En busca del solo de jazz perdido
La aparici¨®n de una sesi¨®n olvidada de Bill Evans, con Jack DeJohnette, y de Unheard Bird, 58 tomas in¨¦ditas de Charlie Parker, invitan a reflexionar sobre la l¨ªnea que separa la relevancia art¨ªstica de la explotaci¨®n discogr¨¢fica
A veces es muy dif¨ªcil marcar la l¨ªnea entre importancia art¨ªstica y relevancia hist¨®rica. La industria discogr¨¢fica ha resituado esa linde hasta la saciedad con algunos jazzistas legendarios, saqueando archivos y sobreseyendo ¨²ltimas voluntades: lo que sea por una grabaci¨®n in¨¦dita del mito de turno. En ocasiones el material rescatado es un aut¨¦ntico tesoro, como ocurre con dos de los lanzamientos m¨¢s importantes de este a?o: las grabaciones de la orquesta de Thad Jones y Mel Lewis en 1966 en el Village Vanguard y la ¨²nica sesi¨®n de estudio del tr¨ªo de Bill Evans con Jack ?DeJohnette en 1968, ambos publicados por el sello Resonance. Resulta ir¨®nico que algunos de los mejores discos de jazz publicados en 2016 hayan sido grabados hace d¨¦cadas.
No hablamos de cualquier cosa: mientras que las grabaciones en directo de los tr¨ªos de Evans son comunes y abundantes, encontrar toda una sesi¨®n grabada en los estudios del sello MPS por un tr¨ªo registrado exclusivamente en directo (y solo en un par de ocasiones) es todo un acontecimiento. Si adem¨¢s es junto a un baterista tan importante como ?DeJohnette (poco antes de ser reclutado por Miles Davis y a un a?o de hacer historia con el trompetista en ?Bitches Brew), la cosa crece hasta convertirse en Some Other Time, un ¨¢lbum que ofrece una perspectiva inigualable de una de las formaciones de transici¨®n de Bill Evans, antes de consagrarse casi exclusivamente a sus tr¨ªos junto a Eddie Gomez y Marty Morell (sustituido a mediados de los setenta por Eliott Zigmund) y, poco antes de su muerte, junto a Marc Johnson y Joe LaBarbera. Gracias a su impecable grabaci¨®n y cuidada edici¨®n, podr¨ªamos decir que el valor musical de Some Other Time es incluso m¨¢s importante que su evidente relevancia hist¨®rica, porque no hablamos de un pu?ado de descartes y tomas alternativas, sino de un disco por derecho propio, perdido y encontrado.
Hist¨®ricamente, Charlie Parker fue probablemente el primer m¨²sico del que se comercializaron m¨¢s tomas alternativas, ratificando que cualquier nota que surgiese de su saxo era digna de ser conservada. Incluso con Parker todav¨ªa vivo, Ross Russell (propietario del sello Dial) ya public¨® grabaciones sin el consentimiento del saxofonista. Desde entonces, y hablando solo de registros en estudio, han ido emergiendo decenas de tomas alternativas o incompletas de Parker. Unos pocos segundos son suficientes para el aficionado ac¨¦rrimo y un solo aislado podr¨ªa convertirse en el santo grial del bebop. As¨ª se confirm¨® a finales de los ochenta cuando aparecieron las legendarias grabaciones efectuadas por Dean Benedetti, un saxofonista obsesionado con Parker que registr¨® en una grabadora port¨¢til algunas de sus actuaciones a finales de los cuarenta. El objetivo de Benedetti era estudiar los solos de Parker y grababa con eso en mente: cuando el saxofonista dejaba de tocar, ¨¦l dejaba de grabar. Parker muri¨® en 1955; Benedetti, en 1957. Treinta a?os despu¨¦s, el hermano de Benedetti vendi¨® las cintas al sello Mosaic, que clasific¨® el material y edit¨® una caja de siete ced¨¦s con cientos de fragmentos de Parker. A pesar de lo delirante del concepto (decenas de solos esencialmente descontextualizados), es una colecci¨®n un¨¢nimemente aclamada por su valor musical.
El coproductor de aquella edici¨®n, Phil Schaap, se ha pasado las ¨²ltimas d¨¦cadas persiguiendo cualquier toma in¨¦dita de Parker, buceando en los archivos del fundador de Verve, Norman Granz, para dar forma a proyectos que comenzaron en 1988 con la antol¨®gica The Complete Charlie Parker on Verve y que ahora culmina en Unheard Bird, un milagroso hallazgo con 58 tomas in¨¦ditas de las grabaciones de Parker producidas por Granz para Mercury y Clef entre 1949 y 1952. De la misma forma providencial e inesperada en que hace una d¨¦cada apareci¨® en un mercadillo callejero una grabaci¨®n in¨¦dita de Parker con Dizzy Gillespie en el Town Hall en 1945, en 2014 llegaron a Universal, a trav¨¦s de un antiguo socio de Granz, las cintas que conforman Unheard Bird.
Schaap se pregunta en el disco si aparecer¨¢n m¨¢s grabaciones de Parker, y es probable que as¨ª sea. A¨²n hay material
Al contrario que los mencionados discos de Bill Evans o Thad Jones, aut¨¦nticas joyas con forma de ¨¢lbum est¨¢ndar, Unheard Bird es una colecci¨®n dirigida al completista discogr¨¢fico o, desde un punto de vista estrictamente musical, a cualquiera interesado en el proceso creativo de uno de los instrumentistas m¨¢s geniales del siglo XX. Aunque solo un tercio de las tomas in¨¦ditas son completas, esta colecci¨®n permite escuchar a Parker en contextos tan diferentes como su colaboraci¨®n con la orquesta afrocubana de Machito o su breve incursi¨®n en el jazz latino, pasando por sesiones con orquesta de cuerdas, big band, cuarteto y dos quintetos hist¨®ricos: el que le uni¨® puntualmente en el estudio con Dizzy Gillespie, Thelonious Monk, Curly Russell y Buddy Rich, y el m¨¢s caracter¨ªstico de Parker en la ¨¦poca, con Kenny Dorham, Al Haig, Tommy Potter y Max Roach. Esta ¨²ltima formaci¨®n es la m¨¢s representada, con 14 tomas ?in¨¦ditas que, como el resto de la colecci¨®n, ayudan a cubrir los huecos que a¨²n quedan en la cartograf¨ªa discogr¨¢fica de Charlie Parker. ?Esenciales para el aficionado medio? Claramente no, pero de indudable valor hist¨®rico y musical para quien quiera ir m¨¢s all¨¢.
Schaap se pregunta en el disco si aparecer¨¢n m¨¢s grabaciones in¨¦ditas de Parker, y es probable que as¨ª sea. Es sabido que a¨²n hay material, y qui¨¦n sabe las grabaciones de la radio o de estudio que pueden aflorar en el futuro. Si es Parker, habr¨¢ inter¨¦s en ellas, contengan lo que contengan.
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