curiosidad al barrio de Gros y vi c¨®mo introduc¨ªan su ata¨²d en la Casa del Pueblo. La presencia f¨ªsica de la muerte supuso una conmoci¨®n. No pod¨ªa creer que todo ese dolor fuese solo con el fin de sacar r¨¦ditos pol¨ªticos. Cuando llegu¨¦ a Alemania estuve unos a?os sin escribir. Me dediqu¨¦ a aprender alem¨¢n y a reaprender mi idioma con voluntad creativa. De paso, vi el modo como los alemanes afrontaban el pasado nazi de su pa¨ªs y comprob¨¦ que la mayor¨ªa no quer¨ªan mirarse en aquel espejo atroz. En lugar de evitar el espejo, se pusieron unos ojos pedag¨®gicos. Eso tambi¨¦n me ayud¨® a entender el problema vasco.
P. ?En qu¨¦ sentido?
R. Ahora se est¨¢ dando en Euskadi (aunque cuantitativamente los cr¨ªmenes no se pueden comparar con los de Hitler) un proceso parecido al que se dio en Alemania, cuando a la guerra sigui¨® un periodo de deseo de olvido. En Euskadi, la gente quiere mirar hacia delante, se dice. O se dice que hay que pasar p¨¢gina, que no podemos estar continuamente pensando en los muertos, en el charco de sangre y tal¡ Yo me opongo. Aunque no llego al extremo de Hannah Arendt, que postulaba el relato constante, soy partidario de que se cree un espacio de la memoria. Un lugar al que los ciudadanos puedan acudir para encontrar respuesta a sus preguntas. ?Qu¨¦ pas¨®? ?Qui¨¦n lo hizo? ?Qui¨¦n lo padeci¨®? Y esa tarea concierne a los escritores tambi¨¦n. Es lo que yo pretendo. Si no he estado a la altura, hay papeleras para tirar mis libros.
P. En Patria se nota cierta compasi¨®n hacia la historia del etarra Joxe Mari. ?Ha pretendido operar desde la equidistancia?
R. En absoluto. He aplicado la c¨¢mara fotogr¨¢fica y en la foto han salido las torturas en comisar¨ªas y cuartelillos, la vida carcelaria o las penalidades que pasan los padres de los presos de ETA cuando tienen que viajar lejos y se exponen a sufrir accidentes de tr¨¢fico. Lo que no hago es equiparar ambos dolores. El hecho de que los GAL mataran a un militante de ETA no quiere decir que una v¨ªctima de ETA ya no?lo sea porque muri¨® la otra. Yo tengo un aforismo que dice que lo contrario de un pu?etazo con la mano derecha no es un pu?etazo con la mano izquierda, sino un abrazo. Lo contrario de los GAL o de ETA es la democracia, que es donde yo me sit¨²o. Dicho lo cual, no cabe la menor duda de que se han cometido atrocidades contra personas detenidas y ha habido asesinatos, en el libro menciono alguno, como el del conductor de autobuses [Mikel Zabalza, cuyo cad¨¢ver apareci¨® en el Bidasoa esposado tras su detenci¨®n el 26 de noviembre de 1985 por la Guardia Civil en el cuartel de Intxaurrondo]. Ahora bien, no paro la narraci¨®n para se?alar lo que es bueno o es malo. No creo en los escritores que se ponen al servicio de un partido o una idea fija.
¡°Podr¨ªa haber escrito sobre ETA desde San Sebasti¨¢n y despu¨¦s podr¨ªa haber recibido un paquete bomba¡±
P.?En Patria se?ala de nuevo la connivencia de cierta Iglesia en el Pa¨ªs Vasco con el terrorismo¡
R. No me gusta hablar de la Iglesia en general, sino de curas en particular. Ha habido connivencia por parte de algunos. Nos lo ha contado la historiograf¨ªa, tambi¨¦n el periodismo. En el funeral de Txomin Iturbe en Mondrag¨®n, en la parroquia de San Juan Bautista, oficiaron cinco sacerdotes. Era el jefe de ETA, un hombre al parecer importante al que hab¨ªa que enviar bendecido a la presencia del Se?or. En algunos pueblos hubo un influjo ideol¨®gico por parte del p¨¢rroco local¡ Esto lo he vivido yo.
P. ?Decretar¨ªa la amnist¨ªa de los presos?
R. ?Gratis? ?Sin arrepentimiento? De ninguna manera.
P. ?Y su acercamiento?
R. No me parece mal. Humanizar la vida de la gente me parece razonable.
P. ?Qu¨¦ acab¨® con ETA?
R. Creo que se dieron cuenta de que a tiros no iban a lograr nunca el objetivo. Adem¨¢s, hay que reconocer que las fuerzas de orden p¨²blico de Francia y Espa?a llegaron a un gran nivel de efectividad. Es posible que hubiera topos en la organizaci¨®n. No hubo una batalla de la que salieran derrotados. Creo que hay derrotas pendientes; por ejemplo, la que tal vez sea la m¨¢s importante, la del relato. Y, por supuesto, la derrota literaria est¨¢ pendiente. Todo lo que pas¨®, pas¨® en un momento determinado, en un presente que va quedando cada d¨ªa m¨¢s lejos. De qu¨¦ sirve hablar de la derrota de ETA si luego predomina un relato que glorifica a la organizaci¨®n. Cuantos m¨¢s testimonios seamos capaces de aportar, m¨¢s dif¨ªcil les ser¨¢ imponer la mentira, el mito, la leyenda. Esta tarea corresponde a los contempor¨¢neos. Los escritores del futuro dif¨ªcilmente podr¨¢n hacer uso de su memoria personal, tendr¨¢n que acudir a las hemerotecas, preguntar a los abuelos¡, y no siempre les saldr¨¢ un relato fiable.
P. ?Eso ha sucedido con la literatura sobre la Guerra Civil?
R. Exacto. Todav¨ªa hay personas que reviven de manera vicaria un acontecimiento hist¨®rico en el que no estuvieron presentes. Se adscriben mentalmente a un bando u otro. Eso y la verdad no es lo mismo. Yo perd¨ª a mi abuelo en el bando republicano, me alegro de que eligiera ese bando, pero no siento que tengo que resarcirlo hist¨®ricamente. Mi responsabilidad es con mi ¨¦poca, no con un pasado que no conoc¨ª.
¡°La paz es algo m¨¢s complejo que el hecho de que tres tipos con la cara tapada digan tras una mesa que no van a matar m¨¢s¡±
P. ?Volver¨¢ al tema vasco?
R. S¨®lo si se me ocurre una historia que merezca la pena. Ahora bien, no estoy dispuesto a atarme a un monotema.
P. ?Se arrepinti¨® de aquellas declaraciones suyas en la Feria de Guadalajara, en las que dijo que ¡°Los escritores en lengua vasca est¨¢n subvencionados y no son libres¡±?
R. No me arrepent¨ª, pero matic¨¦ lo dicho, porque eran transcripciones. En la televisi¨®n vasca se me dio la oportunidad de aclararme. Sigo creyendo lo mismo, igual que mantengo a rajatabla mi independencia. El tema era el de la libertad del escritor, c¨®mo puede ser libre o no serlo un escritor que vive en una sociedad donde act¨²a una banda armada. Muchos no pod¨ªan ser libres y se tuvieron que ir. Y luego hay otros escritores que no fueron libres de otra manera, que se callaron. Y esto lo dije p¨²blicamente despu¨¦s de hablar con v¨ªctimas que me dec¨ªan que se sent¨ªan desamparadas por la literatura. Se me invit¨® a callar. Algunas replicas me parecieron razonables, pero muchas solo me ped¨ªan silencio. Ha habido una financiaci¨®n toda la vida de la cultura vasca. No hay m¨¢s que ver el Bolet¨ªn Oficial del Pa¨ªs Vasco. A m¨ª eso no me parece mal, pero, ?por qu¨¦ negarlo? Y sobre todo, c¨®mo influye esto en un escritor? ?Cu¨¢l es el problema? ?Decirlo? Creo que ahora la situaci¨®n es m¨¢s relajada y las susceptibilidades son menores.
P. ?Ser¨ªa partidario de dejar que Arnaldo Otegi se presentase a las elecciones?
R. Me da igual, no tengo tiempo que dedicarle a una figura que pertenece a un pasado que ni ¨¦l mismo quiere recordar, particularmente ¨¦l no lo quiere recordar. Por alguna raz¨®n ser¨¢. Los suyos saben que est¨¢ desfasado, pero quiz¨¢ piensan que a¨²n le puede extraer algo de jugo pol¨ªtico todav¨ªa. La de Otegi es una figura fascinante, un hombre cubierto de barro hasta las orejas que intenta vendernos un paquete de detergente. Su tiempo hist¨®rico ha pasado claramente y es muy h¨¢bil haciendo como que no se da cuenta de ello.
P. ?Lo tiene por un hombre inteligente?
R. No es un intelectual, es un convencido de la causa y un actor. Como tal, no me parece muy brillante. Esta manera de hacerse el bueno en p¨²blico no me parece muy convincente. Es un hombre manchado por la historia, de la que particip¨® directamente. Pero ya le digo, eso no va conmigo. Tanto la pol¨ªtica como el sentimentalismo o el fanatismo conducen directamente a la mala literatura. Para m¨ª la literatura est¨¢ muy por delante de la pol¨ªtica, muy por delante. Yo no pongo la literatura al servicio de la pol¨ªtica, porque si lo hiciera solo saldr¨ªan simplicidades.
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